Ayer fue Braden o Perón, hoy es Buitres o nuestro Pueblo y la Nación. La renovada lucha por la liberación.
Al celebrarse un nuevo aniversario del fallecimiento del General Perón, reflexionar sobre su acción política nos permite no sólo recordar su figura, sino también entender mejor el presente político y económico de nuestro país.
Al asumir su primera Presidencia en 1946, el principal desafío que Perón debió enfrentar fue romper con el carácter dependiente de relación que unía a la Argentina con las grandes potencias de la época, principalmente Inglaterra y Estados Unidos.
Decidido a iniciar un proceso antiimperialista, Perón proclamó la autodeterminación de los pueblos y el fin de las políticas que nos convirtieron en un país semicolonial. A partir de esta decisión, el programa de gobierno instrumentado se caracterizó por un fuerte nacionalismo económico y una política social de distribución equitativa de la riqueza. De esa manera, la Argentina -dueña de su economía y de su política nacional- pudo dar un paso adelante en la construcción de una Nación justa, libre y soberana.
Pero sostener este rumbo requirió de una doble lucha, contra las metrópolis imperialistas, por un lado, y las oligarquías de la tierra, por el otro, ligadas por mutuos intereses económicos.
Poder mantener en el tiempo este cuestionamiento a la primacía de los intereses oligárquicos imperialistas, sólo resultaba posible si las grandes masas de los países coloniales bajaban a la arena política, iniciando un “ciclo de levantamientos nacionales revolucionarios que lucharan por la autodeterminación de sus pueblos”.
Perón, consciente de ello, retomó el ideario de la Revolución de Mayo al plantear la necesidad de una América Latina unida, capaz de enfrentar los intentos de dominación del imperialismo norteamericano. El impulso a un tratado entre la Argentina, Brasil y Chile tuvo ese objetivo. Con idéntico sentido debe interpretarse también su pronunciamiento sobre que había llegado la hora de los pueblos, un llamado a una unidad política mayor, ahora dirigida a todos los pueblos que luchaban por su liberación.
Pasaron varias décadas desde que el viejo líder pronunciara aquellas palabras. Sufrimos dictaduras que se alinearon con los países poderosos, enajenaron la economía nacional y cercenaron las conquistas sociales de la clase trabajadora. Tuvimos gobiernos democráticos condicionados por intereses antinacionales y también gobiernos que bajo el explícito concepto de “relaciones carnales” con Estados Unidos, destruyeron lo que quedaba del aparato productivo nacional.
Endeudándonos, además, bajo figuras que como la del “megacanje de la deuda externa” y el “blindaje” de la misma, no hicieron otra cosa que tornar su pago imposible bajo las condiciones establecidas por el neoliberalismo salvaje que asolaba el país.
Pero nuestro pueblo tiene memoria histórica y ha recuperado los ejes directrices que nos marcan las banderas históricas enarboladas por el peronismo. ¿Que significó la restructuración de la deuda externa con la mayor quita unilateral de la historia de los países endeudados, sino la expresión más acabada de soberanía política? ¿Cómo podríamos calificar la recuperación de la centralidad de un poder político democrático que respondiera a las necesidades del pueblo y no a las presiones de los grupos económicos concentrados, sino como otra clara expresión de esa misma soberanía popular?
De igual manera, ¿qué es el fortalecimiento del Estado para regular la economía nacional e impulsar un modelo económico basado en la industrialización con fuerte apoyo a la pequeña y mediana empresa, sino la búsqueda de la independencia económica?
Del mismo modo, las políticas tendientes a restituir las instituciones protectoras del ámbito laboral, generar y defender el empleo, proteger a jubilados y a los sectores sociales más vulnerables, ¿no constituyen, acaso, la exteriorización de la justicia social a través de la cual hemos logrado reducir la pobreza y la indigencia, mejorando los niveles de equidad social?
Y así, como son las virtudes y no los defectos las que explican el derrocamiento, la persecución, proscripción y difamación de Perón, son también las virtudes del proceso político que se inició en nuestro país el 25 de mayo de 2003 las que explican el renovado intento de los “fondos buitre” de ponernos de rodillas y rapiñar el patrimonio nacional que con tanto esfuerzo hemos logrado recuperar.
Gerardo Russo
Verónica Vivó
Sebastián Capurro
Partido Justicialista