“No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo…
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es sólo caricia.
Hablar de crisis es promoverla y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
Precisamente la expresión de Einstein condice con la esencia del cooperativismo.
El compromiso para ser cooperativista deviene de la toma de conciencia previa de cuánto nos agobia la rutina ante la falta de desafíos y de sueños.
Es la rutina que impone el individualismo y alimenta la soberbia. Tan sólo vamos por el mundo que no llegamos a reconocernos a nosotros mismos, porque estamos tan creídos que tampoco reparamos en los otros.
El cooperativismo propone la lucha de verdad, sin fraudes ni engaños.