Por estas horas, César David Silva sabe que la sacó muy barata y que la Justicia villamariense le dio una muy buena oportunidad para redimirse antes de que sea demasiado tarde.
Es que el protagonista de esta historia es un joven de 24 años que, por esas cosas de la vida, decidió empuñar un arma de fuego y salió a delinquir para ganar dinero fácil y rápidamente.
Bajo esas circunstancias, al caer la noche del 17 de octubre del año pasado él y un compañero de andanzas no tuvieron mejor idea que entrar a una farmacia de barrio Bello Horizonte donde, tras amenazar de muerte y golpear al propietario, le sustrajeron 500 pesos en efectivo y se dieron a la fuga.
Para desgracia o fortuna de Silva -todo depende de cómo se analice la cuestión- el destino quiso que el asalto no fuera del todo “exitoso” para sus autores, ya que al muchacho en cuestión se le cayó el Documento Nacional de Identidad (DNI) cuando escapaba del negocio ubicado en la esquina de avenida Universidad y Medellín.
Ese “pequeño” detalle fue la prueba concluyente que le permitió a la camarista Silvia Saslavsky de Camandone arribar a un veredicto condenatorio, y que el acusado jamás pudo refutar, por lo que no le quedó otro camino que confesar lisa y llanamente el hecho cometido.
El marco legal
Carente de antecedentes penales computables, Silva recibió ayer su primera sanción penal, y precisamente por tratarse de un procesado primario la pena fue en suspenso, con lo cual pudo recuperar la libertad luego de exactamente 131 días entre rejas.
Para que quede más claro, este inexperto asaltante fue condenado a tres años de prisión de ejecución condicional tras ser declarado coautor de “robo calificado por uso de arma de fuego”, a tenor de lo establecido por el artículo 166 del Código Penal de la Nación, más precisamente en su inciso 2º y último párrafo.
En primera instancia, dicha norma legal establece que “se aplicará reclusión o prisión de cinco a 15 años (...) si el robo se cometiere con armas, o en despoblado y en banda”.
Sin embargo, el citado último párrafo aclara que “si se cometiere el robo con un arma de fuego cuya aptitud para el disparo no pudiera tenerse de ningún modo por acreditada, o con un arma de utilería, la pena será de tres a 10 años de reclusión o prisión”.
Para el caso de Silva, el arma con la que él y su cómplice amedrentaron al boticario Mario Avena (dueño de la farmacia que lleva su apellido) nunca fue encontrada por la Policía, de modo que no se pudo determinar si era operativa o si se trataba de una pistola de juguete.
DNI “delator”
Lo que evidentemente no estaba en los planes de nadie fue el “regalito” que dejó el descuidado ladrón en su precipitada fuga de la farmacia, circunstancia que no sólo llamó la atención de los investigadores, sino que les posibilitó esclarecer el atraco rápidamente.
En tanto, como Silva reconoció en la víspera ser uno de los autores del robo, el juicio fue de trámite abreviado, con lo cual se omitió a recepción de testimonios en la sala. Eso sí, en su confesión se hizo cargo solito de toda la acusación y nada dijo de su compinche.
Cabe señalar que además de la juez Saslavsky, intervinieron en el proceso oral y público el fiscal Francisco Márquez y el asesor letrado Juan Antonio Rusconi (defensor oficial), mientras que el secretario actuante fue Roberto Jue.
Siendo menor...
Si bien Silva es considerado un condenado primario para la Justicia, precisamente por haber recibido ayer su primera sanción penal, registra un antecedente (no computable) por otra causa que lo llevó a tener que sentarse en el banquillo de los acusados a mediados de mayo de 2003 a raíz del robo de un automóvil.
Claro que al momento del hecho, el “descuidado” ladrón de la Farmacia Avena tenía 17 años, por lo que no se le impuso pena ya que se trataba de un menor de edad.
El asunto es que el 19 de agosto de 2002, alrededor de las 3 de la madrugada, Silva y otros tres individuos mayores forzaron la cerradura de un Renault 12 que se hallaba estacionado frente al domicilio de su propietario, Héctor Mellano, sito en Comercio 880 de Villa Nueva.
Sin poder hacerlo arrancar, los ladrones comenzaron a empujar el rodado, pero fueron sorprendidos por efectivos policiales que patrullaban la zona. Los cuatro se dieron raudamente a la fuga, pero poco después fueron apresados uno a uno.
Según surge de los archivos periodísticos de aquellos tiempos, Silva nació en Villa María el 10 de diciembre de 1984 y al momento de aquel frustrado robo automotor estaba viviendo en San Luis 305, en la vecina ciudad, y trabajaba como peón de albañil.
Otras notas de la seccion Policiales/Judiciales
Tres personas heridas de gravedad
Robo en un comercio
Operaron a Maximiliano y continúa en terapia
Incautan arma de fuego y recuperan herramientas
Dos nuevos testigos en un proceso por abuso sexual
|