En el final de su nuevo libro, “La muerte del dinero”, el estadounidense James Rickards llega a una conclusión bastante directa: “El colapso del dólar y del sistema monetario internacional es completamente predecible. Esta no es una conclusión provocadora”.

Aunque esa declaración suena a otro caso de pesimismo, el análisis de Rickards es mucho más sofisticado que eso. Su libro es un logrado análisis de la historia, la teoría económica de vanguardia y los jugadores individuales (países, bloques económicos y personas) que moldearán nuestro futuro financiero. A esto se le añade la enorme experiencia personal y sus conversaciones con su exclusiva red de tomadores de decisiones internacionales. A pesar de la naturaleza técnica del tema, no se torna aburrido porque escribe en un estilo muy cautivante y simple.

De acuerdo con Rickards, hay un solo resultado certero. El estándar del dólar con el que hemos estado conviviendo desde la década de 1970, con el dólar estadounidense como la principal moneda de reserva, llegará a su fin de una manera u otra.

¿La razón? Las políticas fiscales y monetarias erradas de la Reserva Federal y del Tesoro de EE.UU. 

Rickards logra explicar detalladamente los motivos y los fallos de cada política y no perdona a los políticos corruptos y a los arrogantes banqueros centrales.

“El planeamiento es la lastimosa vanidad de los banqueros centrales ya que, para ellos, los mercados son una probeta para probar sus teorías intervencionistas”.

En la práctica, esto significa un gasto deficitario e impresión de dinero con la esperanza de provocar inflación para así estimular el crecimiento nominal, reducir la deuda a los índices del PBI y crear una recuperación autosustentable.

Pero esta recuperación no va a ocurrir porque los problemas son estructurales, no cíclicos. La economía de EE.UU. sufre una recesión de balance con demasiada deuda mala, la cual no ha sido anotada, sino ocultada. 

 

¿Y después qué?

Debido a una economía en depresión y arriesgadas políticas centralizadas, hay un movimiento internacional para debilitar al dólar y moverse hacia una solución multilateral. Rickards cita como ejemplos de dicho movimiento al establecimiento de acuerdos comerciales bilaterales que evitan al dólar y a la aparición de organizaciones internacionales como los países BRIC, el Consejo de Cooperación del Golfo y la Organización de Cooperación de Shanghai.

Según Rickards, si todo va según el plan, Estados Unidos no podrá hacer nada contra el hecho de que el FMI establezca una nueva moneda de reserva. De hecho, dice que el país del norte ya aceptó su destino y lo está preparando en vez de obstruirlo.