Son muchos los argentinos que todavía recuerdan aquellas libretas con las que los mayores inducían al ahorro. Eran comunes en los hogares de clase media y aun en el seno familias de trabajadores. Luego, para esos sectores, la posibilidad de guardar unos pesos pasó a ser una quimera. Hoy en día, el matrimonio de un camionero, un bancario o un trabajador de la
industria lechera, con una docente, por ejemplo,
puede ingresar algo más de 20 mil pesos al mes.
La Caja de Ahorro fue privatizada por Menem en 1994. ¿Qué hacer entonces si sobran unos pesos y se
pretende conservar o agregarles valor?
La Caja Nacional de Ahorro Postal fue una entidad financiera argentina creada el 5 de abril de 1915, durante el Gobierno de Victorino de la Plaza, con la finalidad de fomentar en la población el hábito del ahorro.
La libreta de la Caja fue utilizada para depositar dinero a muchísimos niños argentinos por aquella época y las décadas siguientes, puesto que permitía ahorrar pequeñas sumas de comprando estampillas que se pegaban en la libreta y eran admitidas por la entidad como valores en depósito.
En 1946 la Caja entró en el negocio de los seguros con buena repercusión comercial. Casi 30 años más tarde, en 1973, pasó a denominarse Caja Nacional de Ahorro y Seguro, nombre que conservó hasta que fue privatizada en 1994, durante la administración de Carlos Menem. Actualmente se denomina Caja de Ahorro y Seguro SA, pero se dedica exclusivamente a la comercialización de seguros generales, de vida, de retiro y como Administradora de Riesgos del Trabajo (pertenece parcialmente al grupo italiano Assicurazioni Generali).
Pero la idea del ahorro permanece entre las familias de aquellos argentinos que se criaron bajo la idea de que “el que guarda, siempre tiene”.
Ahora bien, cómo conservar en la actualidad el valor de esos pocos pesos que podrían estar “sobrando” cada mes en el presupuesto familiar cuando no se tiene a mano un contador, algún tipo de asesor contable.
El Suplemento Económico de EL DIARIO consultó a entendidos en la materia, precisamente para saber cuáles son los segmentos a los cuales se puede acceder con confianza con cantidades mensuales que parten desde los 1.000 pesos.
Así, conformamos un menú de sugerencias que podrán tener en cuenta aquellos que necesiten una orientación en la materia. El orden en el que aparecen las opciones es aleatorio, es decir que no representan necesariamente la preponderancia de una sobre la otra.
Opción 1: plazo fijo. Recomiendan buscar “entidades de primera línea con tasas que oscilen actualmente en el 24% anual”.
Opción 2: moneda extrajera a la cotización oficial. A los asalariados la AFIP les permite usar un porcentaje del sueldo para comprar moneda extranjera con el fin de atesoramiento. La pagará a la cotización oficial si el ahorro se hace mediante el depósito en un banco por el término de un año. En caso de llevarse los billetes, debe pagar un 20% de recargo. También deberá pagar el 20% en caso de retirarlos antes de los 365 días.
Opción 3: bonos. Estar atento al lanzamiento de bonos como los de YPF (“El último de la petrolera estatal permitía el mes pasado ingresar con 1.000 pesos y otorgaba el 20% anual, más un plus equivalente a 1 punto de tasa por cada punto de incremento de la producción”. Y “no se puede pasar por alto al Bonar 2024, la serie que lanzó el Gobierno nacional para pagar a Repsol la compensación por YPF, bono que cotiza en dólares y salió a cotización en mayo, con una ganancia de 11,2% en menos de un mes”). Para esta alternativa no hace falta ser un experto. Cada banco tiene ahora empleados que asesoran, porque la entidad también gana con la comercialización de estos papeles.
Si de ahorrar se trata, tampoco conviene dejarse llevar por las recetas clásicas que, por ejemplo, nos pueden llegar a decir: “Hoy un gran porcentaje de su dinero tiene que estar en opciones dolarizadas”. Porque usted también puede invertir en pesos y ganar, por ejemplo, un 300%. El año pasado, si invertía pesos en Edenor, hacía un 200%. Si invertía en dólares en una propiedad, le sacaba un 10%.
Lo importante es que esos pesos que cuesta mucho conseguir no pierdan su valor, lo vayan manteniendo y, en una de esas, se incrementen de una manera razonable.
Que quede claro que de la manera que lo planteamos en nuestro Suplemento Económico no se trata del ingreso a una suerte de timba o lotería, sino más bien del regreso a aquella cultura del ahorro de la que nos hicieron partícipes nuestros mayores.