Lo que surge de las podas es lo que más dejan los vecinos de Villa María en los puntos limpios.
Además, los ciudadanos depositan en los contenedores de esos predios cartones, vidrios, plásticos y chatarra.
Nada de esto va a parar al basural local, sino que se recupera. Así lo señaló ayer a EL DIARIO, desde la Cooperativa El Sol (que administra los mismos) Sandro Cejas.
El entrevistado confirmó que el primero de los tres puntos limpios, que ya tiene un año en funcionamiento, tiene muy buena recepción en la gente.
Está en Alvear y Salto Grande de barrio Las Playas. “Al principio costó que el vecino se acostumbrara a tirar allí, porque estaba el hábito de arrojar sobre Alvear. Se hizo una campaña de concientización y se logró imponer la propuesta”, explicó.
En este lugar hay entre cuatro y cinco contenedores en el que se reciben desechos no orgánicos.
Ahora, en junio pasado, se sumaron dos en la ciudad: uno en Paraguay y Universidad, en barrio Bello Horizonte, y otro en el fondo de barrio Las Acacias.
Pese a su poco tiempo de vigencia, Cejas resaltó que “han tenido muy buena repercusión, porque los vecinos lo necesitan”.
“Si no tenés un lugar para hacerlo, lógicamente la ciudadanía va a tirar residuos en cualquier lado. Lo que nosotros buscamos es erradicar los microbasurales”, apuntó.
Los contenedores se van vaciando constantemente. “La renovación es de todos los días, más ahora que estamos en época de poda y en la que casi a diario van personas al primer punto limpio”, indicó el entrevistado.
En los lugares hay una persona a cargo para evitar que se arroje basura que no corresponde, como lo no orgánico o “como tirar algún animal muerto”.
Por eso, se hace una pequeña inspección de lo que se va a dejar.
En cuanto a los horarios en que funcionan, los dos nuevos puntos limpios están disponibles las 24 horas - “todavía no tuvimos el tiempo necesario para perimetrarlo, está abierto, entonces se renuevan rápido para evitar incendios”, mientras que el de Las Playas tiene actividad de 7.30 a 12.30 y de 15 a 20.
El destino de lo que se recolecta
Consultado sobre adónde va a parar lo que dejan los vecinos en los contenedores, Cejas especificó que nada va al basural.
“Todo lo recuperamos”, afirmó.
A la poda se la procesa convirtiéndola en viruta, se la prensa y se trata de venderla como combustible. “El año pasado había mucha cantidad, pero al procesarla resultó insuficiente para venderla, pero ahora ya es importante lo que existe”, puntualizó.
Además, están gestionando para poder comprar una máquina peletera para procesar plástico. Esto es porque “en bruto se paga un peso aproximado y procesándolo, 10 pesos”.
Cada 30 días, en el primer punto limpio consiguen cerca de 250 kilos de plástico.
Se reciben sólo plásticos de botella, que se seleccionan por color. Se rechazan, por ejemplo, bidones de herbicidas.
Cuando se le preguntó sobre futuros puntos limpios, consideró que harían falta dos más: uno en barrio Felipe Botta y otro en La Calera, sobre calle Sabattini.