Se celebra hoy el “Día del Trabajador de la Electricidad”, haciendo referencia y recordando el nacimiento de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (Fatlyf), hecho que se produjo el 13 de julio de 1948. Exactamente un año después se firmó el primer convenio colectivo de Luz y Fuerza con alcance nacional. A partir de ese momento se celebra el Día del Trabajador de la Electricidad
Entre 1943 y 1948, escasos cinco años, los trabajadores de la electricidad habían logrado forjar una organización sindical de alcance nacional, poderosa y respetada, partiendo prácticamente de la nada. En efecto, en 1943 existían solamente dos sindicatos de Luz y Fuerza: Tucumán (con 24 años de existencia) y Rosario (con 15 años), que habían perdurado gracias al esfuerzo y el sacrificio de hombres luchadores que luego promovieron la formación de otras organizaciones en todo el país.
Aquella decisión fue síntesis de la voluntad de 29 sindicatos cuyo objetivo era alcanzar la anhelada unidad de la gran familia lucifuercista de nuestro país.
En esa histórica jornada, para todos los trabajadores del sector eléctrico culminó el congreso constituyente en donde quedó sellada una inquebrantable voluntad, tanto orgánica como solidaria, que a lo largo de más de 60 años resistió todas aquellas pruebas y embates que es dable imaginar, reiteradas intervenciones militares y numerosos secuestros, como así también la desaparición de sus dirigentes, campañas de difamación, los inevitables coletazos de las crisis económicas, las lógicas discrepancias y debates internos que existían e incluso, en los últimos tiempos, los grandes desafíos que plantea el proceso de globalización, la privatización de servicios públicos y consecuente transformación del sector.
La búsqueda de mejores condiciones de trabajo por parte de los trabajadores del sector electromagnético argentino comenzó en el mismo momento en que se disponían las primeras instalaciones del servicio eléctrico. En los comienzos del Siglo XX toman vida los primeros sindicatos de Luz y Fuerza en distintas regiones del territorio argentino. La búsqueda de coordinar acciones y realizar un trabajo conjunto llevó a que ellos conformaran, próximos a mediados de siglo, la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (Fatlyf) nucleándolos con el objetivo fundamental de defender los derechos del trabajador.
En Córdoba
Luz y Fuerza de Córdoba fue uno de los sindicatos fundadores de la Fatlyf. Había sido fundado el 5 de febrero de 1944. En ese entonces había dos compañías eléctricas en la provincia: la Compañía de Luz y Fuerza y la Compañía General de Electricidad, ambas propiedad de un inmenso holding multinacional, la Electric Bond and Share Company, controlado por la Banca Morgan Bombright y la compañía General Electric.
En 1943, un enviado de Perón, el padre Moreno, comenzó a reunirse con militantes gremiales de estas dos empresas para alentarlos a organizarse sindicalmente.
Es así que luego de varias reuniones, se realizó la asamblea fundacional de nuestro sindicato. El primer convenio colectivo se firmó en 1950, cuando ya habían sido nacionalizados los servicios eléctricos, pero aún no se había creado la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC), la cual surgió a través de una ley sancionada por la Legislatura provincial en diciembre de 1952 y comenzó a funcionar en abril del año siguiente.
Reclamos
Desde aquellos tiempos, el cuidado de la salud y seguridad de los compañeros del sector eléctrico fue una preocupación constante. En el primer convenio colectivo de trabajo firmado por la Fatlyf con las empresas eléctricas, que data de 1949, se puede encontrar un capítulo denominado “Derecho a la Preservación de la Salud”, donde los artículos que lo integran orientan las acciones en este sentido y resulta pionero en el camino que se inicia. Luego vendrán nuevos convenios, incorporándose en el artículo la creación y puesta en funcionamiento de comisiones mixtas para tratar temas de higiene, seguridad y medicina del trabajo.
Otros contenidos resuelven situaciones técnicas vinculadas a la prevención de riesgos laborales, cubriéndose el déficit de normativa oficial en este sentido, que prospera en la década del 70 con la Ley Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo y su reglamentación, la cual dispone un capítulo específico para las tares eléctricas, nutriéndose de la experiencia ya recogida por el sector.