¿Cómo hablar de contemplación en tiempos de productividad capitalista? ¿Cómo disertar sobre el valor de la “no acción” en épocas donde lo único que pareciera importar es la acción generadora de divisas? ¿De qué modo compaginar la tradición filosófica y cristiana, cuyo propósito es el crecimiento espiritual, con el actual pragmatismo (ateo o religioso), donde sólo se persigue un beneficio material? Con todas estas preguntas empieza esta nota.
“El problema que hoy se tiene contra la vida contemplativa viene de la Reforma Protestante -comenta Rossi-. Para Calvino (1509-1564), cuando Dios te bendice, te da éxito en tu trabajo. Ese era el símbolo del buen cristiano: que laboralmente te vaya bien. Y eso sigue hasta hoy. La vida contemplativa, por su parte, se refiere a un conocimiento gozoso de las verdades eternas, que pueden ir desde la filosofía y la religión hasta las ciencias o las artes. Y eso no implica el éxito en absoluto”.
El orden del universo
-Esta idea de contemplación tomista guarda un paralelismo con la de Aristóteles, ¿no es así?
-Claro, porque Aristóteles decía que la perfección de la persona consiste en la contemplación del orden del universo. No hacía hincapié en los bienes materiales.
-¿La idea de Dios de los griegos paganos tiene coincidencias con el cristianismo?
-Sí, porque los griegos hablaban de muchos dioses, pero sólo a nivel mitológico. A nivel espiritual, se preguntaban permanentemente cómo sería Dios. Y observando el mundo, se dieron cuenta de que Dios tiene que ser orden. Por eso Tales de Mileto decía que la misión del filósofo era mirar el cielo; porque observando el movimiento del sol, la luna y las estrellas, uno descubría ese orden perfecto.
-Hoy nadie incita a la contemplación, a salirse de los parámetros materiales de este mundo. ¿Por qué?
-No sé por qué, pero es algo que ya planteaba Ernesto Sábato en su libro “La resistencia”, un libro que escribió a los ochenta y pico de años. El, que fue marxista y ateo, veía que en este mundo sólo importaban cosas como el éxito o la revolución, que, al fin y al cabo, son temporales. Y decía: “Hay que resistir contra esta mentalidad pragmática, utilitarista y exitista. La resistencia está en la contemplación”. Y la contemplación era tan importante para Santo Tomás, que era cristiano, como para Sábato, que era ateo. Puede ser importante para los dos.
-Usted ha dado varias conferencias sobre Santo Tomás por el país. ¿Por qué?
-Porque en la orden de los domínicos tenemos el privilegio de contar con Tomás en nuestras filas. Y él escribió unos libros muy importantes y profundos, pero difíciles de leer. Lo que yo hago en mis charlas es explicar la Suma Teológica y hacerla comprensible para todos. Pero hay libros suyos más populares, como el comentario al “Credo” o a los “Diez Mandamientos”, homilías que luego fueron puestas por escrito.
Razón y fe
-¿Santo Tomás logró la tan ansiada síntesis entre razón y fe?
-Sí, porque él retoma mucho a Platón y Aristóteles para argumentar el misterio de Dios. El se decía “¡estos autores estuvieron tan cerca de la verdad! Sólo les faltó la revelación divina!”. Pero también retoma a filósofos posteriores a Cristo, como San Agustín y San Dionisio.
-La palabra de Jesús, que fue dicha en arameo, nos ha llegado en griego. ¿Fue una casualidad o una causalidad?
-Fue la providencia de Dios. Los evangelios podrían haber sido escritos en hebreo, que era la lengua culta de los judíos, o en latín, que era la del imperio dominante. Pero se escribieron en griego, que era la lengua de la cultura en esos tiempos.
-¿Cuál es la importancia de Santo Tomás de Aquino hoy?
-Un sabio de cualquier época es siempre actual. El sabio es quien vio las cosas como son y las pudo explicar; como Platón y Aristóteles en Grecia, como Cicerón en Roma o Confucio en el mundo chino. Y Santo Tomás pertenece a esta estirpe. Fue un sabio en lo filosófico y un místico en los misterios de Dios. A tal punto que un día estaba rezando y el crucifijo se mueve. Y escucha que Cristo le dice: “Qué bien escribiste sobre mí, Tomás”. Y cuánta razón que tuvo aquel crucifijo.
Iván Wielikosielek
-Especial-