El edificio Malbo, que construye Corget SA en calle Marcos Juárez al 1900 en Villa Nueva, es el primero que tendrá la ciudad.
La localidad ha experimentado un salto inmobiliario en la última década, pero creció a lo ancho y no en altura. Así, aparecieron los barrios residenciales y de sectores de alto poder adquisitivo, compuesto por viviendas en las que habitan familias que en gran proporción desarrollan sus tareas laborales en Villa María y sólo retornan a esta urbe para dormir. Por eso muchos llaman “ciudad dormitorio” a los sectores que nacieron en los últimos tiempos, en su mayoría cerca del río Ctalamochita.
En este contexto, el Malbo -que en setiembre de 2013 quedó tristemente expuesto a raíz de una inspección del Ministerio de Trabajo en la que se detectó que sus obreros trabajaban y vivían en condiciones infrahumanas- quedará en la historia como el primer edificio.
Los historiadores no vieron razones sobre por qué recién a sus 187 años la Villa comienza a crecer en altura. La escritora Carlota “Chiche” Molina de Moreno dijo no tener información al respecto, pero sí preocupación por haberse erigido “tan cerca de la cuenca”, en referencia a su cercanía con el Ctalamochita.
Armando Fonseca, otro de los hombres que más sabe de los vaivenes de la localidad y sus transformaciones en el paso del tiempo, dijo que no conoce “ninguna documentación que prohíba construir en altura en nuestra ciudad, por lo que ese hecho dejó librada al libre albedrío de los vecinos hacer sus viviendas como quieran”. En tanto, el profesor Luciano Pereyra analizó que “en los últimos años el mercado inmobiliario se orientó hacia la construcción de áreas residenciales alejadas del centro, y Villa Nueva tuvo un beneficio casual ya que sus zonas cercanas al río todavía estaban despobladas en comparación a Villa María”.
Consideró que “el progreso de Villa María indefectiblemente repercutirá cada vez con mayor impacto en nuestra ciudad, en la que el precio de la tierra pero principalmente los tributos son más baratos”.
En este sentido, Pereyra cree que “el desafío de las autoridades es que esos ingresos que aportarían los nuevos habitantes de barrios residenciales se vean materializados en obras públicas que resulten de una planificación urbana, y no de acuerdo a una necesidad momentánea”.
“Debe definirse un proyecto a futuro, ponerse una meta, fijar el destino hacia dónde queremos llegar. Pero mientras las gestiones de turno sólo hagan sus negocios, no escuchen a los que desean aportar ideas y siempre resuelvan todo en la mesa chica, seguiremos dependiendo de una coyuntura histórica favorable, o, en el mejor de los casos, de Villa María”, advirtió.
En similar sentido se pronunció el joven villanovense Federico Martino (DNI 33.830.447), un estudiante avanzando de Arquitectura al que se lo consultó luego de que diera a conocer en su Facebook que el edificio en cuestión presenta una curiosa analogía con el Edificio Palmas, de México (1975).
“Más allá de cualquier analogía que encontremos, es importante mencionar que el edificio Malbo se presenta como un emblema para la ciudad y sus habitantes. Su construcción será el primer edificio de uso residencial en altura. Desde una posición crítica y reflexiva del fenómeno urbano, la ciudad como objeto de desarrollo y equidad social se presenta obsoleta. O al menos hasta este entonces. Su lento crecimiento a lo largo de su historia está estrechamente relacionado a las diversas tragedias, desde inundaciones hasta ciclones, pasando por toda la gama de epidemias; no obstante la vemos como una Villa con historia, y un futuro latente”, describió a EL DIARIO.
“Actualmente se da una especie de resurgimiento poblacional, una Nueva Villa de tipo ciudad dormitorio, una migración de habitantes de Villa María hacia algún determinado barrio “cerrado” (amurallado, privado de espacio público, vida comunitaria. La no ciudad). Una realidad de devaluación tanto a nivel social como desigualdad a modo de cinturón ajustado sobre el casco original de la localidad, produciendo la fragmentación y disgregación de ella, con la pérdida de los espacios públicos por excelencia (calles, plazas, parques), interfiriendo en muchos casos las necesarias conexiones que precisa la ciudad”, advirtió.
El joven estudiante agregó que existe “un código de edificación selectivo y deficiente en cuanto a ordenanzas” y que sólo en algunos barrios se dispone que “toda edificación a construir a partir del día de la fecha es libre, en cuanto no afecte el decoro público ni se trate de Patrimonio Histórico, se limita el crecimiento en tan sólo dos pisos sobre el terreno natural (planta baja y primer piso), se hace hincapié en la necesidad de destinar una superficie mínima de retiro respecto a la línea municipal, y habla de línea de ochava y arbolado público a libre elección de cada frentista”. “Se hace caso omiso al resto de la ciudad y se deja abierta la construcción y su crecimiento a un libre albedrío”, resaltó.
Por todo esto, instó a generarse “una reglamentación adecuada, adaptada a la realidad que ordene y planifique la ciudad”, llamando “a simples ciudadanos pero también a funcionarios actuantes, a que seamos responsables y conscientes del tipo de ciudad en que queremos vivir”.