Escribe: Roberto F. Bertossi (*)
Las Organizaciones Naciones Unidas (ONU) en su Resolución 47/90, proclamó como “Día Internacional de las Cooperativas” al primer sábado de julio de cada año, en razón de que estas empresas son claves para el impulso de un desarrollo duradero y equitativo.
En efecto, la industria cooperativa prioriza el mercado interno al externo, hace un uso racional de los recursos naturales, efectúa sus inversiones en el país y acredita una singular responsabilidad social tal los casos de Manfrey, SanCor, Arroyo Algodón/Arroyo Cabral (quesos), Fecovita (vinos), Campo Herrera (azúcar-Tucumán); Cooperativa Obrera de Bahía Blanca con frigoríficos, hipermercados, asociativismos y centros de compras para toda la Patagonia argentina; viviendas económicas (Cooperativa Horizonte, diarios cooperativos Comercio Justicia y El Diario de Villa María//Córdoba; Seguros La Segunda entre algunas de nuestras realidades más visibles que así lo acreditan, sustantiva y responsablemente.
El sector cooperativo ha realizado también notables aportes al desarrollo de la infraestructura necesaria para mejorar la vinculación física de personas y oportunidades, brindando condiciones solidarias para la cohesión y expansión de economías locales y regionales, el mejor aprovechamiento de oportunidades.
Acaso, ¿quién puede desconocer que los servicios públicos cooperativos, fueron, son y serán artífices del desarrollo rural (electrificación, telefonías, acueductos, gasoductos, comunicaciones, etcétera) reduciendo costos, evitando intermediarios y lucros, llevando progreso y bienestar ahí donde no llega el Estado o, tampoco es “negocio” para capitales privados ni buitres sin fondo?
Asimismo es destacable que la industria cooperativa no admita empleo en negro, contratos basura ni personas sin obra social, aportes jubilatorios, protección inmediata en caso de accidentes de trabajos, etcétera.
Igualmente, es plausible su claridad y transparencia. En efecto, en las empresas cooperativas se conocen quienes son sus administradores, síndicos y asociados –cuotas nominativas-, dónde viven, cual es (antes y después de sus funciones o roles cooperativos) la trazabilidad de su capital y cual la de su patrimonio, haciendo previsible y más segura cualquier vinculación con las mismas.
De ahí que en esta efeméride, resaltemos especialmente cualidades cooperativas, propias e intransferibles, definitivamente decisivas y reflejadas pristinamente por algunos de sus principios liminares: “Puertas abiertas para todos, justicia distributiva (sin espacio para especulación ni lucro), autonomía e independencia política, democracia real; educación y cultura de la solidaridad, responsabilidad social comunitaria e integración”.
Ante el prodigio de honestidad en las conclusiones de Thomas Piketty en su best seller/2014: “El capitalismo del Siglo XXI”, -(retrocalcadamente, causas y origen del cooperativismo en el año 1844, Rochdale/Inglaterra)-, “…desde los años 70 del Siglo XX, se viene produciendo un incremento de las desigualdades y la concentración de la riqueza en manos de una pequeña minoría, lo que provoca una acumulación escandalosa, algo que nos está volviendo a los niveles despiadados del capitalismo industrial del Siglo XIX…”.
Estremecidos por la pérdida actual de decenas de miles de puestos de trabajo (crisis, ajustes, recesión… atrapados por una marcha apabullante/devastadora de la revolución tecnológica/digital propio de un inhumano capitalismo fiduciario con su consecuente desaparición de infinitas oportunidades/expectativas) como por los escandalosos índices de desigualdad e indigencia social, proponemos reimpulsar innovativamente, nuevas empresas cooperativas multipropósitos, convergentes y complementarias de la actividad económica local, regional, provincial y nacional.
Pero esta propuesta imagina y condiciona su realización gradual y paulatinamente, sólo con cooperativistas que, sobre las bases del esfuerzo propio y la ayuda mutua, siempre lograron y pueden lograr contribuciones seculares al desarrollo humano en materias tan sensibles como el trabajo, nutrición (leche, cereales, carnes, quesos, etcétera), educación, consumo responsable, servicios asistenciales, vivienda, crédito, promoción de campesinos y chacareros, servicios de electrificación rural, transportes y, últimamente, con la admirable asimilación cooperativa de hipermodernos derivados de fibra óptica.
Finalmente entonces, ¿cómo no reivindicar la noble igualdad, la lozanía, los principios, valores y logros cooperativos sin envalentonar a sus verdugos?
(*) Investigador de la UNC