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El protagonista. Apenas se fue, Magistretti supo que próximamente sería rival del Alumni que moldeó a principios de temporada. Hoy es el día |
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Escribe:
Juan Manuel Gorno
No es una feliz conmemoración: hoy hace un mes exacto que Alumni vivió la partida del entrenador que lo dirigió desde el arranque del torneo. Y según parece, no hay mejor forma de evocar el momento que enfrentando al equipo a donde se fue a laburar.
Es curioso. Justo en una fecha importante para sumar vuelve Mauricio Magistretti, el mismo que adujo razones familiares para tomar distancia, a quien la gente lo apoyó en un principio (le hizo banderas, le dedicó buenos cánticos) y lo miró de reojo después, el joven de hablar sereno y poco, el tipo público y reacio a ser mediático.
“¿Cómo lo recibirá la gente después de su polémica partida?”, suelen preguntarse algunos, empapados del circo del contexto del fútbol más que del fútbol mismo.
Habrá que ver... Lo importante es saber que Magistretti no entra a la cancha, más allá que dejó en el club algunas opiniones divididas sobre su polémica salida.
Se le puede reprochar la forma y el momento de la decisión tomada porque lo hizo apenas dos fechas después de comenzar un nuevo año y aceptar los refuerzos, uno de los cuales rechazó a principios de temporada (Raúl Maldonado) para después darle la cinta de capitán. También pueden recordarle que primero habló del aspecto futbolístico como tema problemático y luego adujo razones familiares.
En el medio apareció Desamparados, cuyo técnico saliente, Ricardo Dillon, había anticipado la llegada de su sucesor, acusando públicamente una operación preparada.
La verdad de la milanesa sólo la tiene el propio Magistretti y, a esta altura, poco se le puede decir a los técnicos que dejan su trabajo a medias cuando, en realidad, en el fútbol cualquier mal resultado los demoniza y los pone de patitas en la calle.
Lo importante es que cada uno deja algo. Y el mendocino no pasó desapercibido. Trajo a un “tapado” que rápidamente se convirtió en arquero indiscutido (Julio Chiarini), peleó para contar con los servicios de Ariel Quiroga -un mediocampista formidable para la categoría- y, entre otras cosas, trabajó bastante para armar una estructura futbolística que sirvió como base.
Visto el cambio, se nota que tal vez no supo darle el vuelo futbolístico que el equipo logró con Bonetto, sobre todo en el juego corto y en el aspecto ofensivo. También se percibe una mayor dosis de motivación en el proceso actual, marcada por una forma de conducción que Magistretti todavía busca pulir, por sus pocos años que lleva en la carrera, en comparación con el reconocido cordobés.
Algunos hinchas pasionales seguramente dejarán de lado estas cuestiones cuando hoy lo vean asomarse por la boca del vestuario, aunque lo importante siempre será lo que suceda en el verde césped.
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