“Señores lectores:
Nos dirigimos a ustedes a través de este medio para hacer ver que la integración de niños con capacidades diferentes, aún en estos tiempos, tiene sus contras.
Nuestro hijo es hipoacúsico (disminución auditiva) y por tercera vez le han cerrado las puertas para entrar a una escuela privada católica.
En su momento, hace cinco años, fue en el Instituto La Santísima Trinidad de Villa María; luego, hace un año, en el Inmaculada Concepción de Villa Nueva, y por último hace días nuevamente en esta última localidad.
Confiados en el cambio de madre superiora, nos arriesgamos una vez más, depositando toda nuestra fe en ellas; pero volvimos a chocar con puertas cerradas.
Hace un año, la entonces madre superiora hermana Dora nos negó su entrada, sin previa justificación y sin informar ella misma la negativa, porque le encomendó la comunicación a otra persona. Nos callamos, pero dolió mucho.
Y ahora, la actual madre, hermana Marta, vuelve a rechazar a nuestro hijo. Según explicó, por los tiempos en que nos manejamos con la preinscripción. Dijo que ella de corazón lo recibía, pero que debía regirse por otras cuestiones. Aparentemente, en su corazón tampoco había lugarcito alguno.
En entrevistas, se dejó bien en claro que el niño no asiste solo a la escuela (actualmente concurre a la República del Paraguay), ya que es acompañado por una intérprete, que está junto a él las cuatro horas de clases, tiene a su grupo familiar detrás, a su escuela madre, el IMDA, con todo su equipo técnico. Tiene a su fonoaudióloga y a su psicóloga y a todas las personas que lo quieren y lo apoyan.
Esto como católicos y practicantes que somos, nos angustió muchísimo, pero ¡ojo!, no pongamos en medio a Dios, simplemente que acá en la Tierra los que dicen llevar adelante la obra de Jesús, enseñar y amar, la hacen trastabillar.
Creemos que es responsabilidad colectiva de toda la sociedad modificar el ambiente para lograr la participación plena de las personas con discapacidad en toda área de la vida social.
El compromiso y la convicción de cada adulto es el factor más importante de enseñanza: su ejemplo transmite tanto o más que todos los libros de la biblioteca o miles de palabras.
No queremos ofender a nadie, simplemente llegar a la conciencia de cada persona que lea esta nota, de hacer saber nuestro dolor como padres y de que las cosas no hay que callarla más, hay que armarse de coraje y salir al frente contra todo lo que se oponga, porque nadie está exento de nada en esta vida y nos necesitamos unos a otros.
¡No hay peor sordo que el que no quiere oír!
Muchas gracias.”
Gerardo Luis Giordano
DNI 24438937
Silvia Mariana Rosina
DNI 24893827