Marisa Carrillo, mamá de Joaquín Chanquía, debe enfrentar ahora una nueva batalla: la de reconocimiento de sus derechos laborales.
“Tenía un trabajo y cuando volví de China empezaron a hacerme la guerra, me sacaron de mi tarea y ni me dejaban faltar ni cuando estaba enferma”, relató a EL DIARIO.
Todo ese proceso se inició cuando comenzó la campaña para recolectar fondos tendientes a conseguir que su hijo pudiera recibir el tratamiento con células madre que se hace en China. “Durante siete años había trabajado sin ningún problema en el área de Hemodinamia de la Clínica Fusavim. Tenía responsabilidades importantes, manejo de dinero y a mi cargo estaba la resolución de un montón de problemas”, indicó.
Pero luego, cuando regresó de China, comenzaron los problemas. “Ya había tenido señales cuando iniciamos la campaña; por ejemplo, no me dejaban faltar cuando hacíamos una conferencia de prensa. Pero cuando volví de China, todo empeoró”, recordó.
“En primer término, en lugar de darme vacaciones ese mes de agosto (2012), me descontaron el sueldo. Pero lo peor fue al regreso, cuando en lugar de permitirme volver a mi puesto de trabajo, me mandaron a Administración General, casi sin tareas”, dijo.
“Además de someterme a esa degradación en el puesto de trabajo, tuve que aguantar todo tipo de embates. Por ejemplo, en el mes de junio pedí un turno para mi hijo que necesitaba una férula por unas ampollas que le salían en el pie. Me lo dieron para septiembre. Otro hecho que me dolió mucho es que me sancionaron por faltar en oportunidad que me tuve que hacer un estudio médico en la Clínica de la Familia, cuando en realidad me correspondía la licencia por enfermedad”, recordó.
Esa situación le generó un cuadro depresivo, por lo que consultó a un abogado que le recomendó solicitar por carta documento la reinstalación en su puesto de trabajo. “Me dijeron que no y, ante eso, el abogado me sugirió que me diera por despedida frente a todos esos agravios”, indicó Carrillo.
En consecuencia, inició una demanda laboral hace casi más de un año. “Tuvimos una primera audiencia de conciliación que fracasó y la segunda fue hoy (por ayer), cuando se hizo un encuentro para reconocimiento de firmas”, informó.
“Ahora, espero la fecha del juicio”, dijo. “Yo creo que es claramente una discriminación, pero no sé si eso se podrá probar en un juicio”, puntualizó.
“Lo que le puedo decir es que antes teníamos dos sueldos y yo, con lo que aportaba, podía ofrecerle a mi hijo tratamientos especiales, además de los que requiere obligatoriamente. Por falta de mi sueldo no se puede pagar más la equinoterapia ni la natación. No entiendo por qué gente que trabaja en la salud puede hacer ese daño cuando uno lo que hace es defender la salud de su hijo”, concluyó.