El planteo del curso que se dictó en la UNVM surge como pregunta: ¿es posible hacer agricultura extensiva y orgánica? Los expertos coincidieron en señalar que si bien no hay recetas mágicas para dejar de usar de un día para otro los agroquímicos que sustentan la agricultura mayoritaria de la Provincia, el suelo está “pidiendo a gritos” iniciar una senda de cambios.
Ese fue el tema de debate en la Universidad Nacional de Villa María (UNVM), donde expertos en la materia dictaron un curso para asesores en este tipo de producción aplicada a los cultivos extensivos, cerrando la actividad con una recorrida por Yucat, donde se está implementando esos sistemas. La propuesta fue organizada conjuntamente por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y el Instituto de Ciencias Básicas y Aplicadas de la UNVM.
Durante tres jornadas, profesionales de las ciencias agropecuarias se empaparon en esta temática en un curso coordinado por el ingeniero agrónomo Facundo Soria, integrante del staff de la cartera liderada por Carlos Casamiquela. También participaron como conferenciantes María Elena Irastorza, productora de productos orgánicos, Valeria Faggioli del INTA, y Diego Pinasco del Senasa.
Soria destacó que la agricultura orgánica vive un momento de auge en Argentina, aunque el retraso respecto a mercados como los de Europa y Estados Unidos sigue siendo importante. Enfatizó que “tenemos un sistema de regulación oficial de vanguardia, que nos permite exportar a Europa, aunque el mercado interno está despertando recién ahora”. Explicó que año a año se duplican los consumos internos de este tipo de productos diferenciados, aunque es más del 90% de la producción la que se continua exportando.
Cabe destacar que la producción orgánica en Argentina ha crecido fuertemente y ha logrado gran variedad, abarcando productos como la miel, el vino, todo tipo de productos de huerta, frutas, legumbres, entre otros. Sin embargo, Soria explicitó que este incremento se verifica en mayor medida en las provincias del NEA y del NOA, y también en territorio bonaerense, siendo en Córdoba un tipo de producción minoritaria.
Al respecto, Irastorza recordó que en nuestra provincia se siembran cuatro hectáreas de soja por cada una de maíz, trigo u otros cultivos. “Estamos viendo la pérdida escandalosa de materia orgánica en los suelos de la provincia de Córdoba”, afirmó, con la consecuente baja en la fertilidad.
“La agricultura orgánica trata de revertir ese proceso por medio de rotaciones, asociaciones, manejo diferente de cultivos, manejo microbiológico del suelo, de tal manera que puede llegar al cabo de un tiempo a tener el mismo resultado y la misma productividad que un campo convencional”, explicó. “La situación de los suelos en la provincia de Córdoba está pidiendo a gritos un cambio”, continuó, “la agricultura orgánica no es para todos los casos, pero sí puede traccionar en una dirección de cambio”.
Por su parte, Soria enfatizó que el objetivo de los cursos que se van dictando en diferentes lugares del país es “formar una masa crítica de profesionales” para implementar este tipo de cultivos en diferentes zonas. Afirmó que no existen “recetas mágicas”, sino que es preciso poner en marcha una ingeniería de procesos que combina diversas variables en un desafío complejo pero posible.