Los fondos buitre se han convertido en la estrella principal de los debates políticos apagados los ecos del Mundial de fútbol.
Y mientras escuchamos todo tipo de voces, optimistas y apocalípticas, no podemos evitar preguntarnos: ¿qué se esconde en el fondo de esos fondos?
Y así van surgiendo interrogantes más interrogantes multiplicados por incógnitas y divididos por especulaciones.
Si vamos a la observación del buitre, un animal que sobrevuela en busca de su presa y se alimenta de los muertos, vale la pregunta: ¿son culpables de su naturaleza?
En una de las tantas charlas con un amigo, que es un analista agudo y crónico de los grandes temas, surgió un concepto interesante para la discusión: “La pelea no tiene que ser con los buitres, ellos existen porque el sistema se lo permite. El Gobierno debería pedirle explicaciones al sistema de la democracia de Estados Unidos supuestamente la más perfecta del mundo.”
La frase quedó rondando por los rincones y dejando trozos de pequeñas realidades en su camino.
Los fondos buitre son parte del mundo financiero, están buscando sus presas.
“Son depredadores sociales”, dijo Cristina.
Es así, pero para evitar el daño que ocasionan los depredadores, existe un sistema. Precisamente, la defensa de los más débiles es una de las misiones elementales de la política.
El sistema democrático y republicano está preparado para resolver esas cuestiones y no permitir que las ambiciones desmedidas perjudiquen a los pueblos.
Los buitres manejan el dinero pero no han sido elegidos para manejar la política. Y no deja de llamar la atención, que la mayoría de los ataques frontales de los políticos se remitan exclusivamente a los buitres y no pongan, ni por un momento, en tela de juicio el comportamiento de los poderes republicanos de Estados Unidos.
En el país de “las oportunidades”, de la “igualdad y la libertad”, la Corte Suprema de Justicia le negó a nuestro país la posibilidad de defenderse.
Y eso es grave. Una falla en el sistema catalogado como el “más poderoso del mundo” deja a la mayoría de los países a merced de las aves rapaces.
Muchos pensarán que la apreciación no es novedosa y que el imperialismo siempre actuó de la misma manera. Cierto.
Sin embargo, no deja de ser preocupante que los mismos jefes de Estado encaren una máxima batalla contra los grupos enfermos de codicia y dejen en mínimo al principal enemigo: un sistema político servil a los grandes poderes económicos.
En pleno Siglo XXI, continuamos observando la vigencia de una frase dicha en los años 50 por un secretario de Estado del país del norte. “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses.”
Sin duda, sobran pruebas de ello. La legislación de Nueva York considera un ilícito comprar deuda con la intención y el propósito de litigar contra ella. ¿Por qué no tienen condena?.
¿Dónde está la Justicia del sistema democrático, republicano que muchos de nuestros políticos ponen de ejemplo?
La Justicia ¿está en el fondo?
Si existen los buitres, que van cambiando de nombre con el correr de los años, es porque existen, y han existido, gobiernos corruptos que traicionan a los pueblos.
Y esa es la batalla que deben pelear los gobernantes que están profundamente comprometidos con la defensa de su país, de los países hermanos y de la equidad social.
Argentina es una presa viva y de pie.
Tiene un Gobierno que no está dispuesto a ceder ante las presiones que pondrían en jaque el esquema económico y el trabajo de años para llegar a un equilibrio.
Nuestros representantes, de todos los partidos, tienen una gran oportunidad en esta nueva contienda de agitar las aguas para que todos podamos ver el sedimento oculto en las profundidades del sistema mundial.
Atacar a los verdaderos responsables de la decisión de un juez de apellido Griesa, sería un paso hacia adelante en el difícil camino de lograr un mundo más justo.
"No se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así, nada", sostenía el Che.
En un escenario tan complejo, Argentina está llevando un mensaje con fuerte contenido político en esta instancia judicial por el litigio de los “buitres” pero le faltaría ir más allá, bucear y seguir detrás de la visión de un mundo multifacético que delimite las fronteras de los más poderosos.
Es un momento ideal para hablar menos de los fondos y hablar más del fondo de un sistema que sigue haciendo agua a la hora de enfrentar la especulación globalizada.
Sólo la política puede salvar al mundo de los depredadores.
En ella, sólo en ella, están depositadas las esperanzas de los pueblos.