¡Y se dio el gusto nomás! Después de 37 años, Talleres de Etruria volvió a festejar un campeonato de la Liga Béccar Varela, tras superar en su cancha por 2 a 1 a Olimpo de Laborde en la segunda final del Torneo Apertura, con dos goles de Nicolás Semprini y un equipo integrado por una gran cantidad de jugadores provenientes de la Liga Villamariense, que se ganaron la confianza y el cariño de los hinchas de la “T”.
Desde temprano se vivió un clima de fiesta en el estadio de la “Gata Blanca”, con más de dos mil personas que colmaron las tribunas esperanzadas de disfrutar de un buen partido de fútbol.
El color y el calor de las gradas sirvió para opacar la baja temperatura que el día ofreció y con la salida de los equipos a la cancha se comenzó a vivir una jornada que será recordada durante mucho tiempo por la mitad de los etruscos.
Si bien cuando se disputaba el primer minuto José Gobbi atrapó un tiro libre ejecutado por Miguel Quinteros, durante los primeros minutos de acción el juego no fue para nada prolijo ni atractivo para los ojos del público. Con los corazones de los 22 protagonistas latiendo a mil por hora, ya que no todos los días se juega una final, no supieron cómo tomar las mejores decisiones a la hora de jugar la pelota y así el encuentro se tornó demasiado impreciso. Ninguno de los dos equipos pudo administrar bien el balón, lo perdieron demasiado rápido cada vez que se hicieron con él y por eso la mayor parte del tiempo el esférico deambuló por la mitad de la cancha.
Hasta que por intermedio de una jugada a balón detenido y producto de una falla del arquero de Olimpo, la paridad se quebró a favor del dueño de casa. Se jugaban 17’ cuando Diego Gabetta ejecutó un tiro de esquina desde la izquierda, para encontrar por el segundo palo a Nicolás Semprini. Fiel a su estilo goleador, conectó de cabeza y decretó el 1 a 0 que hizo desbordar de alegría a todo Talleres.
Pero la visita no se amedrentó tras quedar abajo en el marcador. Con su poderoso juego ofensivo comenzó a adelantarse en el terreno de juego y a complicar sobre el arco contrario. Iban 21’ cuando Carlos Serial ingresó al área por la izquierda y metió un derechazo violento que Gobbi desvió con sus piernas.
La resistencia del combinado dirigido por Daniel Semprini se desvaneció a falta de cinco minutos para el final de la etapa inicial. Federico Semprini demoró para salir sobre la banda derecha, Quinteros le robó el balón y metió centro al corazón del área donde Serial se elevó más alto que todos y metió un frentazo que significó el 1 a 1.
El primer tiempo finalizó con una supremacía por parte del “Auriazul”, que preocupado por la derrota parcial fue más que el rival en su afán de conseguir el empate.
Ese panorama se mantuvo para el inicio del segundo tiempo, pero los dirigidos por Luis Fassano fallaron a la hora de definir las buenas situaciones de riesgo que generaron, mayormente gracias a las buenas respuestas que Gobbi ofreció cada vez que fue llamado a escena.
Primero a los 15’ el uno atrapó, bien parado en el centro del arco, un cabezazo de Osvaldo Neyra, tras un tiro libre impulsado por Quinteros. Luego a los 26’ volvió a intervenir, otra vez para bloquear con su pie izquierdo un nuevo testazo de Neyra.
En el fútbol una frase recurrente refleja que los goles que no haces en el arco contrario, te los terminan convirtiendo en tu propia puerta y esas palabras sirven para reflejar perfectamente lo sucedido en los segundos 45’.
Faltaban 6’ para que la definición se estirara hacia el alargue, pero José Fernández recuperó la pelota en el sector derecho y, ante una defensa rival totalmente dormida, tocó al medio para la llegada solitaria de Nicolás Semprini, quien solo tuvo que empujar la pelota para poner el 2 a 1 y desatar el interminable festejo de toda la gente de Talleres de Etruria.
Con el pitazo final de Maximiliano Stevenot las lágrimas de emoción invadieron el campo de juego. Es que “La gata blanca” estaba volviendo a festejar después de 37 años de abstinencia y la alegría se hizo notar. ¡Salud, campeón!
La figura
Nicolás Semprini. Al joven delantero no le pesó la responsabilidad de cargarse su equipo al hombro en una final. Lucho toda la tarde contra buenos defensores, nunca se achicó ante los golpes que recibió y anotó, nada más y nada menos, los dos goles que le dieron el campeonato a Talleres.
El árbitro
Maximiliano Stevenot. Regular actuación del referí, sobre todo porque durante el primer tiempo dejó prevalecer el juego brusco y desleal por parte de algunos protagonistas, hecho que no penó con tarjetas y hasta en ocasiones sin cobrar falta. Para la etapa complementaria corrigió esas falencias y levantó mucho su nivel.