Muchas veces escuchamos hablar sobre los hábitos alimentarios pero rara vez entendemos de qué se trata.
Hábitos alimentarios son las costumbres o prácticas adquiridas a lo largo de la vida que influyen en nuestra alimentación.
Retrocediendo un poco en el tiempo descubrimos que las costumbres de una población han ido evolucionando a través del tiempo. Los hombres primitivos fueron cazadores, recolectores, agricultores, pastores nómadas y grupos asentados en territorios donde cultivaron sus tierras y domesticaron animales para el consumo.
El mundo actual tiene a su disposición una enorme despensa con múltiples variedades de alimentos, lo que no garantiza que todos los seres humanos tengan su comida diaria.
Dichas prácticas se encuentran determinadas por factores intrínsecos y extrínsecos.
Nos referimos a factores intrínsecos cuando destacamos la personalidad del individuo y la importancia que éste le concede a las recomendaciones alimentarias.
Por factores extrínsecos entendemos la estructura familiar, organización escolar y laboral, recursos económicos, de conocimientos, actitudes, habilidades, destrezas y tiempo disponible, así como la aceptación social de los propios hábitos alimentarios.
Como era de imaginar, dichas prácticas están ligadas a los “estilos de vida”, que a su vez son influenciados por el “medio ambiente”, creando un clima muchas veces poco saludable para el ser humano.
Los hábitos alimentarios “saludables” presumen ser beneficiosos para la salud y la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles, pero la realidad nos muestra que la balanza se inclina hacia costumbres más nocivas.
Es posible corregir estas malas prácticas adoptando una dieta con las siguientes características:
-Variada, esto asegura el consumo de todos los nutrientes necesarios para la salud.
-Equilibrada, se aconseja consumir alimentos de todos los grupos para asegurar una dieta variada.
-Verduras y frutas, aumentar la cuota de vegetales y frutas de estación favorece el aporte de fibras, vitaminas y minerales.
-Respetar la distribución y los horarios de las comidas, desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena.
-Moderar la ingesta, no existen alimentos buenos o malos, lo que existen son malos hábitos de alimentación. Tanto la carencia como el exceso se transforman en una amenaza para la salud.
-Disfrutar de las comidas, aprovechar este momento para el diálogo y el encuentro familiar.
-Tomar suficiente agua por día.
-Realizar ejercicio físico diariamente.
En el aprendizaje de los hábitos alimentarios saludables intervienen factores cognitivos, volitivos y afectivos, por lo que es importante valorar el contexto de las vivencias y desde allí lograr un cambio sostenido en el tiempo que nos permitirá disfrutar de los días.
Lic. Mariana Mengarelli
nutricionista
MP 3409
Policonsultorios AMEL