Cuando en marzo de 1976 el mayor José Cayetano Torres asumió como interventor del Gobierno municipal, golpe de Estado mediante, la autoridad local en materia cultural era ejercida por la Comisión Municipal de Cultura, organización con década de existencia que desapareció en el año 1979 cuando se creó la Dirección Municipal de Cultura. Existen fuentes documentales que permiten visualizar cómo impactó la asunción de las autoridades de la dictadura cívico militar en la Comisión de Cultura. Uno de esas fuentes es el libro de actas de la propia Comisión que registra las actas de esa organización desde 1973 hasta que dejó de funcionar.
Pedir el Concejo para otros usos
A inicios de 1976 integraban la Comisión Ernesto Carrizo, en calidad de presidente, Mabel de Comini, Laura de Calvo Alvarez, Sara de Kamienski, Luisa de Rocchi, Olga E. Dominicci, Perla Baccari y Lucinda de Tárter. Habitualmente las deliberaciones se realizaban en las instalaciones de la Biblioteca Municipal Mariano Moreno. En la página 159 del libro de actas conservado en el Archivo Histórico Municipal aparece el acta sesenta y seis que refleja lo sucedido en la reunión del 26 de marzo de 1976. Allí se dejó asentado que, luego de tres meses sin deliberaciones, se encontraron “con el propósito de reanudar las actividades culturales”. En esa reunión fueron receptados el balance y la memoria anual del Teatro Estable; Lucinda de Tárter informó que el Coro Polifónico había creado la Escuela de Niños Cantores a la vez que tenía en formación el Conjunto Juvenil de Flautas y la Escuela de Títeres; por otra parte Luisa de Rocchi pidió que se intensificara la publicidad de la apertura de inscripción en la Escuela de Danzas Nativas “Rosario Peralta de Loto”. Pero el primer punto que aparece en el acta dice que “se realizó el inventario y se contaron las pertenencias de la Comisión Municipal de Cultura con el objetivo de presentar un informe a la nuevas autoridades municipales “. Páginas más adelante se encuentra el acta sesenta y siete correspondiente a la reunión del último día de marzo en la cual se dejó en claro que si bien se receptaban ofrecimientos y se fijaban fechas para “actos culturales”, todo quedaba “supeditado a las resoluciones de las autoridades municipales, con respecto a la marcha de la Comisión…”.
También se ha dejado constancia de que en ese encuentro “se consideró la posibilidad de solicitar la sala del Concejo Deliberante para destinarlo al uso de entidades municipales” y “se dispuso que el Sr. Ernesto Carrizo y la Sra. Mabel Comini solicitarán audiencia al mayor José Cayetano Torres, para ponerlo en conocimiento de las actividades de esta Comisión y ponerse a disposición de las autoridades”.
Renuncias de todo tipo
El 14 de abril la Comisión se reunió “con el único propósito de considerar” las renuncias que sus integrantes elevarían al interventor municipal. Se decide dejarla a consideración de “las autoridades competentes”.
El 29 de ese mes, el mayor Cayetano Torres recibió a integrantes de la Comisión y les manifestó “que aceptaba la deferencia pero que por falta de razones no serían aceptadas las renuncias”. La secretaria de actas anotó que entonces “por tal motivo, las personas indicadas reanudarán, a partir de la fecha, sus actividades en la Comisión (…) condicionadas a las posibilidades reales permitidas por las circunstancias económicas…”. Pero inmediatamente “se solicitó autorización para utilizar la sala del Concejo Deliberante, para realizar actos culturales. Habiendo sido concedida la autorización de dicha sala”.
En la reunión del 7 de junio (acta setenta y dos) “se informó que, previo a la realización de cualquier acto, se deberá solicitar la autorización correspondiente a la Policía de la ciudad, y se le deberá informar acerca del carácter y finalidad del mismo, como así también quién se responsabiliza de su organización”.
Queda claro que por más que se trataba de una entidad del Estado municipal sus integrantes debían pedir permiso a la Policía para organizar actos.
En el mismo encuentro se decidió que Carrizo junto a Comini debían reunirse con el comisionado municipal y se elaboró un temario con los planteos a realizarle al militar. El tercer día de agosto estos dos integrantes “hicieron una exposición de los resultados obtenidos en la entrevista con el secretario de Gobierno” que fue quien los atendió.
Dijeron que el municipio se comprometió a acondicionar el subsuelo del Palacio de los Deportes para que allí funcionara la filial de la Sociedad Argentina de Escritores, el Coro Polifónico y la Escuela de Danzas.
Tiempo después, el 28 de septiembre, la Comisión, en una de sus habituales reuniones volvió a considerar la renuncia de sus miembros que en esta oportunidad le dieron carácter de indeclinable a la misma. Pero es claro que las renuncias, por lo menos algunas, se presentaron para facilitar la asunción de nuevas autoridades culturales que serían acompañadas por quienes estaban dimitiendo.
Así en el acta ochenta y cinco se señala que el 15 de octubre, a las 21.30 horas, en el despacho del Poder Ejecutivo se puso en funciones la nueva comisión presidida por Alfredo Alejandro Angeli, Mabel C. Venturini como vicepresidenta, Sara Montagner de Kamienski en calidad de secretaria.
En tanto que el tesorero fue Odel Sponer y Dolly Pagani la protesorera. La prosecretaría fue ocupada por Olga Fernández Nuñez, y las vocalías le correspondieron a Rosa Teresa Vázquez, Marina González, Laura Fernández de Calvo Alvarez, Lucinda Bravo de Tárter, Rogelia Fernández, Perla Baccari, Néstor Alvarez, José García y Dante Leonardo Ramos.
Así quedó constituida la nueva comisión nombrada por el comisionado municipal Adolfo Jaca que asumió ese 28 de septiembre.