La joven docente habló del valor excluyente de la composición, tanto en el secundario como en las carreras que privilegian la gramática y la pedagogía
¿Por qué razón, a diferencia de la música y la plástica, la literatura no cuenta con carreras que titulen la producción artística? ¿Por qué mientras un pintor se recibe en Bellas Artes con una muestra de su autoría, un “aspirante a escritor” sólo tiene chances de graduarse de profesor? ¿Por qué no se les pide a los creadores de textos una obra propia en vez de instarlos a redactar aburridas tesis sobre “el concepto del tiempo en Proust” o “el valor de la utopía en el Quijote?” Y lo que es más notable, ¿por qué no hay en los terciarios y universidades del país, docentes titulados en Escritura Creativa que a su vez formen alumnos? ¿Acaso la creación no es el más importante de los fundamentos literarios? Y si no ¿para qué leemos cuentos a los niños? ¿Para que escriban un tratado sobre “la psicopatía en el comportamiento del Lobo Feroz” en Caperucita Roja? ¿O no es que leemos cuentos a los niños para ayudarlos a construir el reino paralelo (y acaso excluyente) de la fantasía, para que no corten el hilo de Ariadna que viene de la mitología y se hunde en el origen mismo de la especie? De ser así, ¿por qué una vez pasados los 18 años nadie pareciera tener “derecho académico a inventar historias” pero sí a escribir pelmazos ilegibles? O dicho en otras palabras ¿por qué un escritor debe hacerse solo y a los palos por fuera del sistema universitario como única elección, sin la posibilidad de contar siquiera con una formación adecuada o tener como fuente de trabajo la docencia? Si el comienzo de esta nota no es más que un largo listado de preguntas, es porque este obrero de la información se las ha hecho durante más de dos décadas y aún no ha encontrado respuestas.
Sin embargo, en los últimos tiempos y atentando felizmente contra la rigidez académica de las universidades, están soplando vientos de cambio. Y uno de los más fabulosos aires acaba de producirse en un torbellino de la Universidad Nacional de Villa María, ciudad anticiclónica si las hay. Y aquellos vientos provienen más precisamente del profesorado de Lengua y Literatura. Allí, una docente egresada realizó una novedosa formación en Flacso (Buenos Aires) y a su vuelta a Villa María dictó el primer Taller de Escritura Creativa del que se tenga noticia.
¿Cuál es la diferencia sustancial de esta propuesta con respecto a los talleres literarios que siempre hubo en los profesorados? Primero, que el espacio de Escritura Creativa fue planteado como materia optativa. Segundo, que tuvo un récord de inscriptos. Tercero, que el taller se cerró de modo oficial no en el aula sino en un café de la ciudad; entendiendo que la producción de textos tiene que salir de los claustros hacia el mundo. ¿La responsable del proyecto? Una jovencísima profesora de Lengua y Literatura llamada Eugenia Vivian, quien como una buena hija de Eolo cuenta la génesis de este nuevo ciclón.
Permiso para imaginar
-¿Cómo fue que te decidiste a dictar un taller de escritura creativa en la universidad?
-Fue una propuesta que me hizo Beatriz Vottero, coordinadora del profesorado de Lengua y Literatura. Como yo había estado haciendo una especialización en Escritura de Ficción en Buenos Aires, ella me pidió que pensara en algo para el profesorado. Y así nació el taller.
-¿Hubo demanda de parte de los estudiantes?
-Sí, porque ellos manifestaron más de una vez la necesidad de tener un espacio dónde escribir y mostrar sus producciones. Esto tiene que ver con que la mayoría escribe. Incluso muchos llegan a la universidad pensando que van a profundizar en lo creativo. Pero no es así. La universidad te prepara para la docencia y la investigación. Sin embargo, me parece un contrasentido no estimular esa práctica que ellos ya traen incorporada y que, además, los va a enriquecer cuando den clases. En mis épocas de estudiante, me hubiese encantado asistir a un taller así.
-¿Por qué creés que la escritura creativa no termina de consolidarse en los profesorados de literatura?
-Yo creo que la escritura de ficción está desvirtuada en la educación. Poder trabajar con la imaginación es algo que está siempre en un segundo plano, sobre todo en la escuela secundaria que es donde yo trabajo y tengo más experiencia. Y pienso que esa mecánica se replica en el terciario. Todo está centrado en la parte gramatical o lingüística.
-Sin embargo, en el secundario se siguen escribiendo las famosas “redacciones”…
-Sí, pero cuando le pedís a los chicos que hagan una, lo toman como una pérdida de tiempo. El hecho de partir de la escritura para llegar a la gramática y no a la inversa es algo fabuloso. Pero en la escuela hay un aplicacionismo permanente en las materias que siempre termina conspirando contra la imaginación.
-¿Por qué pensás que a los chicos les parece una pérdida de tiempo la escritura?
-Porque muchos me preguntan “profe ¿para qué sirve escribir?”. Y ese “para qué sirve” está muy instalado en la escuela. No es fácil dar una respuesta a eso; es como si te preguntaran para qué sirve estar enamorada… Igual, yo les digo que la escritura sirve para que se conozcan a sí mismos, para que sepan quiénes son a través de las historias que cada uno tiene para contar. En esas historias se reflejan sus deseos, sus esperanzas y sus frustraciones.
-¿Creés que hay poca incentivación a la escritura en el secundario?
-Muy poca. Y es una pena porque en el secundario se debería experimentar mucho más con la creación. Hasta en el modo de enseñar los autores clásicos. Por ejemplo, trabajar el “Martín Fierro” con una guía me parece que ya no atrae a nadie. Yo me imagino dando el Martín Fierro con una canción de Calle 13 que hable de la marginalidad actual para entender mejor la de los gauchos del siglo diecinueve. Tenemos que hacer que la literatura esté viva en las escuelas y no que sea un lugar de aburrimiento.
-¿Por qué hiciste la formación de Escritura Creativa en Buenos Aires?
-Quería hacer algo después del profesorado pero todo estaba orientado a la enseñanza. Y gracias a Beatriz vi esta formación relacionada con la libre expresión y con eso de devolverle un lugar de creatividad a los chicos en el aula. Sobre todo, estaba en contra de ese modelo estructurado que hace que los chicos terminen odiando la literatura en el colegio y la instancia de la escritura en la facultad.
Escritores “made in” UNVM
-¿Qué balance hacés del taller que acabas de dar?
-¡Que cuatro meses es muy poco tiempo para un taller así! Pero que así mismo trabajamos muy bien y de manera responsable. Nos reuníamos todos los martes de 18 a 20 y escribíamos con diferentes consignas. Y el pasado 19 de junio hicimos el cierre del taller en el café “La Folie”, donde unos 20 chicos leyeron sus poemas junto a estudiantes, profesores y talleristas.
-¿El taller estuvo centrado en el género poesía?
-No, todo lo contrario. Las consignas apuntaban a la narrativa pero la mayoría de los chicos terminó escribiendo versos. Y eso que al principio decían “¡a mí la poesía no me sale!”. Hay ganas de hacer otro taller en el segundo cuatrimestre, pero de cuentos.
-Contáme acerca de las consignas que utilizaste.
-Me manejé con las vanguardias del siglo veinte, sobre todo con el Manifiesto Surrealista. Vimos el concepto de escritura automática, el poema colectivo, el poema collage y el cadáver exquisito. También leímos textos de André Bretón y Paul Eluard y vimos las consignas de “la ruleta o la galera”, que consiste en juntar palabras de campos semánticos diferentes. Quedan textos realmente disparatados y muy buenos. Muchas veces, además, escribimos con música de fondo a partir de un epígrafe.
-¿Y de Argentina qué propuestas tomaron?
-Todas estas propuestas que te digo están, efectivamente, en el libro del grupo Grafein, que es el referente de la escritura creativa de Argentina. Está formado por Mario Tobelem, Gloria Campillo y Maite Alvarado. De hecho, el libro es tan bueno que está agotado y sólo se consigue por Internet.
-¿Cómo era el grupo de tus talleristas?
-Un grupo muy comprometido que trabajó siempre… ¡Sólo que eran más de veinte! Yo pensaba que vendrían dos o tres locos al taller, pero cuando vi todos los que eran, me quería morir!… Eran chicos de todos los años del Profesorado y la Licenciatura de Lengua y Literatura. Algunos, incluso, ya se están por recibir. Fue muy hermoso…
-¿Pensás que se puede “aprender a escribir” o que ya se nace con esa facultad?
-Eso fue algo que se puso en discusión en el taller más de una vez, si la escritura es un talento natural o no. Yo creo que hay una sensibilidad especial que viene con uno, pero también creo que está la posibilidad de desarrollar esa sensibilidad. La mayoría de los escritores dicen que la escritura es un trabajo. Y los chicos se descubrieron en esa situación de creación, usando recursos, corrigiendo, haciendo ese trabajo que hacen los escritores. Y eso es muy importante.
-¿En donde radica esa importancia?
-En que los chicos de este taller van a ser docentes muy pronto. Y sería bueno que reciban los textos de sus alumnos con otra mirada y con mucho amor. También para la trayectoria personal de cada uno, porque en el profesorado el deseo de escribir se va perdiendo. Por suerte, muchos de los chicos que asistieron quieren dictar un taller como este en el barrio o en sus pueblos. Y esto para mí no tiene precio. ¡Es el mejor premio que me pudo haber tocado!
Iván Wielikosielek
“La poesía debe ser hecha por todos”
Con esta frase, el desdichado Isidre Ducasse Conde de Lautréamont (1846-1870) describía su visión de la literatura en el prólogo a unas “Poesías” que nunca llegó a concluir debido a su muerte prematura. Erigido en referente dilecto por los surrealistas, el autor de “Los cantos de Maldoror” dejaba sentadas las bases de la escritura en la modernidad. Y de alguna manera, su célebre frase se volvió consigna un siglo y medio después en un taller del sudeste cordobés. Basten como ejemplos, estos textos “made in” UNVM.
“Un ángel casto/ deviene/ en sueños// me empapa de nitidez,/ claridad,/ fulgor resplandeciente// Luego,/ el silencio desbordado de palabras,/ el agujero negro de la noche// Extraño cuerpo vacío/ que yace sediento” (Macarena Aguilar)
“El día es gris/ Ella busca la oscuridad,/ despertar y vivir/ morir./ Un sentimiento leviatánico.// Crece la hoguera/ en la infinidad de su útero/ A la resolana/ se quema su alma.// Encenderse viva,/ blanca de sal,/ agua y fuego,/ tierra y polvo.// Espera el sentido,/ un beso, una mueca./ Espera la señal/ que la convierta en cuerpo/ que reúna sus cenizas/ y la agonía”. (Gabriela Zavala)
“Jaula enmienda libertad/ atrapa/ cuida de aprender a volar// Suspiros de cicuta./ En la oscuridad,/ te conozco/sé de tus abismos. //¿Por la mañana te irás?/¿O afirmarás aquí/tu angelical presencia infernal?// Suspiros de cicuta/ Canciones de nunca cesar.// Hubo una estocada final, y es verdad./ Toda jaula enmienda libertad. (Juan Ignacio Guitian)