El fiscal cordobés Hugo Almirón pidió ayer que Maximiliano Francisco Eve (37) sea condenado a 13 años de prisión efectiva, por considerarlo “partícipe necesario de homicidio en grado de tentativa”, por el atentado contra la vida del dirigente local Alejandro Roganti, perpetrado el 14 de abril de 2008 en Villa María.
Por su parte, el defensor Alejandro Dragotto reclamó la absolución tras sostener que su cliente desconocía que su hermano Sebastián Baltazar Eve (41) atentaría contra la vida de Roganti, a quien le efectuó cinco disparos que hirieron gravemente a quien fuera dirigente de Luz y Fuerza y exlegislador provincial.
Subsidiariamente, Dragotto solicitó que Eve sea declarado autor de “encubrimiento”, un delito menor que, legislado por el artículo 277 del Código Penal, tiene una pena de uno a seis años cuando se trata de hechos graves como un intento de homicidio.
“Nada reparará el daño causado”
Durante los alegatos, el abogado y senador nacional Luis Juez, quien representa a Roganti por intervenir en el proceso como querellante particular, no solicitó pena para el menor de los hermanos Eve (aunque adhirió al pedido del fiscal Almirón), por entender que “nada va a reparar el daño que le hicieron” al villamariense.
Juez insistió en que los autores intelectuales del sangriento episodio no fueron sentados en el banquillo de los acusados, en clara referencia al secretario general del Sindicato Regional de Luz y Fuerza, Eduardo Brandolín, y a su “mano derecha”, Miguel Valente, quienes desde un comienzo fueron sindicados por Roganti como los que contrataron a los sicarios santafesinos para matarlo porque él había denunciado al dirigente gremial a raíz de una serie de graves irregularidades en el manejo del gremio.
El juicio a Maximiliano Eve continuó ayer, poco después de las 13, en sala de audiencias que la Cámara Octava del Crimen de la ciudad de Córdoba posee en el edificio de Tribunales II, en barrio Observatorio de la capital provincial.
Audiencia final
Tras la recepción del último testimonio, los camaristas Juan Manuel Ugarte (presidente del tribunal), José Pueyrredón y Julio César Bustos, como así también los jurados populares que participan de este proceso penal, escucharon las conclusiones de las partes y sobre el final del debate se dispuso un cuarto intermedio hasta el miércoles de la próxima semana para escuchar la “última palabra” del acusado y luego dar a conocer el veredicto.
El otro juicio
Cabe recordar que el 11 de junio de 2010, en un histórico proceso oral y público realizado en dependencias de la Sociedad Rural de Villa María (se eligió ese lugar por razones de seguridad), la Justicia local condenó a Sebastián Eve a 15 años de prisión, tras declararlo autor material de “homicidio calificado por alevosía y uso de arma de fuego, en grado de tentativa”, y autor de “amenazas calificadas”.
Sin embargo, como el convicto santafesino estaba debiendo tres años de una condena aplicada el 7 de abril de 2005 por la Cámara Segunda del Crimen de la capital provincial, recibió una sanción unificada de 18 años de cárcel y se lo declaró reincidente.
En tanto, Maximiliano Eve (nació en la ciudad de Santa Fe el 26 de junio de 1977) estuvo prófugo de la Justicia argentina poco más de dos meses y fue detenido en la localidad española de Sabadell, a unos 20 kilómetros de Barcelona, el 23 de junio de 2008.
En España integró una organización delictiva conocida como “la banda de los cordobeses”, que había perpetrado varios asaltos a joyerías.
Eve se había fugado a Europa el 17 de abril de aquel año, es decir tres días después de que Roganti fuera baleado en la puerta de su casa, en barrio Rivadavia.
En una Fiorino
Cabe recordar que los Eve llegaron a Villa María la noche del 14 de abril de 2008 a bordo de un utilitario Fiat Fiorino de color blanco y se dirigieron al domicilio de Roganti. Una vez allí, Sebastián se bajó y llegó hasta la puerta de la casa, mientras Maximiliano se quedó al volante del rodado, esperándolo a la vuelta.
Luego de que el mayor de los hermanos logró consumar el alevoso ataque, volvió sobre sus pasos, subió a la Fiorino y ambos regresaron a Córdoba, donde estaban domiciliados, pero fueron seguidos por el policía Federico Bordino, quien logró anotar la patente del vehículo y permitió, de ese modo, que la Policía y la Justicia los pudiera identificar.