Se van a cumplir cinco meses desde que se inundaron los caminos de tierra que conducen a Analía Paredes y sus 10 alumnos a la escuela rural Sargento Cabral Campos San Miguel, en La Playosa.
Desde el 17 de marzo, cuando llovió 80 milímetros, que no pueden llegar a la escuela. El 5 de abril, con otros 180 milímetros de lluvia, la situación no sólo se agravó en las calles, sino que el agua llegó a la escuela y todavía hoy continúa deteriorándola, haciendo temblar los cimientos de la escuela que está a 17 kilómetros de La Playosa, hacia el oeste, y a unos 10 kilómetros de Los Zorros.
“Los caminos siguen inundados, eran 10 alumnos y por la inundación tres tuvieron que dejar”, se lamenta Analía, personal único de la institución, por lo tanto directora y docente.
Los accesos a la escuela son dos, ambos están en las mismas condiciones y Analía no ve con optimismo la posibilidad de que esto cambie, porque “el agua viene desde un canal que llega hasta Los Zorros y termina ahí, entonces el agua desborda constantemente buscando caminos alternativos y por eso se va para el lado de la escuela”, explica.
Pidió ayuda “a todos lados”, desde ministros de Ambiente, Recursos Hídricos o Vialidad, hasta legisladores y municipios. Pero la respuesta fue siempre la misma y negativa. “Los caminos rurales que pasan al frente de la escuela pertenecen al consorcio caminero de Los Zorros, pero la escuela pertenece a La Playosa, entonces nadie se hace cargo”, reclama Analía.
Un aula prestada
Ante esta situación y para no dejar de darle clases a estos niños, la docente recurrió a una escuela primaria de La Playosa para pedir prestada un aula. “No podía dejar a los chicos sin clases, la directora me presta un aula y la usamos cuando ellos no la usan”, cuenta. Además, “solicité una ayuda a la Municipalidad de La Playosa para que fuera a buscarlos una traffic; justamente no van a la escuela rural porque no pueden venir al pueblo, pero sólo los buscan tres veces por semana”.
Analía lucha contra el olvido y el silencio que padecen casi todas las escuelas rurales. “Cuando se inundó Villa María y Las Varillas todos acudieron a dar soluciones rápido, yo vengo pidiendo ayuda desde el 17 de marzo y todavía no tengo ninguna solución”. La respuesta -jura- que más escuchó es que “no hay dinero”. Mientras, sigue intentando volver a dar clases en el edificio que ella y sus alumnos tuvieron que dejar hace cinco meses.