Estimado Obispo de Villa María:
Quien suscribe, Mariano J. Ludueña, abogado, especialista Derecho en violencia de género y combate del abuso sexual infantil, católico por elección y pecador en varias oportunidades, oriundo de nacimiento de la ciudad de Oliva, al igual que su familia Giraudo, descendientes del gran Constancio Giraudo, el hombre que vislumbrando el zenit de su vida, regaló su empresa a los empleados de toda la vida y se retiró, un altruista.
Me cuesta escribir esto por el respeto enorme que le tengo a su ancestro, y para entrar en confianza, le voy a contar algunas situaciones vigentes de nuestra amada ciudad de Oliva, que forma parte de su diócesis.
1. Oliva es la ciudad con más enfermos de esclerosis múltiple del planeta, con el único caso mundial de hermanos afectados por dicha enfermedad. Cuando en el mundo hay 10 enfermos cada 100 mil habitantes, en esta ciudad hay 10 enfermos cada 10 mil. Sí, obispo, 10 veces más.
2. Meses atrás, la Policía secuestró dosis de LSD (acido lisérgico), una droga de consumo inusual en una población tan pequeña, y tenemos el flagelo de la droga que afecta nuestra juventud, como en el resto del mundo, pero con LSD.
3. La corrupción está enquistada en gran mayoría de nuestras instituciones y hemos pasado hace rato a aceptar el triste “roba pero hace”, como normal.
4. Tenemos una red de agua obsoleta, que está dinamitando las calles de nuestra ciudad y cuando arreglamos una calle, se rompe la que sigue.
5. No tenemos transformador de luz y sobrevivimos gracias a uno que nos presta EPEC.
6. Tenemos un hospital público manejado por un amigo del ministro Fortuna, muy cuestionado, de Oncativo, y esta es la única explicación de por qué sigue en el cargo. En dicho hospital se murieron dos bebés en dos meses y derivaron una parturienta a 170 km de distancia, para no molestar al médico que se negó a atenderla.
Pero no quiero aburrirlo, es un pueblo donde todos nos conocemos y arreglamos nuestras cuestiones como podemos, a veces nos gritamos, algunos se van a las manos sin problema, porque en el fondo somos pasionales.
Conocí a monseñor Rovai, quien me fue presentado por el Dr. Jorge Gentile, con quien tengo vínculos afectivos y laborales, Rovai, fue quien me bautizó como “el abogado de los árboles”, en relación a un abrazo a unas palmeras que quisieron cortar ilegalmente, en la vieja plaza de la Navidad Gaucha, pero codo a codo y abrazándolas con la compañía del padre Mariano Pérez Smith y gente de la comunidad, logramos impedir su tala y siguen hoy ahí, preciosas…
Días atrás me encontré con el presbítero José Amado Aguirre, a quien fui a buscar para un servicio sacerdotal, y me confió que estaba conmocionado por su visita, que en vez de ser de apoyo caritativo a su ancianidad, por sus casi 90 lúcidos años, había sido para darle una especie de intimación para que aceptara el ministerio de la Iglesia y reconociera su supuesto error doctrinario, al sostener la validez del divorcio civil, algo que creo, la humanidad ya ha entendido, pero veo que usted no. Le comento, el matrimonio civil no es válido para la Iglesia, por ende el divorcio civil debería ser por lógica, irrelevante para la Iglesia, no sé si soy claro.
Pues bien, por más que usted llame y visite dos millones de veces al padre Aguirre, le aviso que este no modificará su postura y tampoco se modificará el cariño que esta comunidad le tiene a él.
Le pido humildemente, que vuelque su energía a problemas reales enumerados desde el punto 1 al 6 de nuestra comunidad y deje la inteligencia y tozudez del padre Aguirre al juicio de Dios, único juez válido en este mundo y en el otro.
Perturbar ancianos ilustres y otros errores más graves no hacen quedar bien a nuestra Iglesia, porque creo que al ser hijo de Dios, puedo decir nuestra ¿no? Por actitudes como estas nacieron como desmembramientos del cristianismo, el luteranismo, calvinismo, y demás ramas, y permanecer en este error de adoptar verdades dogmáticas como irrefutables, sólo produce más división, y cuando hay división, ya sabemos quién reina...
Unidos en la fe en Dios, se despide este pecador con un abrazo al señor obispo
Mariano Ludueña
PD: Con los chicos no, y con los viejos, tampoco...