Hace cuarenta años en la noche del 10 de agosto de 1974 más de sesenta combatientes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) desarrollaron una acción mediante la cual tomaron la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María. El 11 de junio de 2012, en el auditorio de la Biblioteca Popular y Municipal “Mariano Moreno”, se estrenó el documental “Decididos. El caso Villa María”.
Algo de historia y de contexto
El trabajo documental realizado por Renata Falchetto, María Delfina López y Verónica Lucía Figueroa rescata testimonios de varios actores de aquellos sucesos, entre ellos los integrantes del ERP que, aclaremos, era el brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) que se había fundado en 1965 en cuyos orígenes puede identificarse la Corriente Obrera Trotskista y el Frente Revolucionario Indoamericano y Popular al que pertenecía Mario Roberto Santucho, economista santiagueño e indiscutido líder de este movimiento. Fue en 1970 cuando en un congreso del PRT se decidió conformar el ERP, diferenciando así la guerrilla armada de la política, separando la acción política de la militar.
El objetivo de este movimiento era su instalación en el poder mediante la lucha armada, popular y prolongada en pos de una revolución obrera socialista y latinoamericana que modificara la realidad social desarrollada por el sistema capitalista que nunca ha podido solucionar la desigualdad social por ser intrínseca al mismo. La idea de revolución conllevaba quitarles poder a los sectores dominantes, conservadores que no sólo pretendían el mantenimiento del estado de las cosas sino que, mediante golpes de Estado periódicos o gobiernos civiles cómplices, se aseguraban que la relación de fuerzas, tanto política como social, se mantuviera favorable a su objetivo. A lo largo de la historia argentina estos sectores no se privaron del uso de la violencia contra aquellos actores colectivos que luchaban por la justicia social. La mayoría de esas luchas eran netamente políticas, sin acciones armadas, pero terminaban siendo desarticuladas por las mencionadas acciones de los sectores dominantes. Es decir que a la violencia del sistema, que no puede resolver la desigualdad, se sumaba la violencia aplicada para desarmar la oposición al mismo.
En los setenta la búsqueda de la concreción de una revolución que modificara las cosas no sólo estuvo impulsada por un proceso histórico de la sociedad argentina, en el cual se registraron avances y retrocesos de las conquistas por parte de los sectores menos beneficiados socialmente, sino que se vio reverdecida por diferentes experiencias exitosas en el extranjero. El PRT-ERP no actuaron en un vacío social e histórico, y tampoco puede creerse que la acción guerrillera de los ´setenta es inentendible, por el contrario debe ser analizada y comprendida en su contexto socio-histórico. Análisis profundo que rebasa los límites de este espacio.
Para 1974 el PRT se encontraba operando desde la clandestinidad, perseguido por la Asociación Anticomunista Argentina (AAA), grupo paramilitar terrorista cuyo accionar debe entenderse en el marco de un movimiento reaccionario más amplio que no sólo accionó contra los sectores armados sino que atacó a quienes sólo actuaban desde la política. En febrero de 1974 nuestra provincia sufrió el Navarrazo, golpe institucional que derrocó al gobernador, Ricardo Obregón Cano, y a su vice, Atilio López.
Luego de décadas
El copamiento de la Fábrica Militar fue una acción desarrollada por la compañía “Decididos de Córdoba”, del ERP. En el ya referido documental hablan algunos integrantes de ese cuerpo. Fermín Rivera quien señala que “para Villa María hubo dos concentraciones, una previa a la muerte de Perón que aborta porque se muere Perón entonces (…) uno de los objetivos que tenía esta acción que era la propaganda armada no iba a ser posible porque estaba ya la noticia que ocupaba todo (…) era el tema relacionado con la muerte de Perón”. En agosto se vuelven a concentrar, entonces ya sabían que era para la acción de Villa María. Las dos concentraciones son confirmadas por Carlos “Palo” Ortiz que recuerda haber participado de la primera y que luego, dice, “volvimos al mes a juntarnos”. Juan Carlos “Cocacho” Sosa apunta que se juntaron en la localidad de Río Tercero. Allí fueron “tabicados”, es decir sin ver hacia dónde los llevaban, una medida de seguridad. Cuando llegan a la casa de encuentro había otros compañeros, los jefes políticos, entre los cuales estaban Santucho, Urteaga, Carrizo. Héctor “Diko” Assadourian dice “estaban todos, todo el buró político”. Allí, con una mesa de arena, se discutió democráticamente la propuesta del Estado Mayor. Cada uno aportó según sus posibilidades y se va modificando el plan operativo, mejorándolo.
Primero un grupo se concentra en una estación de servicio de Villa María. El plan operativo disponía la división en grupos. Luego se dieron los sucesos en el hotel alojamiento, usado como una base de operaciones; la entrada a la fiesta en el casino de la Fábrica, los tiroteos, heridos, la toma de armamento de la unidad militar y el retiro de la gente del ERP llevándose prisioneros a militares, uno de ellos abandonado para que sea curado y otro, el mayor Larrabure conducido a una “cárcel del pueblo”. Con el tiempo este miembro del Ejército regular argentino fue encontrado muerto, desde el ERP se señala que se trató de un suicidio, en tanto desde el Ejército y sectores aliados se habla de asesinato tratando de que el mismo fuera catalogado de delito de lesa humanidad.
Pero, luego de décadas, reflexionan algunos de los hombres que participaron de aquel copamiento. En el documental se recogen las visiones de algunos de ellos. Assadourian, en relación al operativo, dice “lo nuestro fue un éxito porque dentro de todo salió bien, se cumplieron la mayoría de los objetivos(…) el tema fue que después las armas terminaron siendo encontradas, entonces ahí, prácticamente, todo lo que se hizo quedó en la nada, salvo lo que políticamente puede haber ocurrido”. Luego agrega “Era todo parte de una lucha desarrollada en todos los terrenos, en todos los frentes contra un determinado poder, contra un determinado sector de la sociedad, contra un determinado modelo de país también que se quería cambiar (…) la lucha armada era parte de la vida política de la sociedad argentina, más allá de lo que cada uno pueda considerar o no, estar de acuerdo o en desacuerdo, pero la historia nos fue llevando a eso. Tampoco llegar a una conclusión exitista ni de reivindicar que estuvo todo bien, no… A nosotros todo esto nos costó, hay muchas vidas perdidas, mucho sacrificio realizado”. En tanto Sosa, en relación al operativo, destaca que “fue un éxito porque fue el objetivo que se buscó.
El planteo fue debilitar al Gobierno nacional y demostrarle al Gobierno nacional que ese Ejército no le servía…”. Por último Rivera sostiene “Si tengo que definirme de alguna manera me defino como un sobreviviente de esta gesta que fue el momento revolucionario en la Argentina en los años setenta. El intento más serio, más grande, que se ha hecho de producir una revolución que termine con la explotación en la Argentina”.
Aquella es una época acerca de la cual aún tenemos mucho para reflexionar, discutir y aprender. Pero, claro, debemos hacerlo fuera de los facilismos, alejándonos de las grandes frases que nos retiran de la complejidad del tema.