Son las primeras clases después de las vacaciones y, a diferencia de lo que generalmente sucede tras el receso, un grupo de alumnos ha vuelto con energías renovadas. Y lo que es más sorprendente, ha retomado las actividades con un fabuloso nivel conversacional. Y es que hace sólo diez días, Guadalupe Almada, Mariano Pereyra, Jacqueline Seia, Pablo Campodónico, Marcelo Lagassa, Lucía Sánchez, Gonzalo Carrión, Ana Francia, Silvia Ambrogio y Cristina Fassi (alumnos del Puicym), bajaron de un avión proveniente de Italia, país en el cual hicieron un curso intensivo que les mereció calurosas felicitaciones. Pero dejemos que sean los profesores Pablo y Anina quienes cuenten la experiencia.
“Creo que el éxito de los estudiantes en Italia se debió a que en nuestras clases están acostumbrados a la conversación -comenta la profesora de tercero y cuarto año-. Es un poco la política que tenemos con Pablo y lo que allá valoraron tanto, que nuestros alumnos pudieran hablar de cualquier tema o preguntar de manera clara acerca de lo que no entendían. Acá, además de idioma, aprendemos muchísimo sobre cultura italiana. Así que para ellos, Italia siempre estuvo cerca”.
Por su parte, el profesor de primero y segundo año señala que “en el curso de ingreso en Italia a nuestros alumnos los pusieron en un nivel muy alto. Los de primer año pasaron a segundo y los de segundo a tercero. Y eso tiene que ver con que nuestro programa responde a las exigencias de Europa”.
Es el primer viaje a Italia que se hace desde el Puicym ¿cómo nació este proyecto?
Anina: -Hace dos años que planeábamos hacer este viaje con Pablo, pero no nos convencían las escuelas que conocíamos en Italia. Hasta que me contacté por Internet con un profesor de Camerino, un pueblito de 7.000 habitantes cerca de Anciona pero que tiene una de las mejores universidades del país. Cuando vi el nivel de sus docentes y la seriedad con que encaraban la enseñanza, dijimos “allá vamos”. Además, había departamentos para alojar a nuestros estudiantes, cosa que era muy importante. Así que se mezclaron con gente de todo el mundo y con una única lengua en común: el italiano.
Es decir que las “clases de conversación” seguían más allá del aula...
Pablo: -Te diría que mucho más allá, porque practicaban más italiano cuando se terminaban las clases. Estaban todo el día en función al idioma. Imaginate que acá tienen tres horas semanales y allá en un solo día tenían más horas intensivas que acá en un mes. Eso fue muy positivo.
Anina: -Cuando no había clases formales, había cursos de cultura general o hacían entretenimientos. Así que estaban en permanente contacto con el idioma. Otra cosa muy importante es que en un pueblo chico uno se integra muy rápido a la comunidad. En pocos días te encontrás con la misma gente, te preguntan de dónde sos y entrás en confianza.
¿Y cómo se manejaron los estudiantes en Italia?
Pablo: -Con mucha independencia. Muchos tomaban el tren solos y se iban a visitar amigos o a conocer lugares. Y a uno lo llena de orgullo saber que, como docente, va por buen camino; que la gente que mandamos está a la altura de las circunstancias.
¿Algunos estudiantes ya piensan en la vuelta?
Pablo: -¡Casi todos! Muchos me han dicho “¡el año que viene vuelvo!”. Y motivan a sus compañeros a que hagan el viaje también. Los que volvieron están mucho más sueltos y se animan a hablar todo el tiempo. Y eso es algo que no tiene precio.
El idioma italiano en el Puicym cuenta con 45 alumnos, de los cuales 20 cursan el primer año, 8 el segundo, 3 el tercero, y 4 van al cuarto y último curso. A estos estudiantes se suman diez personas que una vez por semana hacen “italiano conversacional”, un espacio para aquellos que dominan el idioma y que no lo quieren perder. La última pregunta a los profesores tiene que ver con las motivaciones de los villamarienses por aprender la lengua de Dante.
¿Por qué razón la gente se anota en italiano del Puicym?
Pablo: -La motivación principal es viajar y conocer, pero también ampliar la cultura general y por afectos. Muchos escucharon alguna vez hablar a su abuelo y les quedó esa deuda para con el idioma. Pero después, el italiano les abre las puertas a un mundo mucho más amplio.
Anina: -Mi experiencia me dice que la razón más importante es la cultura y el afecto. Nadie estudia italiano por cuestiones comerciales. Y eso hace que abracen el idioma con mucho amor.
Iván Wielikosielek
-Especial UNVM-