Primero se refirió a “cómo gestionar la estructura de costos de las empresas, más en estas circunstancias donde la mayoría enfrenta caída de ventas, pérdida de rentabilidad y un proceso inflacionario que de alguna manera va impactando en sus beneficios”. “Concretamente -prosiguió- cómo gestionar esos costos desde una visión estratégica; no ir recortando donde uno cree que se debe recortar, sino analizando en profundidad la implicancia de la actividad que uno realiza, los costos vinculados a la misma y el valor que se agrega para el cliente, ya sea en el servicio o en el producto”.

“Cuando el interesado percibe que a esos componentes los puede aplicar a su empresa o comercio, lo relaciona con cada contexto particular o con el proceso económico referido a su propia actividad”, continuó. 

Posteriormente destacó la importancia de las relaciones entre costo, volumen y utilidad, y el significado de los costos fijos (permanecen inalterables ante cambios acaecidos en los niveles de producción) y los variables (que fluctúan en su totalidad ante una modificación en el volumen de producción). En cuanto a la búsqueda de procedimientos para llegar a niveles o puntos de equilibrio, los analizó a través de las variantes denominadas técnica de contribución marginal (enfoque aritmético de sentido común) y técnica de ecuación contable, buscando siempre fijar un punto de equilibrio.

 

“Seguiremos con inflación”

Sostuvo el profesional en economía y con respecto a la situación actual, que los niveles de inflación seguirán siendo importantes; “El país necesita divisas, por un lado hacen falta para hacer frente a los compromisos de deuda (que se paga en dólares); y por otra parte el Estado hoy no tiene capacidad genuina para generar dólares”. “El Gobierno deber buscar la forma de que no se escapen los dólares y por ello no permite importar; con esto se afecta la producción por la falta de insumos”.

Además, definió que ello implica otro inconveniente “porque el industrial no quiere invertir, considera que las condiciones no están dadas o por la inseguridad de disponer de esos insumos”. Enfatizó que lamentablemente no asumimos lo que nos corresponde y adjudicamos la responsabilidad en la vereda del frente; “carecemos de capacidad de autocrítica y realmente hace falta para llegar a un equilibrio de la dinámica económica una visión introspectiva donde nos proyectemos hacia el futuro y entendamos que hay una responsabilidad de todos; que el inversor asuma mayores riesgos, que el Gobierno resuelva sus problemas fiscales y que el consumidor pueda afrontar una situación de recesión”. “El Estado deberá sincerarse para evitar nuevas medidas de shock”, aclarando “que esto no es problema exclusivo del actual, sino que a todos los gobiernos les pasó lo mismo”.

Concluyó afirmando “que el nivel de emisión actual es altísimo y esto consolida la inflación, ya se está hablando de los billetes de 500 y de 1.000 pesos”. En concepto de enfoque más optimista, afirmó “que lejos está esta crisis de parecerse a la de 2001, ni a la inflación  de fines de los ochenta y principio de los noventa; en el país tenemos siempre la oportunidad de seguir produciendo cosas de gran demanda en el mercado mundial (el campo especialmente) y, por ello, si la crisis no arrastra a los países compradores, podremos salir de a poco de esta situación”.