El merendero “Un rayito de esperanza” celebró el Día del Niño el viernes por la tarde con un festejo del que también formaron parte otros colaboradores de manera anónima.
De esta forma recibieron a los más de 45 chicos que diariamente asisten para recibir su merienda con peloteros, globos, golosinas, pizzas y sorpresitas.
Verónica, una de las colaboradoras de este evento en particular, explicó a EL DIARIO que “nosotros venimos ayudando desde hace un tiempo con Liliana Costabello y su obra. En esta oportunidad nos propusimos festejarles el Día del Niño a los chicos y para ello reunimos alimentos y regalos donados para homenajearlos”.
De hecho, su cuñado que trabaja en una pizzería muy reconocida colaboró en la elaboración de pizzetas para servirles.
Así realizaron juegos y dieron obsequios a todos los chicos entre las 16 y las 18.30 del viernes.
El merendero “Un rayito de esperanza” alberga de lunes a viernes a casi 50 niños que entre las 17 y las 19 reciben una merienda, pero además constituye un espacio de contención donde se forman con talleres de folclore, títeres, radio y pintura de murales.
Liliana Costabello es la licenciada en Trabajo Social que lleva adelante la obra desde 2001, año en que el estallido social tuvo su costado más triste en la presencia de niños desnutridos en pleno barrio Las Playas y sus alrededores.
Costabello comentó que “nunca paramos, ni siquiera en vacaciones, porque estos chicos necesitan un lugar donde comiencen a desandar el camino del espacio público. A apropiarse de lo que les corresponde por ser ciudadanos”.
Como organización comunitaria interactúan todos los días con niños con bajo peso, judicializados, con problemas familiares, hijos de adictos, víctimas de violencia y otros vejámenes.
Además, sirven como nexo entre ellos y otras instituciones como los MuniCerca, centros de apoyo a nivel provincial y escuelas.
Por su experiencia como trabajadora social, Liliana también cuenta con la colaboración de estudiantes de psicopedagogía que realizan relevamientos en el barrio para contribuir a salvar las distancias entre los chicos en situación de calle y los adultos.
La mujer vive en el barrio y el merendero está apostado en su casa, por lo que expresó que “acá nunca dejamos de recibirlos, la actividad generalmente se corta a la 1 de la mañana”.
Una obra con años de trayectoria que se enmarca en el corazón del conflicto social para intervenirlo y buscar reparaciones para los más pequeños.