Playosenses, junto a más integrantes de la Diócesis de Villa María y devotos de Jesús Misericordioso, efectuaron (como lo hacen anualmente) su destacable obra de beneficencia, llevando una preciosa carga de medicamentos y alimentos no perecederos hacia Monte Quemado, localidad santiagueña sita en jurisdicción de la Diócesis de Añatuya y donde se encuentra el Monasterio de las Hermanas de la Cruz. En dicho centro de acción filantrópica, misioneros atienden un albergue para ancianos, brindan sustento alimenticio a más de 200 chicos y colaboran con un pequeño hospital zonal.
La señora María de Giovanini, domiciliada en La Playosa y coordinadora del Movimiento Diocesano expresó su “profunda satisfacción y de los demás misioneros” (integrantes del contingente) “por el resultado de este verdadero acto de amor, donde todos pusimos nuestra voluntad y entusiasmo para ayudar a gente que lo necesita”. Destacó el trabajo del padre Pedro Fagoaga como orientador del movimiento en Villa María y región; “más la apreciable colaboración del señor Villasuso y amigos: su farmacia y droguería nos donaron (como lo hacen anualmente) más de 90 mil pesos en medicamentos”.
Agregó “que además fueron entregados en Monte Quemado y zona cantidades de leche en polvo donados por la firma “Punta del Agua”, productos lácteos de la firma de Miguel Cerutti (La Playosa) y alimenticios cedidos por el Molino Harinero, más otras ayudas de particulares”. En los preparativos del viaje y misión, cumplió gran cometido el señor Gerardo Rodríguez, quien coordinó la colecta en la localidad de La Laguna y alrededores. Aparte de la entrega de los materiales citados, dictaron un seminario para catequistas; y en todo momento “tuvimos la magnífica atención de un cura de nuestra Diócesis, el padre “Maxi” Saboretti (radicado en aquella región norteña), con quien compartimos horas de trabajo, de alegría y de real satisfacción, con el digno resultado de misión cumplida”, afirmó.
Finalmente, “luego de misionar por la periferia de Monte Quemado retornamos a Villa María, ciertamente agotados por la tarea, pero muy conformes con nuestra misión, dando gracias al Dios Misionero y a nuestro obispo Samuel Jofré, por alentarnos siempre en todo lo que proponemos y hacemos”.