Damián Szifrón tiene 39 años y un predicamento profesional bastante alto logrado tan sólo con un unitario inteligente como “Los simuladores” y una comedia policial icónica como “Tiempo de valientes”, que se derivó en menor medida por la serie “Hermanos y detectives”.
Luego de nueve años de ostracismo, vuelve a la pantalla gigante con “Relatos salvajes”, que viene precedida de críticas favorables desde el Festival Internacional de Cannes y con un estreno frustrado por un conflicto con el Sindicato Unico de Trabajadores del Espectáculo Público (SUTEP).
La trama. Seis historias independientes, narradas una detrás de otra, sin artificios de montaje que las una y sólo relacionadas por un tema: la ira, que todos sus personajes activan en situaciones en la que a todos nos prepararon para actuar con civilidad. Con este centro temático, muestra cuán feroz puede ser un hombre (Ricardo Darín) que se cansa de las leyes de tránsito; cómo una mujer (Erica Rivas) manda todo al demonio cuando está a punto de casarse o cómo una moza de un bar (Julieta Zylbererg) tiene que lidiar con la hostilidad de un comensal abusivo. Situaciones similares les suceden a Rita Cortese, Oscar Martínez, Leonardo Sbaraglia y Darío Grandinetti, quienes con diversas reacciones son llevados al extremo de sus límites psicológicos, morales y sociales. “La invitación que le hago al espectador es abandonarse a esa pérdida de los estribos e ir más allá, aventurarse hacia el deseo y el impulso más primitivos”, comentaba el director a una entrevista a Télam y continuaba: “Uno se reprime como ciudadano muchas veces por día. Estamos midiendo las consecuencias de cada uno de nuestros actos, calculando sus consecuencias. La vida de la gente en sociedad no es la libertad, sino muy controlada, y por eso está la fantasía de perder el control y responder a las cosas que nos ocurren”, finalizó.