El villanovense Gastón Peña caminaba por el centro de nuestra ciudad y lo vio algo perdido. Le llamó la atención la extraña bicicleta que acarreaba, los bolsos amarrados a la misma y un banderín de Francia. Se acercó y terminaron tomando un café.
Franck Lafontaine no habla una palabra en español, este francés de 54 años llegó ayer a Villa María y no sabe hasta cuando se quedará. Es que está cumpliendo su sueño y no tiene ningún tipo de apuro.
“Estoy haciendo un viaje por el mundo en mi bicicleta”, resume y explica, sencillamente, las razones de la aventura que inició en Londres y que lo traen desde Buenos Aires a la ciudad: “Hay dos motivos. Primero, es un sueño de niño, y segundo, porque mi trabajo ya no me interesaba más”.
Franck trabajaba en una fábrica de zapatos en Aubín y decidió dejar de hacerlo por un año y medio, tiempo que supone que durará el viaje.
“En la vida vos estudiás, empezás a trabajar, te casás, tenés hijos... entonces no tenés tiempo para cumplir los sueños. Por eso, ahora que tengo 54 y mis hijos son grandes, tienen más de 20 años, y mi esposa aceptó, es que empecé a cumplir este sueño”, repasa sobre el momento de su vida en el que decidió subirse a la bicicleta.
Admite que no es ni deportista, ni un ciclista frecuente, pero dice, “estoy seguro que puedo completar mi viaje, porque todo el mundo puede hacer 17 kilómetros por día, todo depende de cuánto tiempo te tomes para eso”. Hace entre 60 y 70 kilómetros cada vez que emprende un nuevo destino, pero con pausas cada 17 kilómetros.
Con esa seguridad empieza a repasar su hoja de ruta. “¡No tiene GPS! Sólo este mapa”, se asombra Gastón. “Empecé en Francia, de ahí a Inglaterra, vine a Argentina y de aquí haré: Bolivia, Venezuela, Costa Rica, Estados Unidos, saltaré a Asia, Tailandia, China, y mi sueño es tomar el tren de Mongolia a Moscú, luego de eso vuelvo a Turquía, Italia y de ahí a París”, enumera.
Franck calcula gastar 20 dólares por día. “En algunos lugares es fácil, pero en otros imposible”, asegura. Y, sobre sus expectativas del viaje, cuenta que sólo pretende conocer gente y “lugares hermosos”. Además, en una web (www.cyclodream.com) irá escribiendo “lo que veo y lo que a mí me resulta extraño”.
Sobre su extraña bicicleta, en la cual la posición de manejo es casi acostado, con pedales adelante y el manubrio a la altura del asiento, este francés resalta que “preferí este tipo de bicicletas porque genera menos dolores de cuello o muñecas”. Su equipaje y equipamiento es escaso, se comunica vía mail o Skype con su familia cada “dos o tres días” y remarca que “no traigo medicamentos, solo azúcar”, mientras se ríe y augura: “Imagino que mis hijos van a estar orgullosos de mí cuando termine el viaje… eso espero”.