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24 de Agosto de 2014
PEUAM o la invención de la vitalidad
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Alumnos del Peuam - Ana Francia, coordinadora pedagógica, y Adriana Rochetti, directora del PEUAM, en la vereda de Extensión - Fiorella Buffa y Mariana Falco, docentes de Inglés del PEUAM

 

Creado en 1999, el Programa de Extensión Universitaria para Adultos Mayores (PEUAM) festeja sus 15 primaveras. Con más de 500 alumnos y dos sedes en la región (Bell Ville y Hernando), sus 33 talleres van desde las artes plásticas y la música hasta la gimnasia, la 
historia y los idiomas. Además de nuclear a mayores de 50 y promover la salud, el emprendimiento se ha convertido en
integrador social y etario; una fabulosa razón para que los abuelos vivan con la intensidad de los nietos.
 
"No se trata de un conjunto de talleres, sino de una concepción integral de la tercera edad”. Y quizás esta frase, elaborada a dúo por Adriana Rochetti y Ana Francia sea la mejor definición del PEUAM. Sin embargo, nadie mejor que los propios participantes para explicar de qué se trata este emprendimiento; estos ocho “alumnos” elegidos a consciencia por las profes de Inglés en una mañana donde Extensión se parece a la British School. Por eso, por estar frente a tanta experiencia de vida, este obrero de la información se limitará a encender el grabador y llamarse al silencio. Porque como en la China de Lao-Tsé o en la Grecia de Homero, a la palabra la tienen los “venerables ancianos” de la tribu.
“Vine al PEUAM para elaborar un duelo, el de haberme jubilado -y con esta tremenda declaración arranca el testimonio de Mirta Medina, exempleada de Rentas-. Es cierto que al principio todos queremos jubilarnos, pero cuando nos llega el día te decís ¿entonces hasta acá llegué, esto era todo? Si bien yo no quería presionarme para estudiar, tampoco quería quedarme de brazos cruzados. Tenía muchas ganas de hacer cosas que había postergado a lo largo de la vida y a la vez compartirlas con la gente de mi edad. Por eso, cuando descubrí la existencia del PEUAM, todo cambió para mí. Y desde entonces no he dejado de asistir a los talleres. Porque hay que seguir haciendo funcionar la cabeza, no aislarse y buscar pares. Acá pasé por computación, psicología, inglés, fotografía... De no ser por el PEUAM, hoy pertenecería a la clase pasiva. Pero ahora sólo soy una jubilada que no para de estar activa, haciendo cosas para mí y los demás”.
Las palabras de Edith Pipino, actual administrativa de una empresa familiar, ponen en el tapete no sólo un modo de encarar la tercera edad, sino la concepción de la mujer de hace medio siglo contrapuesta a la de hoy. “En nuestros tiempos no teníamos las posibilidades de la juventud actual y mucho menos si eras mujer. A nosotras generalmente no nos mandaban a estudiar, por eso fue que en muchos casos nos casamos muy jóvenes y la universidad quedó como una materia pendiente. ¡Y quién sabía si un día lo íbamos a lograr! Ahora, gracias al PEUAM, empecé a saldar esa vieja deuda. Los talleres te brindan una gran posibilidad de desarrollo cultural, pero también social y humano. Por eso me decidí a participar y soy de la primera camada. Hice inglés, italiano, fotografía, psicología, política y computación. Si falto a una o dos clases al año, es mucho. Acá encontré gente muy buena y me siento querida y contenida. ¿Si pienso seguir en los talleres? ¡Claro! ¡Hasta que Dios diga basta!”. 
Adelina Barsi de Butassi es una conocida profesora de Música de la ciudad. A tal punto que dio clases en los tres niveles educativos durante varios años. Y es a partir de su retiro de la docencia que comienza su historia de vida. “Yo me jubilé a los 57 años y quizás no estaba preparada para lo que venía. Pero encontré el PEUAM. Y como siempre me gustó escribir poesías, cuando cumplimos 10 años les dediqué una a mis compañeras en una cena. En esa poesía hablé del día en que todas nosotras decidimos sacarnos la bata de cama y ponernos los pantalones de gimnasia para sentirnos más vivas y más chetas (risas). Estoy acá desde el primer día y pasé por computación, gimnasia, idiomas y todos los talleres que te puedas imaginar. Para mí, el programa fue una solución a los años que me quedan de vida y me permitió hacer lo que siempre quise, las materias pendientes como el teatro. Yo creo que a ninguna de nosotras se le pasa por la cabeza dejar”.
José “Pepe” Gómez aporta la primera visión masculina de la mañana. Y como no podía ser de otra manera, involucra una conclusión socioantropológica del género. “La vida de nosotros los hombres está siempre regida por el trabajo. Incluso a veces lo ponemos por encima de la familia. Por eso cuando a uno le quitan la rutina, ya no sabe qué hacer con su tiempo y nos deprimimos. Para no caer en eso, yo me refugié en los estudios. Y cuando descubrí el PEUAM vine para hacer lo que siempre quise hacer de joven, que fue cantar. Hice cuatro años de tango, pero después me pasé a folclore porque mi mujer dice que el tango es triste y no me acompaña a las actuaciones (risas). Después me metí en inglés, teatro y danza. Llevo 10 años acá y encontré un espacio hermoso, con mucha gente afín y de un gran nivel cultural. También mucho dinamismo. Y eso está bueno porque yo odio la rutina. Y acá uno siempre puede cambiar. Hay un montón de grupos y nos reunimos a estudiar, a tomar mate, a comer asado. Los hombres somos muy demandados porque somos pocos. En baile de tango, en teatro, en narración oral, nos piden desesperadamente. ¡Un estímulo para no faltar!”. 
Osvaldo López se confiesa fanático del idioma inglés, de la veterinaria (que ejerció durante años en la zona) y de los aviones. Y con este mix empieza a desenrollar el carretel de sus recuerdos. “Hace 14 años que vengo al PEUAM sólo por el Inglés. Un día mi señora me dijo que por qué no me anotaba, que acá se pagaba mucho menos que en una academia y que había una educación más acorde a la edad. Este amor por el idioma me viene porque de joven trabajé en la escuela de aviación de Córdoba y tenía que pasar el parte meteorológico en inglés. De tanto hacerlo, hubo muchas cosas que se me fueron quedando. Me acuerdo que en la primera clase del PEUAM éramos 54 alumnos y sólo cuatro hombres ¡Vos sabés lo que era hacer callar a 50 mujeres que hablaban al mismo tiempo como ahora! (risas). A partir de entonces, pasé por todos los niveles y profesoras y de todas aprendí mucho. Luego pedimos una ampliación de los cursos y ahora tenemos el de conversación. Sigo viniendo, además del inglés, por la camaradería de este lugar. Tengo compañeros a los que no estoy preparado para dejar de ver”.
Susana Ferreira es la mujer más joven del plantel. Y de hecho, confiesa que su jubilación le llegó de manera temprana a los 48. “Vine al PEUAM por los idiomas, porque me gusta viajar y los necesito. Hice cinco años de italiano y hasta ahora llevo tres de inglés. Me gusta la calidad humana de los docentes porque entienden muy bien la necesidad de los mayores y no hay exigencias como en una academia. Me viene bien seguir estudiando para agilizar la mente. Yo fui profesora de Bilogía y Química, pero no extraño la docencia. Di todo lo que tenía para dar y no me arrepiento. Cuando paso frente a un colegio y escucho los gritos de los chicos, me digo que no me gustaría volver. Pero en cambio estoy feliz como alumna en un lugar como este”.
Néstor Vázquez es, también, el hombre más joven del plantel, y su historia tiene puntos de contacto con la de Osvaldo. “Mi hija Eugenia, que es periodista y conoció el PEUAM por una nota, me había aconsejado estudiar Inglés acá. Yo quería aprender porque me había quedado esa deuda del secundario y a la vez no quería la exigencia de una carrera. Ahora tengo una muy buena base y entiendo mucho. Soy paraguayo criado en Buenos Aires y me vine a los 33 años a Villa María. Estoy muy contento con la ciudad y, ahora, con ser parte de la Universidad”.
Las últimas palabras quedan para Martha Meimber, quien no sólo es alumna del PEUAM, sino una participante activa de innumerables actividades culturales de la city. Ostenta, por ejemplo, un récord de asistencia perfecta al CineClub Universitario y a las lecturas de poesía. “Como la mayoría de la gente, sentí un mazazo cuando me llegó la jubilación. A mí, además, me tocó en 2001, la época más dura del país. Me acuerdo de haber participado de la primera reunión del PEUAM cuando la Universidad era todavía en la calle Mendoza. Empecé con inglés, pero luego me pasé a cosas más físicas, que cursaré mientras pueda. En los talleres se logra una comunión de grupo muy buena y eso ayuda muchísimo a que sigas. Yo trabajé siempre en la Mercedes Benz y tras la jubilación no hubiera tenido un plan mejor que venir acá. Como dice Edith, seguiré hasta que Dios diga basta. ¡Por ahora, Dios dice siga, siga!”.
 
Iván Wielikosielek 
 
Algo más que un conjunto de talleres
Adriana Rochetti es licenciada en Trabajo Social y directora del PEUAM desde su fundación, mientras que Ana Francia, es licenciada en Ciencias de la Educación y lo coordina pedagógicamente. Así, las dos máximas autoridades del programa (junto con el secretario de Extensión, licenciado Omar Barberis) explicaron esta iniciativa de momento quinceañera.
“El PEUAN nace con la Universidad y desde muy temprano se hace eco de una necesidad sociocultural de la ciudad, la de contener a los adultos mayores. Por ese entonces no había muchas posibilidades para la tercera edad en Villa María. Así que hicimos un sondeo y con todo el equipo comenzamos a elaborar esta propuesta enmarcada en la educación no formal. La idea era presentar diversos talleres con una fuerte impronta artística y humana, que es el sello de la UNVM. Y así, con el correr de los años, se ampliaron las actividades. Al PEUAM te lo podría definir como un programa vivo que se ha ido adaptando a los tiempos. Y es que el adulto mayor de hoy no es el de antes; ahora es una persona muy activa que llega con un caudal de experiencia increíble. Mediante el PEUAM, la Secretaría de Extensión de la UNVM quiere contribuir con esta sociedad que sostiene la universidad pública. Hoy, nuestros adultos salen a bailar a escuelas periféricas y nuestros narradores orales van a los comedores públicos. Es el tiempo del adulto mayor trabajando en el territorio, transformando su experiencia de vida en una devolución para el fortalecimiento social. Hemos generado una demanda de nuestra producción en varias instituciones de la ciudad y la región y eso nos llena de orgullo.”
Por su parte, Ana Francia se refiere a los pilares pedagógicos y sanitarios del PEUAM. “La prevención de la salud y el aprendizaje son fundamentales para nosotros. La idea es desarrollar lo cognitivo pero también lo social y cooperativo. El PEUAM no es sólo un conjunto de talleres, sino una concepción integral de la tercera edad, como decimos siempre con Adriana. Y en cierto modo, los talleres son la excusa para que el adulto mayor participe de un programa de salud y educación más amplio, uno que prevenga el deterioro cognitivo y lo vuelva parte de la Universidad. Y en este rubro, el PEUAM ha sido pionero en la región. Hoy, la población de los talleres es muy heterogénea no sólo por el bagaje particular de cada uno, sino por las edades. Antes participaban casi exclusivamente mayores de 60 años, pero hoy hay mucha gente de apenas 50 compartiendo aula con los de 80. Eso da como resultante una mezcla generacional muy rica. Nuestra idea es que los participantes circulen por los talleres porque eso, además de enriquecerlos, los hace sociabilizar mucho más. Y la mayoría lo cumple. ¡Hay gente que participa hasta de seis talleres a la vez!”.
 
Inglés para abuelos y “clases de vida” para profes jóvenes
Mariana Falco y Fiorella Baffa son, junto a Gisela Díaz, las coordinadoras y profesoras de Inglés en el PEUAM. Y de este modo analizan el fenómeno desde la docencia.
“Acá rescatamos el valor del aula-taller. Nuestros alumnos vienen entusiasmados y se trabaja de un modo distendido en las clases -comenta Fiorella-. El no tener que cursar una carrera les juega a favor para que se suelten y aprendan un montón”. 
“Cuando se trabaja con adultos la idea es potenciar lo que cada uno trae, que es muchísimo -señala Mariana-. Por eso en el PEUAM nos enriquecemos todos, los adultos que vienen a aprender y las profesoras jóvenes que absorbemos tantas”.
Respecto a las razones por las cuales los abuelos estudian Inglés, Falco indica que “hay quienes quieren saber el idioma para viajar o agilizar la mente, pero otros lo necesitan porque tienen familiares en otros países que no hablan castellano. Una de nuestras alumnas, por ejemplo, ha podido reconstruir su historia familiar por Internet escribiendo a Ucrania. Sin dudas, el PEUAN es uno de los motores de la Universidad”. 
Ha de ser por eso que tanto Mariana como Fiorella fueron invitadas a Costa Rica, México y España para hablar del trabajo que realizan en Inglés desde el área del juego con los adultos mayores. “Esos países han valorado nuestra actividad investigativa, y si la hemos podido realizar, ha sido gracias a este programa y a la libertad con la que podemos trabajar”, concluye Falco.

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