El presidente del Colegio de Abogados de Villa María, Augusto Parola, llamó a “jerarquizar la profesión y volver a las bases” y sostuvo que “debemos tender a buscar una rápida solución a los problemas para pacificar la sociedad”.
Ayer, entrevistado por EL DIARIO en la sede de calle General Paz, recordó que Juan Bautista Alberdi (por el que se conmemora esta jornada, a raíz del aniversario de su natalicio) nunca ejerció la profesión y que fue un “destacado jurista y gran republicano”.
Rememoró que la elección de este día tiene que ver, entre otras características vinculadas a Alberdi, con que “fue un acérrimo defensor de la paz social” y a esta circunstancia la contrapuso con lo que sucede en la actualidad.
“Hoy se tiene una imagen de abogado que es sinónimo de conflicto. Esto es una deformación de su rol, y de esto somos un poco culpables también nosotros”, admitió.
Por eso, instó a jerarquizar la profesión y volver a las bases, “representando al cliente con esa mentalidad, con ese objetivo de ser un abogado más negociador, que busque la solución del conflicto, que se aboque a dar una alternativa”.
En este aspecto, sostuvo que “los jueces también tienen que cambiar su mentalidad” y que se debe presentar un cambio de paradigma.
“Hay que entender los tiempos que se viven, debemos buscar una rápida solución a los conflictos que se suscitan y pacificar a la comunidad”, subrayó.
En este orden, evaluó que “la administración de justicia no cuenta con los recursos económicos que necesitan ni con una infraestructura acorde” a las demandas que se presentan. “Muchas veces no están los instrumentos necesarios para impartir justicia”, afirmó.
Reiteró que el edificio de Tribunales local “no es funcional a los fines que tiene que cumplir” y que sus obsoletas instalaciones “ponen en riesgo a abogados, a trabajadores, al justiciable, a todos”. “Hay mucho por hacer, por mejorar en cuanto a administración de la justicia y en cuanto al ejercicio de la profesión”, ahondó.
Consultado sobre la reciente colaboración del municipio para ampliar la sede edilicia (refaccionando la casa contigua al Palacio), dijo que “todo apoyo es muy bueno” pero aclaró que esto “no soluciona el problema de fondo”, apuntando que Tribunales debe estar en otro lado.
“Los Juzgados del tercer al quinto piso siguen funcionando allí, y ante un accidente hemos visto que no se le puede brindar asistencia adecuada a la persona, por el ancho de las escaleras, por las características del ascensor, en fin, por la estructura”, advirtió.
-Sobre todo en el área penal, se suele escuchar muy seguido que parte de la sociedad sostiene que los abogados defienden a grandes delincuentes. ¿Cuál es el rol concreto de los abogados, lograr la absolución del que delinque a toda costa o garantizar que se le respeten todas las garantías del debido proceso?
-Me interesa comentar sobre esto, por lo que se dice. Creo, en primer lugar, que la sociedad está muy violenta y que existe mucha intolerancia, fundada en que muchos observan que no se respetan sus derechos. Se percibe que se ve mucha injusticia y pareciera ser que al que cumple con las obligaciones no se lo premia y que aparece una sensación de que quien hace mal las cosas sí es premiado.
Al verse demorada la respuesta judicial, se comete el error de hacer justicia por mano propia y se corre el riesgo de incurrir en la mayor de las injusticias: que se caiga sobre un inocente. Bien vale lo que se dice que es mejor un culpable libre que un inocente preso.
Lamentablemente -si se quiere decir así- la Justicia necesita sus tiempos para investigar y no producir la injusticia de que un inocente quede privado de la libertad.
En este marco, al abogado se lo suele tratar como si fuera el delincuente. No disocia entre uno y el otro. Si queremos vivir en una sociedad democrática, republicana, que respete el derecho de todos, y en la que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, el abogado necesita hacer su trabajo. Y esto es para todos, porque nadie está exento de que mañana esté imputado.
El letrado necesita hacer su trabajo para que haya una paridad con toda la mecánica que dispone el Estado para investigar a una persona. Sólo hay un juicio justo si el acusado está representado por un abogado. Así habrá una sentencia ajustada a derecho.