El viernes 22 y el sábado 23 de agosto se llevaron a cabo en la Universidad Católica de Salta las Jornadas sobre “Política y Fe”. Participaron 50
inscriptos y entre los expositores se contaron los doctores cordobeses Mario Meneghini, Sebastián García Díaz y Aurelio García Elorrio. Los disertantes villamarienses fueron el obispo Samuel Jofré y el doctor en Filosofía Carlos Daniel Lasa. Este último, quien tuvo a cargo la conferencia inaugural,
profundizó sobre este binomio tan controvertido como ineludible para pensar el presente
Desde el momento en que un fariseo tentó a Jesús preguntándole si había que pagar tributo al César, el maridaje entre Política y Fe no cesa de generar debates. La respuesta de Jesús al fariseo, acaso la más contundente que la humanidad recuerde acerca del deber civil y las obligaciones religiosas, es algo que conoce todo el mundo: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22, 21). De este modo, Cristo marcaba una escisión tajante entre el mundo de la materia y el mundo del espíritu, aunque también “permitía” a los fieles vivir para Dios sin negar “la autoridad terrena”; prueba incontrovertible para quienes han querido ver en Jesús un revolucionario al estilo de Lenin o el “Che” Guevara. Sin embargo, al contestarle a ese fariseo, Cristo no entró en detalles. Y las preguntas sobre las posibilidades de convivencia entre Política y Fe no dejaron de sucederse a través de los siglos. ¿Se puede ser cristiano y a la vez político? ¿Se puede vivir para Dios y a la vez para la “moneda del César”? ¿Se puede ser sacerdote y a la vez ocupar un cargo público? ¿Qué autoridad moral tienen los políticos de un país que, tras jurar sobre los evangelios, roban y defraudan? ¿Y qué autoridad eclesiástica tienen los sacerdotes que bendicen armas, venden indulgencias o son cómplices de asesinatos de Estado? Para poner sobre el tapete todas estas preguntas es que la Universidad Católica de Salta generó unas jornadas sin precedentes en la ciudad. Y quien más ahondó en el aspecto filosófico del binomio “Política y Fe” fue el doctor Carlos Daniel Lasa. Investigador del Conicet, docente de la Ucasal, la UNVM y la Universidad Católica de Córdoba, la exposición de Lasa duró cuatro horas y tras la misma, tuvo lugar esta entrevista.
-Antes que nada, ¿qué se entiende por Fe y Política según su ponencia?
-En mi disertación hablé exclusivamente del concepto de Fe cristiana, de las verdades en las que creemos los cristianos y en la comprensión de esas verdades. En cuanto a la Política, hay dos grandes concepciones de ese término, la clásica y la liberal. Y me referí a las dos.
-Cuando dice “clásica”, ¿quiere decir aristotélica?
-De Aristóteles y Polibio, que creían que toda sociedad era “política”. Para ellos, la “política” era una acción que perseguía el bien común y la sociedad era necesaria para perfeccionar al hombre. El concepto liberal, en cambio, nace con el Estado Moderno, bajo la concepción antropológica individualista de Hobbes, que hacía del hombre un ser autosuficiente al que no le era necesaria la dimensión política para perfeccionarse.
-¿Esto implicaría dos concepciones distintas del “poder”?
-Sí, porque en la sociedad clásica el poder está en manos de los ciudadanos, mientras que en la liberal el poder es algo exterior a la polis: un “poder fuerte” que controla al deseo de libertad individual exacerbado. Y eso es la política actual, un modo de coacción que nada tiene que ver con la concepción clásica. La Fe cristiana se va a encontrar con esas dos concepciones políticas a lo largo de estos dos milenios.
La Iglesia versus Roma
-En su charla, usted se refirió a los Primeros Padres de la Iglesia…
-En los primeros tiempos del cristianismo, los Padres pidieron vivir como cristianos dentro del Imperio Romano. O sea que quisieron tener el propio culto y la propia fe siendo ciudadanos romanos, sin poner en peligro el Imperio.
-Esto fue así hasta la llegada del “agustinismo político”…
-Pero curiosamente, el “agustinismo político” llega tras la muerte de San Agustín, en el año 430. Antes, según la Iglesia, el hombre era capaz de administrar justicia natural dándole a cada cual lo que es suyo. Pero el “agustinismo político” dice que sólo existe la “justicia sobrenatural”, la que me es dada por Dios. Y eso marcará una escisión ya que, según esta definición, sólo pueden ser justos los pueblos cristianos. Esta absorción inadecuada de lo natural por parte de lo sobrenatural se ha denominado, precisamente, “agustinismo político”.
-¿Y qué pensaba el emperador del “agustinismo”?
-El Imperio, influido por la doctrina del agustinismo político, va a convertirse en un instrumento al servicio de los fines de la Iglesia. Es una suerte de teocracia medieval que entiende que no puede haber un pueblo no cristiano que sea justo.
-Podríamos decir que esa fue una época de bonanza para la Fe…
- Sí, porque al César las persecuciones se propició una gran creación teológica. En términos políticos, sin embargo, el agustinismo operó de manera inadecuada subsumiendo la esfera autónoma de la política al ámbito de la Iglesia. Pero esa época se va a terminar en la modernidad con el nacimiento del Estado moderno. Y la Iglesia se va a preguntar, ante esa nueva concepción, cuáles son los principios que no puede negociar, distinguiendo lo contingente de lo necesario. Y de eso habló muy bien el obispo en su conferencia. La Iglesia va a rechazar, obviamente, los principios liberales tales como el individualismo o el laicismo. Hasta que a fines del siglo XIX, el Papa León XIII pida a los laicos franceses que aseguren los valores cristianos mínimos en la democracia francesa.
Cuando las
democracias se
vuelven totalitarias
-Los demás Papas también van a tener mucho protagonismo a la hora de armonizar Política y Fe…
-Sí. En la década del 60, por ejemplo, con el Concilio del Vaticano II, se va afirmar la libertad religiosa como el derecho de todo hombre a no ser violentado en su acto libre. Todo hombre tiene el derecho a no ser coaccionado en su acto de libertad respecto de la elección religiosa. Más adelante, Juan Pablo II, en la Centesimus annus aceptará la democracia, siempre y cuando asegure los derechos fundamentales de la persona humana. La presencia del cristianismo en la democracia actual permitirá, de acuerdo a lo expresado por Benedicto XVI, que la misma no se torne totalitaria.
-¿Por qué motivos una democracia puede volverse totalitaria?
-Porque puede ocurrir que la democracia reduzca al hombre a la dimensión de ciudadano, siguiendo el pensamiento de Marx. En efecto, para Marx el hombre ya no es más naturaleza sino un conjunto de relaciones sociohistóricas. Esto quiere decir que ya no hay más una “dimensión divina ni trascendente” del hombre, sino sólo una dimensión “sociohistórica”: el hombre no mantiene una relación constitutiva con Dios, sino con la sociedad y todo su ser se resuelve dentro de esta última. Esa nueva concepción del ser humano, en consecuencia, genera un totalitarismo porque significa la pérdida de la dimensión trascendente de la persona y su absorción en el dominio de la polis.
-¿Tiene peso el cristianismo en la política actual?
-Bueno, es lo que planteé como una cuestión muy seria en mi exposición. Benedicto XVI dijo que hubo cuatro grandes crisis en la Iglesia y que la cuarta es la que estamos viviendo. Se trata de una crisis de identidad muy profunda, de una crisis de fe.
-¿Por qué se debilita la Fe?
-Porque para creer que lo que dice Dios es verdadero, primero hay que admitir que existe la verdad y que el hombre la puede conocer. Pero las cabezas de los hombres de hoy están atravesadas por un fuerte sociologismo para el cual toda afirmación tiene validez sólo dentro del contexto sociohistórico en el que fue enunciada. Por ejemplo, desde un punto de vista sociologista, la verdad definida en el Concilio de Nicea del siglo IV acerca de la divinidad de Jesucristo, ya no tendría validez en el siglo XXI.
-¿La Iglesia se ha “secularizado”?
-La secularización de la Iglesia es bastante tangible. El cristiano de hoy, por ejemplo, sigue más los dictados de su razón que los de su fe. La separación entre razón y fe, nos dice Juan Pablo II en la Fides et ratio, es el drama del hombre contemporáneo.
Prohibido pensar y ser cristiano
-¿Piensa que en la actualidad la Política ha empapado más a la Fe que viceversa?
-Sin duda. Hoy por hoy, la fe pesa muy poco en la sociedad. Es lo que decía Nietzsche con su “Dios ha muerto”. Esto quiere decir que Dios no tiene peso ni en el pensar ni en el actuar de los hombres. En la especulación del hombre actual, Dios cuenta muy poco porque domina una fuerte visión utilitarista.
-¿Se ha relativizado, incluso, lo absoluto?
-Lo único absoluto, para el hombre de hoy, es que todo es relativo. Por eso los discursos políticos legitimitados socialmente son aquellos lábiles, que no definen nada, “políticamente correctos”. Esta lógica está alejada del pensar porque no permite ninguna pregunta que rompa con esa uniformidad. El pensar siempre es peligroso.
-Además de la Iglesia y la Filosofía, pareciera estar en crisis la libertad del ser humano…
-Sin el pensar no hay posibilidad de ejercer la libertad. Como decía el filósofo Max Horkheimer, fundador de la Escuela de Frankfurt: “¿Qué pasará con la Filosofía en los tiempos venideros? Quizás no podamos hablar más de Filosofía porque el pensar habrá terminado para el hombre y sólo quedará vivir en una uniformidad absoluta bajo el pretexto de libertad”.
-¿Está prohibido pensar?
-¡Claro! Una prueba de esto es que en el contexto de debates públicos se descalifican algunos discursos no por lo que se dice, sino por quién lo dice. El pensar exige argumentación y no clisés ni descalificaciones
-En esta sociedad, ¿se puede ser cristiano y a la vez “políticamente correcto”?
-Si la construcción de lo “políticamente correcto” es contraria a la fe, la respuesta es no: el cristiano no puede ser “políticamente correcto”. Ahora, si lo “políticamente correcto” es ayudar al careciente, el cristiano tiene que estar totalmente de acuerdo. Y si lo “políticamente correcto” es negar la dimensión religiosa del hombre, el cristiano no puede avalarlo.
Iván Wielikosielek