Cerca, al ladito mejor dicho, suspiraban quienes iban o venían hacia y desde el Alto Perú, en lo que se dio en llamar el Camino Real. Viajeros que gambeteaban los peligros del campo bravo, cargas y sudores en carretas, mulas, caballos, las ganas de llegar. Ahí estaba el freno, el lugar de descanso y redención, dónde las bestias se refrescaban y los hombres hincaban la rodilla para hablarle a Dios de sus penas, pedirle fuerzas para continuar. Y ahí está todavía, intacta, la Posta de Sinsacate, que en las adyacencias de Jesús María, 200 kilómetros al norte de Villa María, convida con la historia.
Fue construida en la parte temprana del Siglo XVIII, con la gala de esas mansiones antiguas que hacían de corazón de estancia. Aunque dicen que llegó a pertenecer a los jesuitas, no hay documentos que lo acrediten. Sí se sabe que lo compró un tal Figueroa en el rededor de 1760, para convertirlo en servicio de postas.
Entonces se dio el brotar. Lo que hoy es casona, capilla y molino, ayer también era bodega, y acequia, y tajamar, y alivio de bueyes, caballos y andariegos. El movimiento constante le daba color al cuadro, conformando uno de las postas más importantes de Córdoba y del país. Inevitable no imaginarse lo peculiar del asunto al contemplar el inmueble en la actualidad, tan viejo como sólido él.
El conjunto, declarado Monumento Histórico Nacional en 1941 y reformado unos años después, es en nuestros días Museo, con cantidad de elementos que hablan de gauchesca, patrimonio y tradición rural. Tiene unos muros que son de fortaleza, piedra prensada en adobe, sus tres buenos siglos radiantes en lo que se mira y se toca. El blanco va desgastado, claro, pero todavía se le siente lo vital, con las tejas protegiendo el techo. Una extensa galería reparte habitaciones que dan a las columnas, y ahí pegada la capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario atestigua los rezos de muchos. Es pequeño y sencillo el templo, que ya ni siquiera tiene la imagen de la Virgen (descansa en el Museo Provincial Marqués de Sobremonte, en Córdoba capital).
Quiroga, Belgrano y San Martín
Esa misma iglesia hospedó en 1835 los restos del Facundo Quiroga, destacado personaje de la historia argentina que cayó asesinado en Barranca Yaco, muy cerca de Sinsacate. El cuerpo del caudillo federal fue velado de cara al grabado dedicado a San Pablo y los gauchos que conformaban su círculo de confianza, antes de ser enviado a Buenos Aires.
También pasaron por la posta gigantes de la talla de Manuel Belgrano, Juan Lavalle y José de San Martín. De hecho, cuentan los anales que el libertador recibió allí un importante número de caballos de parte del entonces dueño de la vecina Estancia Santa Catalina, antes de proseguir con rumbo norte para hacerse cargo del Ejército del Perú, en el año 1814. En 1840, Lavalle y sus hombres hicieron del casco su refugio tras una derrota contra las huestes de Rosas.
DONDE
Sinsacate (alrededores de Jesús María)
CUANDO
Martes a viernes de 9 a 19 horas, sábados y domingos de 15 a 19 horas.
CUANTO
Entrada general $15
COMO
Informes al (03525) 421555