Escribe Silvina Scaglia, Lic. en Nutrición
El agua que bebemos viaja hacia el intestino y una vez que éste la absorbe pasa al torrente circulatorio. ¿Qué ocurre entonces? Aumenta el volumen de sangre, los riñones registran ese incremento y, luego de un determinado lapso, provocan la necesidad de orinar.
Pero para poder funcionar normalmente el organismo debe poseer además un correcto balance de agua y sal, lo que clínicamente se denomina osmolaridad. Durante el día consumimos una gran cantidad de líquidos y de alimentos que contienen sal. Por ejemplo, si se ingiere mucha agua y poca sal, rápidamente aumenta la diuresis (excreción de orina) para volver al equilibrio. Lo inverso ocurre si se bebe poco agua y se utiliza sal en exceso. Los responsables de esta armonía son los riñones, órganos que a través de la orina eliminan toxinas y material de desecho para mantener una estabilidad fisiológica. En ocasiones, a pesar de tener riñones sanos una persona puede sufrir retención de líquido en su organismo a causa de trastornos hormonales, glandulares, circulatorios o cardíacos. Los riñones cuentan con sensores distribuidos a lo largo del aparato circulatorio, que les indican cuándo aumenta la cantidad de líquidos, pero muchas veces estos sensores fallan y dejan de enviar señales a los riñones, que retienen el líquido pensando que escasea. Algunos datos:
*Suele aparecer en mujeres a partir de los 30 años.
*Por cada cinco mujeres que sufre retención hay un hombre que padece el trastorno.
*Cuando la consulta por retención la realiza un hombre, puede estar relacionado con problemas cardíacos o renales.
*La mayoría de las mujeres tiene retención de líquidos por automedicarse o someterse a tratamiento no recomendados para adelgazar.