Dos delincuentes armados irrumpieron a cara descubierta en un comercio de barrio Rivadavia y se llevaron 3.700 pesos en efectivo.
El atraco tuvo lugar el jueves por la noche, minutos antes de las 21, en la esquina de Carlos Pellegrini y Las Heras, en la verdulería “Super Frut”, atendida por las empleadas Silvia y Natalia. Apenas unos minutos se tomaron los dos asaltantes, quienes huyeron en moto poco después.
En el momento en que ingresaron a robar, Natalia se encontraba en la parte trasera del negocio y Silvia atendía a un cliente.
Los asaltantes ingresaron al local amenazando a las dependientas con armas de fuego: uno portaba un revólver; el otro, una pistola.
“Dame toda la plata o te quemo”, recuerda Silvia que dijo uno de los asaltantes.
Paso por paso
“Uno de los ladrones me agarró de los pelos y me llevó hasta la caja. El otro, mientras, le quitaba el dinero al cliente, le apoyó el arma en la nuca y le sacó la billetera”, contó Silvia a un cronista de EL DIARIO.
Por otro lado, la empleada recordó que, “el que me llevó a mí hasta la caja me hizo arrodillar en el suelo, de los pelos. Como yo le abrí poco el cajón, para que no viera toda la plata, forcejeamos, y en ese forcejeo yo lo agarré de una chalina que tenía en el cuello y le di un tirón. Pero al final se terminó llevando los 3.000 pesos que había en la caja”, dijo la mujer.
“El otro, mientras tanto, le sacó 700 pesos de la billetera al cliente, los contó delante de él y se la devolvió con los documentos”, relató la empleada.
Mientras tanto, Natalia se había ocultado en el baño, pero “no atiné a nada, ni a llamar a nadie ni a gritar... A nada. Estaba paralizada por el susto”, contó la mujer.
Alrededor de cinco minutos duró el asalto, “cinco largos minutos”, coincidieron en señalar Silvia y Natalia.
Cuando los ladrones huyeron, Silvia salió corriendo detrás de ellos.
Habían dejado la moto estacionada sobre Carlos Pellegrini, lista para escapar.
La mujer salió de la verdulería gritando para llamar la atención del empleado de la fiambrería ubicada enfrente, sobre Pellegrini.
“‘Juan, Juan, Juan’, gritaba yo, esperando que el chico de la fiambrería me viera. Pero él no me escuchaba”, recordó Silvia.
Sin embargo, para su sorpresa, quien sí se detuvo y giró para mirarla unos segundos, dubitativo, al escuchar el nombre “Juan”, fue el ladrón que usaba la chalina en el cuello.
“Fue unos segundos, y se quedó mirándome. El otro lo esperaba con la moto en marcha, mirándolo a su vez a él, como diciéndole ‘vamos’. Al final, se subió a la moto y se fueron”, concluyó la empleada.
Más seguridad
Silvia comentó también que “en este barrio hay siempre policías dando vueltas por estas calles, pero hasta las 20, después desaparecen. Y esa es la hora en que más hacen falta. Tendrían que patrullar más de noche”, pidió la mujer.
De ese modo, tal vez, la Policía hubiese advertido que estos dos ladrones estuvieron largo rato haciendo guardia sobre la moto en la esquina de enfrente, donde hay una carnicería. Incluso, cruzaron algunas palabras con el carnicero.
“Pero en la carnicería había tres hombres, por eso supongo que entraron acá que hay dos mujeres solas”, estimó Silvia.
Natalia fue más dura.
“Si va a sacar algo en EL DIARIO, le pido que ponga que digo yo que hay que cambiar las leyes. No puede ser que los trabajadores vivamos con miedo”, le dijo al cronista.