El fiscal villamariense Facundo Trotta, quien actúa en el juicio por la megacausa del centro clandestino de detención de la última dictadura militar La Perla, confirmó ayer a EL DIARIO que muchas de las víctimas del terrorismo de Estado en los años de plomo no militaban en ninguna organización ni pertenecían a movimientos armados.
Asimismo, resaltó que aún en el caso de haber participado de hechos de violencia, “todos son inocentes” porque no tuvieron la posibilidad de ser juzgados como correspondía y que ningún juez determinó sus culpabilidades.
En tanto, sostuvo que del debate oral que se lleva a cabo actualmente surge que la Iglesia Católica “miró para otro lado”, así como hubo complicidad de empresarios importantes.
Trotta especificó que el megaexpediente ya acumula 21 causas, por existir una unidad en el objeto que se está juzgando. Esto comprende a 696 víctimas, mientras que comparecen como acusados 51 genocidas (eran más, pero algunos debieron ser apartados del proceso judicial por fallecimiento o por cuestiones de salud).
Además, el representante del Ministerio Público Fiscal, quien dialogó vía telefónica en la mañana de la víspera con EL DIARIO, adelantó que pronto se incorporará una causa más, que contempla la apropiación y robo de una empresa, con lo que el número de víctimas superará las 700.
-¿Continúa siendo nula la colaboración de los imputados?
-Sí. Por ahora no ha dado los frutos que algunos de los acusados dicen que quieren dar. En una oportunidad, (el encartado) Barreiro manifestó que están viendo la posibilidad de declarar y contar algunas circunstancias que conocen, pero hasta el momento no nos han proporcionado mayores datos.
-¿Ha habido signos de arrepentimiento o de dolor de parte de los acusados cuando las víctimas narran las atrocidades que han sufrido?
-No, no, en absoluto (tajante). Ninguno ha expresado un signo de arrepentimiento, ni mucho menos. Por ahí, alguno hace referencia a que entienden el dolor del familiar, pero una cosa es entender eso y otra cosa es decir que se arrepiente de la atrocidad que se cometió. Pueden entender el dolor de la madre que está pidiendo por el cuerpo de su hijo, pero lo que no han dicho hasta ahora es que se arrepienten de haber fusilado y hecho desaparecer el cuerpo de ese hijo. Son dos cosas totalmente distintas. Y lo que hemos hecho hasta ahora ha sido precisamente corroborar cada uno de los sucesos que están en la causa. Es algo sumamente complejo. Tenemos a personas que no sólo han sido víctimas de secuestro, torturas, ocultamiento del cuerpo -la mayoría son desaparecidos- sino que tenemos un número importante que han muerto como consecuencia de la tortura. Existen dos causas en ese sentido y son 14 quienes fallecieron como consecuencia de la picana. Claro está que en estos lugares no había asistencia médica. La picana se combinaba con golpes, lo que provocaba una infección, la persona se hinchaba y terminaba agonizando en los brazos de los mismos compañeros.
-¿Qué destino se presume han tenido las personas que se encuentran desaparecidas?
-Hasta ahora, surge que se las fusilaba dentro del campo de guarnición, en la parte detrás de La Perla, un par de kilómetros hacia el monte. Se cavaba una fosa y se los enterraba allí. Un campesino que tenía su casa a 300 metros ha manifestado incluso haber visto esta circunstancia. Uno de los acusados, Bruno Laborda (ya fallecido), en un reclamo administrativo que hace en su momento -que en el juicio lo desconoce, argumentando que lo hizo por bronca- describe una serie de comportamientos que había realizado en la dictadura, como fusilamientos en que participó, que coinciden con los datos que tenemos. Evidencia que los mataban en el campo de guarnición, que los enterraban allí y que aproximadamente en 1979, cuando estaba por venir la comisión y la Cruz Roja, empezaban a levantar los cuerpos, los quemaban con cal y los arrojaban en las salinas riojanas.
Indudablemente se sigue en las búsquedas. En instrucción hay una casa denominada “Enterramientos clandestinos” y está el equipo de Antropología Forense realizando excavaciones en toda la parte del campo de guarnición para ver si podemos dar con la aparición de algunos cuerpos. Algunos han aparecido, pero no en ese campo, sino en lo que era el cementerio San Vicente.
En muchos casos, las Fuerzas Armadas fusilaban a las víctimas y simulaban enfrentamientos armados. Los secuestrados escuchaban por la radio que había fallecido el compañero que estaba a su lado terriblemente torturado, por lo que no había ninguna posibilidad de que se hubiesen escapado (originándose el supuesto enfrentamiento). Los familiares iban a buscar a la víctima y les decían que no se sabía nada; muchos terminaban así, enterrados como NN.
Es terrible que, si ya se daba a publicidad de que la persona había fallecido en enfrentamientos (falsos), no entregaran el cuerpo. Qué necesidad de impedir el derecho de saber, al menos, en qué lugar se encuentra el cuerpo del ser querido.
-De acuerdo a lo que surgió hasta ahora, ¿todas las víctimas eran militantes? ¿Hay, por ejemplo, casos de secuestros de amistades de alguien que participaba de alguna organización?
-Sí, un montón. Y es un análisis que tengo que hacer sobre el concepto de víctima. Ellos siempre hacen referencia a que la víctima es el terrorista subversivo, el delincuente peligroso. Sin embargo, en la causa hay un montón que no tenían ningún tipo de militancia o que tenían militancia en partidos que eran legales, como por ejemplo el Comunista, y fueron torturados y fusilados como aquellos a quienes consideraban terroristas subversivos. Además, lo que digo es que tampoco podemos saber si fueron delincuentes o terroristas subversivos. La acusación de ellos era totalmente discrecional, actuaban como semidioses.
Tampoco podemos negar que efectivamente desde 1974 había hechos de violencia. Surge del expediente. Muchos de los que fueron víctimas pudieron haber participado de estos hechos de violencia. Lo que no se puede hacer es creerse Dios y hacer todo esto. Si había elementos de pruebas, debieron haber sido sometidos a juicio y condenados como nosotros estamos haciendo con ellos. Todas las víctimas de La Perla son inocentes, porque no tengo ninguna que haya sido sometida a proceso y condenada por un juez. Todos son inocentes porque no fueron juzgados. Pero además hay muchísimas víctimas que no tuvieron nada que ver con ninguna organización armada de las consideradas ilegales, ya sea Montoneros u otras. Y, sin embargo, las mataron, algunas por estar en el lugar equivocado, otras por, como decís vos, “ser amigo de”.
El alcance de las víctimas es mucho mayor, porque los familiares también lo han sido al negárseles de manera sistemática el paradero del pariente. La sociedad toda ha sido un poco víctima del terrorismo de Estado. Muchos ciudadanos de esa época decían que el contexto era terrible y que en cierto caso mucha gente pedía que vengan los militares. Yo digo que mucha de esa violencia era construida y creada por la misma fuerza para allanar el camino del golpe militar, que se fue haciendo con violencia por las fuerzas paramilitares, el Comando de Libertadores de América, que era la versión de la Triple A en Córdoba, con personal policial que secuestraba a víctimas y fraguaba supuestos enfrentamientos armados y después difundía que las Fuerzas Armadas habían abatido a terribles delincuentes subversivos. De este modo, tenían un doble mensaje: “Miren a esta gente” y, en segundo lugar, que éramos “los únicos que podíamos garantizar la seguridad en el país”.
-¿En el juicio actual se ha evidenciado el rol en esos años de la Iglesia Católica, medios de comunicación y otras instituciones?
-En el debate surgieron muchas cosas sobre la responsabilidad civil. El comportamiento de la Iglesia de mirar para otro lado es evidente. Tenemos una causa sobre unos seminaristas que lo único que hacían era predicar el Evangelio en los barrios de gente que necesitaba la acción social. Fueron secuestrados, torturados y llevados al D2. Un testigo dice que vio al vicario llegar al D2 y preguntar cómo estaban los seminaristas. Es terrible.
El otro día pudimos escuchar testimonios que daban cuenta de que las violaciones (sexuales) no era fácil que se cometieran porque (el por entonces cardenal) Primatesta había pedido que por favor a las mujeres no las violaran. Una barbaridad. Se supone que Primatesta sabía que las torturaban. ¿“Torturen, pero no violen”, sería?
Aparte los familiares en su mayoría nunca encontraron ninguna respuesta por parte de Primatesta. Sí ha habido gente de la Iglesia que se comprometió para al menos contrarrestar estas expresiones ilegales.
Surgió también la responsabilidad civil de muchas empresas. Se vio claramente la de los directivos de Fiat: un delegado de la empresa fue secuestrado y cuando llegó a La Perla le exhibieron un carpetón donde estaban todos los datos personales de él, que eran los que dejaba en esa firma, incluso dijo que en ese período le exigían al trabajador que hiciera un croquis donde se estableciera dónde residía cada empleado. El encontró ese carpetón en la misma Perla, de manera que era evidente que proporcionaron información.
Muchas de estas personas del empresariado ya han fallecido, pero se giraron antecedentes a la Fiscalía para que se investigue.
Y ni qué hablar de la complicidad judicial, ya se está instruyendo una causa en ese sentido. Defensores, fiscales, miraron para otro lado.
La complicidad civil es innegable.
Diego Bengoa