La Cooperativa de Trabajo Juvenil Nuevo Sol Limitada celebró ayer cuatro años, con una choripaneada al mediodía en su sede de bulevar Vélez Sarsfield al 900.
EL DIARIO compartió el almuerzo con los ocho jóvenes que integran la entidad, y su coordinadora General, Aldana Sequeiros, entre otros.
La iniciativa surgió el 10 de septiembre de 2010 por parte del Gobierno local y luego -en julio de 2011- se convirtió en cooperativa, bajo el ala del área de Desarrollo Social del municipio.
Como se recordará, nació con la idea de generar un espacio de formación laboral para adolescentes en situación de riesgo social, en su mayoría ajenos al sistema educativo formal y con actividades económicas precarias. Se dedica al lavado de vehículos, al mantenimiento de espacios verdes y lugares públicos, a la mecánica y mantenimiento de rodados y a la construcción y el mantenimiento edilicio.
Hoy los chicos tienen un ingreso promedio mensual de 4.500 pesos por cinco horas de trabajo diarias (según lo que contaron ayer), y dos miembros lograron insertarse formalmente a otras empresas, como Fiat y Transbus.
Con esta última firma se tiene además un convenio de trabajo que posibilita que algunos de los jóvenes se desempeñen laboralmente allí, mientras es inminente la incorporación de mujeres a ese lugar, también bajo el paraguas de Nuevo Sol.
Uno de sus grandes clientes es Massio SA, y lavan vehículos de Telecom y RG Indumentaria, entre otros.
De acuerdo a lo que contaron en la víspera, cuentan con empresas que han efectuado aportes publicitarios que sirvieron para producir las bolsas, alfombras y perfumeros para los vehículos que se reciben.
Nuevo Sol está presidida por Miguel Matías Godoy, la secretaria es Sequeiros, el tesorero es Nicolás Agustín Córdoba, Alexis Soria ejerce como síndico titular y su suplente es Sergio Emanuel Ferreyra.
Para Sequeiros, el ingreso mensual de cada uno “no es nada despreciable” y el emprendimiento va en franco crecimiento. Recalcó que pronto se sumarán chicas que limpiarán colectivos de Transbus y estarán en la oficina de esa empresa.
La trabajadora social llamó a la población a colaborar con esta propuesta. “Cuando se le dan monedas a quienes limpian vidrios en las calles se incurre en un gasto social. La persona desconoce para qué usará el chico ese dinero. En cambio, aportando en el lavadero se hace una inversión social”, sostuvo.
Matías Godoy acaba de ser reelecto como presidente de la cooperativa. Tiene 22 años y reside en barrio Felipe Botta.
“Estuve en Nuevo Sol desde el inicio, me he ido y he vuelto. Ahora estamos en el mejor momento. Si antes juntábamos 500 pesos por semana, ahora conseguimos 1.000”, ilustró. “Trabajamos medio día, de 8 a 13, y a la tarde hacemos diversas tareas, changas, labores de mantenimiento”, describió. “Después de días de lluvia, lavamos diez autos por jornada, aunque los jueves y viernes llegamos a tener 15 y los sábados entre 30 y 40”, especificó.
El pibe es soltero y a sus 20 años terminó la construcción de su propia casa (“el municipio me regaló el techo”).
Cuando tenía 14 comenzó a limpiar vidrios de automóviles en las esquinas de la ciudad. “La mayoría de los que estaban conmigo hoy está en la cárcel”, reveló. ¿Por qué? “Por la droga. Los arruinó, los llevó por mal camino. Al tiempo terminás mal”.
Recordó que dos veces lo levantó la Policía argumentando contravenciones “que no existían”, como “les pasa a la mayoría”. “Llamé a Aldana (Sequeiros), que me retiró de la Comisaría y nunca más me sucedió. Ella me sacó de la calle, a la que no quiero volver”, confesó.
¿Cuáles son las ventajas de limpiar vidrios? “En la esquina no tenés patrón, no te reta nadie. Si te levantás a las 12, vas a esa hora a trabajar. Por eso, muchos no quieren venir al lavadero, donde aprendemos a respetar normas, horarios. Pero son pocas las ventajas de estar en la calle: te puede pisar un auto, estás a la intemperie”, analizó.
De esos días rememoró que le han ofrecido de todo: drogas, sexo, actividades ilícitas. “Conseguís de todo y así como hay mucha gente buena, que se te acerca y te dice que no estemos ahí en el semáforo, hay mucha gente mala”, declaró.
“Ahora hace años que no estoy en esos lugares, pero había de todo, gente buena y mala por igual. Yo no cambiaría esta calma de estar en este lavadero. Estoy seguro y ando tranquilo por todos lados”, concluyó.
César Molina tiene 19 años y hace tres meses que llegó al lavadero. Limpiaba vidrios en las calles, se le acercó una asistente social del municipio, le pidió los datos y le dijo que dejara esa actividad. “Si me conseguís un trabajo me voy”, le respondió el pibe. Creyó que la técnica no regresaría (según contó ayer a EL DIARIO), pero volvió a buscarlo y lo convocó en el Palacio Municipal. Así entró a Transbus como integrante de la Nuevo Sol. “Estoy conforme, gano 4.200 pesos por mes y ahora pediremos aumento”, apuntó. Finalizó el Nivel Medio en la ex Escuela del Trabajo en la especialidad automotores y le gustaría tener una casa (“no sé de albañilería pero puedo aprender”). Actualmente vive con su mamá, una hermana y dos hermanos en barrio Ameghino y anhela “encontrar a alguien para armar un microemprendimiento, ser los dueños y que nadie nos mande, ser independientes”. A quienes limpian vidrios les aconsejó: “Traten de buscar un trabajo. Siempre hay buenas oportunidades”.// Nicolás Córdoba (18, a la derecha) es parte de la cooperativa desde abril, sin antecedentes de labores callejeras. Un amigo le comentó de este espacio y se sumó. Trabaja a la tarde; a la mañana tiene otra actividad. “Hablamos mucho con los clientes. Cuando los tratás bien, todos vuelven, más aún la gente mayor, que valora el trato”, dijo. Es el más chico de sus hermanos y vive con uno de ellos y su mamá, estudió el Nivel Medio en el Vera Peñaloza y le gustaría ser ingeniero agrónomo.
Nicolás Varela se sumó a la empresa Fiat Motcor hace tres meses, pero no deja de visitar a sus excompañeros de la cooperativa de la que formó parte.
Ayer fue uno de los que estuvieron en la choripaneada.
El joven de 19 años, vecino de barrio Bello Horizonte, contó a EL DIARIO que ingresó a esa empresa a través de su cuñado, y hoy está contento desempeñándose como viajante, “yendo a los pueblos a buscar autos y demás”.
“Me gusta y es mi primer trabajo en blanco”, comentó.
Papá de un bebé de 9 meses, vive con su madre y su hermano y fue parte del Nuevo Sol desde el inicio.
Como dejó la escuela, hoy busca terminarla a través del CENMA que funciona en la Escuela San Martín. “Espero egresar el año próximo”, deseó.
“No tengo un sueño de vida... (piensa) sí, que no me falte nada”, confió.
Un minivivero, en proyecto
Para promocionar la actividad de mantenimiento de espacios verdes, desde Nuevo Sol proyectan un minivivero dentro del lavadero.
Textos: Diego Bengoa
Fotos: Victoria Araujo