El viernes pasado se llevó a cabo en el Museo Municipal Fernando Bonfiglioli la entrega de premios del Salón de Escultura “Premio Domingo José Martínez”.
En la oportunidad, Hugo Las Heras, director de Museos, y Sebastián Borghi, coordinador del espacio, ofrendaron los galardones al cordobés Miguel Angel Rodríguez -quien obtuvo el primer premio adquisición- y a la joven Melisa Urbani, ganadora del premio al Artista Villamariense. Los demás premiados estuvieron ausentes: Diego César Gutiérrez, de Córdoba (segundo premio adquisición), y Roxana Viotto, de Agua de Oro (tercer puesto). Al mismo tiempo, se recordaron las menciones del jurado: Damián Sondereguer, de Ciudad de Buenos Aires; Gabriel Mosconi, de Córdoba, y Guillermo Lupiáñez, de Ascochinga.
EL DIARIO dialogó con los galardonados presentes, quienes coincidieron en que el dinero obtenido por los premios (12 mil y 8.500 pesos, respectivamente) serán destinados a reinvertir en arte.
Rodríguez indicó que a su obra “Re-cargado” la venía trabajando hace dos años y que, incluso, tenía intenciones de exponerla en una galería de Córdoba. “Me costó mucho terminarla porque no quería repetir lo que venía haciendo, quería encontrarle elementos nuevos”, precisó. La obra consta de cinco piezas talladas de madera (quebracho colorado perteneciente a viejos durmientes). El artista, que también oficia de arquitecto, comentó que su título alude a parte de su producción, referida a naturaleza y bosques nativos.
“Hace como 20 años participé de un salón en Villa María, pero el Museo se hallaba en otro lado”, intentó recordar Rodríguez, quien admitió no haber terminado la carrera de Bellas Artes por haber obtenido de antemano una beca del Fondo Nacional de las Artes. “Me encantaría exponer aquí”, deslizó.
De ser chatarra a ganar un premio
En tanto, Melisa señaló que su obra “Silla’s” comparte la misma línea de concepción que su reciente instalación llamada “Co-existencia”, montada en julio en el mismo museo.
En aquella ocasión, la artista radicada en Córdoba había plasmado un mosaico de fotografías ubicadas en diferentes alturas, cuya unidad sólo podía ser apreciada desde la altura. En esta oportunidad, Urbani modificó y desniveló -junto a su novio Simón- una silla derruida para que pueda ser apreciada desde diferentes puntos de vista. “Quería trabajar esta vez con algún objeto hecho, de producción en serie, y encontré esta silla en el local de mi papá que se la estaba por llevar el chatarrero”, comentó. “La verdad que la hice pensando en el salón, con tiempo necesario, pero la mandé sin fe en ganar”, confesó.