Un punto de encuentro aquí. Un punto de encuentro allá y un camino largo que nunca se pierde.
La semana que pasó, Eduardo Accastello celebró los 15 años del triunfo que le permitió sentarse en el Sillón de Viñas después de 16 años de hegemonía radical en la ciudad.
Durante la década del 90 comenzó a construir una estructura que le permitió sostenerse en el poder todos estos años y apuntar en su currículum distintas postas: presidente de la Federación Argentina de Municipios, ministro de Gobierno de la provincia en 2003, diputado nacional en 2005 y nuevamente titular del Ejecutivo por dos mandatos consecutivos.
Se podría decir que el dirigente fundador, junto a otros compañeros, del Ateneo Arturo Jauretche es un especialista en recorrer caminos sinuosos y salir, hasta el momento, airoso del ataque de sus adversarios.
La semana que pasó fue significativa para el jefe comunal, no sólo por los atesorados recuerdos de septiembre de 1999, sino por su decisión “inquebrantable” de disputar la Gobernación de Córdoba en esta nueva etapa de su vida política.
El pasado lunes, en la inauguración del Centro de Promoción Familiar Evita, Accastello usó el palco para “marcar a fuego” su territorio.
“Tengo el 86% de imagen positiva”, resaltó sacudiendo plumas para quien tuviera deseos de disfrazarse de indio o convertirse en coyote. En menos de 13 minutos de oratoria le pintó el rostro al radical Gustavo Bustamante (lanzado al ruedo con afiches color rojo), a los tribunos opositores (adversarios de todos los días) y con menos intensidad al gobernador José Manuel de la Sota.
Los que consideraron su discurso como producto de un “enojo” tuvieron una rápida y contundente respuesta: “No estoy enojado, estoy feliz” y volvió a levantar vuelo con el 86% que “apoya su gestión”.
“Es rápido como el correcaminos”, comentó alguien por lo bajo, señalando que el intendente “es el gran elector” y es preferible “no poner piedras” en su camino.
Un día después de su discurso de barricada, Eduardo Luis reunió a su tropa.
A la hora de la siesta, en la sede de la UOM, el jefe bajó línea y tocó algunos bocinazos.
“El conductor se llama Eduardo Accastello”, comentan que dijo entre choripán y choripán.
Para que a nadie le quede duda.
Quien quiera oír, que oiga. Volvió a presentar a José Carignano como el principal hombre de su gestión y revalidó su decisión de “ser candidato a gobernador”.
Los comentarios que se filtraron por debajo de la puerta del salón fueron varios y de diversos matices.
La mayoría se cruzó en un punto en común: Accastello esta vez no se va a bajar y hablará con quien tenga que hablar.
Uno de sus allegados aseguró que si tiene que conversar con José Manuel de la Sota, lo hará.
“Algunos, hace 15 años, no creían que yo iba a ser intendente y lo fui. Ahora les digo que voy a ser gobernador.”
Esas habrían sido las palabras de Accastello en la reunión al lado del asador con sus principales colaboradores.
“Necesito que todos estén con la mirada puesta en la gestión; José (Carignano) está preparado y confío en él”, fue otra de las frases dejadas en la siesta de septiembre.
Otra de las variedades incluidas en la mesa fue la necesidad de disponer de tiempo para seguir recorriendo los caminos cordobeses y escuchar las inquietudes de empresarios, referentes de instituciones y vecinos en general.
Los llamados “puntos de encuentro” se van acelerando con charlas en diversas localidades, en barrios de Córdoba capital, con referentes de la educación, de la salud y de distintos sectores de la sociedad.
Su sonido ya empieza a escucharse más allá de la frontera y, según algunos consultores, las encuestas lo muestran con un caudal de votos propios a nivel provincial que ronda el 15%.
Sus afiches de colores brillantes y sonrisa amplia ya están en paredes capitalinas, en villas serranas, en colectivos, en alambrados al costado de la autopista.
En los claustros de la sede de la Universidad Nacional de Villa María en Córdoba los jóvenes también mencionan el nombre del jefe de la comuna local.
Accastello no se pierde. Se mantiene firme en su condición de peronista, pero promociona su candidatura sin hacer mención a un partido político en especial.
Es más, como ya lo anticipamos tiempo atrás, tiene preparado su propio partido por si hay que armar polvareda en el complejo terreno de las disputas políticas.
Determinados operadores del intendente analizan su estrategia y ven “senderos abiertos para una posible alianza con Luis Juez” o con otras corrientes.
Nada se descarta en la recorrida por los caminos de la provincia de los lagos, las montañas y el humor. No faltan quienes apuestan al apoyo de “Cacho” Buenaventura en una campaña electoral.
Nadie puede negar que el intendente villamariense ha dado muestras de su cintura y habilidad a la hora de liderar y sostenerse en su territorio.
Parte de la oposición también ha sido funcional a sus tácticas y la división entre sus posibles adversarios es el arma que ha utilizado, desde 1999 a la fecha, con excelentes resultados.
Y es el recurso que tiene en sus manos rumbo a 2015. La fecha de las elecciones municipales seguramente se adelantará y puede jugar en contra de los que pretenden ponerle fin a su ciclo.
Si los partidos de la oposición se unen detrás de un candidato, las cosas pueden ser más complejas para el accastellismo. Predicciones sobre el futuro no se pueden hacer.
Lo cierto es que De la Sota necesita a Accastello y viceversa. Y el diálogo está flotando en la atmósfera.