"Hoy es un día muy triste", dijo la maestra villamariense de actores Marta Montero. En tanto, el director teatral Javier González cortó de repente el diálogo con nuestro cronista para llorar.
Dos muestras del afecto que dejó sembrado en la comunidad artística local la oriental China Zorrilla, que murió ayer a los 92 años.
Dejó de existir al mediodía del miércoles en la Asociación Española de Montevideo, clínica en la que había sido internada el domingo pasado a causa de una neumonía.
En distintos ámbitos culturales, así como en muchos hogares, la noticia causó pesar, ya que a las dotes artísticas, la anciana mujer sumaba sus condiciones humanas plenas de humildad y generosidad.
Así lo expresó también el actor y director Antonio Giacardi, quizás uno de los villamarienses que más la vio en teatro, en distintos lugares del país: "Se va una de las más grandes, tanto en cine, como en teatro y en televisión. "Elsa y Fred", por ejemplo, es una “joyita”.
"China se dio todos los gustos -continuó- y fue feliz. Con 92 años, ¿qué más pedir a la vida?", se preguntó Giacardi, quien recordó que "fue realmente exitosa, y su sola presencia en el escenario enmudecía al público".
Para el entrevistado, "fue la versión femenina de Alcón".
Por su parte, Marta Montero opinó que como "como artista demostró una gran perseverancia y humildad, y puso en claro que no hay edad para dejar de hacer teatro".
"Fue un ícono del teatro y la admiré sobre todo por la forma en que transmitía sus personajes", evocó Montero, quien recordó que en los últimos tiempos se han ido muchos grandes, como Alejandra Da Passano (a quien considero una hermana), como Alfredo Alcón. Y hoy es otro día muy triste".
Javier González, director de El Globo Rojo", "China Zorrilla fue un emblema del teatro internacional, que sentó precedentes estéticos y laborales". Recordó que "tuve el honor de hablar en dos ocasiones con ella, y comprobé su humildad. Me preguntaba por nuestro trabajo con interés, se sorprendió por los grandes autores que trabajamos. Una maravillosa mujer, una trabajadora de la cultura, que pese a venir de una familia aristocrática, tenía una gran conciencia popular".
González, muy conmovido, recordó una anécdota que describe su generosidad extrema: "Iba en un taxi, después de haber cobrado una fortuna en dólares, y cuando el taxista le contó que le estaban por rematar la casa, ahí nomás le dio todo el dinero, sin ninguna firma ni contrato, a un desconocido".
Para el director del Centro Cultural Leonardo Favio, Normand Argarate, "ella representa el linaje de los grandes artistas argentinos. Por ejemplo, ‘Esperando la carroza’ es una de las grandes expresiones del grotesco, un género argentino como el dulce de leche".
En tanto, el exgerente del Teatro Verdi, Miguel Arcando dijo a EL DIARIO que "con nosotros, el personal de la sala, fue una persona muy cordial. Se adaptaba a las circunstancias de un teatro del interior sin problemas y mostraba una vitalidad increíble: era más joven que las jóvenes".
En sus varias visitas a la ciudad, la veterana actriz gustaba de caminar por la ciudad, y de preguntar por su historia con gran interés. "Mientras otros artistas llegan a la ciudad y se esconden en el hotel, China se brindaba a todos con gran humildad, tanto a la prensa como al público", reflexionó Arcando.
Esa mujer
Su nombre completo era Concepción Matilde Zorrilla de San Martín Muñoz, había nacido en Montevideo el 14 de marzo de 1922 y descendía de una familia patricia: su abuelo, Juan Zorrilla de San Martín es el autor de "Tabaré" y su padre, José Luis, esculpió los monumentos a Julio Argentino Roca y a José Artigas, en Buenos Aires.
Establecida en la Argentina desde 1971, convocada por Lautaro Murúa para el papel de doña Natividad en "Un guapo del 900", fue afincándose rápidamente a través de numerosos trabajos como actriz y directora, aunque antes había tenido una carrera trascendente en su país y el exterior.
Se crió en París, donde su padre era discípulo y amigo del escultor francés Antoine Bourdelle, en cuyo taller concibió la estructura del Monumento al Gaucho, que luego se emplazó en un importante cruce de la avenida 18 de Julio, en Montevideo.
De vuelta a su ciudad natal, vivió en una antigua casona del barrio de Sayago, en las afueras de la capital, y debutó como actriz a los 21 años en "La anunciación a María", de Paul Claudel, con el grupo Ars Pulcra, de la Asociación de Estudiantes Católicos.
Fue becada a Londres por el British Council en 1947 y estudió en la Real Academia de Arte Dramático, en la que estuvo bajo la batuta de la enorme actriz griega Katina Paxinou, quien en 1960 fue madre de familia en "Rocco y sus hermanos", de Luchino Visconti.
Vinculada al ambiente artístico europeo de posguerra, en Londres hizo teatro en castellano dirigida por el español José Estruch, refugiado republicano y años después director de la Comedia Nacional, en Montevideo, bajo la sombra de Margarita Xirgu.
De vuelta en Montevideo, su figura comenzó a crecer a través de obras como "Una familia feliz", de Antonio Larreta -protagonista del filme "La ventana" (2008), de Carlos Sorín- "La Celestina", "Bodas de sangre", "Tres hombres y una mujer", "Sueño de una noche de verano" y "Romeo y Julieta", todas con dirección de Xirgu. También actuó bajo las órdenes de los argentinos Armando Discépolo ("Locos de verano") y Orestes Caviglia ("Nuestro pueblo"), y tras su paso por la Comedia Nacional fundó el Teatro de la Ciudad de Montevideo, junto a Larreta y Enrique Guarnero, un elenco con notables actores para textos importantes. En el ínterin viajó a Nueva York, donde fue profesora de francés, secretaria de una agencia de teatro y representó "Canciones para mirar", de María Elena Walsh, junto a su compatriota Carlos Perciavalle.
En la ocasión habría establecido una relación amorosa con el actor Danny Kaye -siempre la mencionaba en sus entrevistas- fracasada porque Kaye era casado, aunque nunca olvidaba catalogarlo como el hombre de su vida.
Con el elenco uruguayo del Teatro de la Ciudad de Montevideo viajó a Buenos Aires, Madrid y París, adaptó, produjo y dirigió obras y debutó como corresponsal del diario El País de Montevideo, para el que cubrió el Festival de Cannes y otros acontecimientos artísticos internacionales.
En Buenos Aires actuó tambiéan en "La maffia", de Leopoldo Torre Nilsson, e hizo un espectacular remplazo teatral de Ana María Campoy en "Las mariposas son libres", junto a Rodolfo Bebán y la debutante Susana Giménez.
Su estadía porteña coincidió con el advenimiento de la dictadura cívico-militar en su país y eso la obligó a permanecer en su nueva tierra, donde entre otras cosas se dedicó a proteger y ayudar pecuniariamente a los emigrantes involuntarios.