Comienza hoy en la Escuela José Ingenieros el programa nacional “Escuelas populares de formación en género”, una iniciativa impulsada desde el Consejo Nacional de Políticas Sociales de la Nación, el Consejo Nacional de las Mujeres y la Secretaría de Prevención Comunitaria y Derechos Humanos de la Municipalidad de Villa María.
Se abordarán temáticas como salud sexual y reproductiva, violencia, trata de personas, juventud, participación social y política, trabajo y medios de comunicación y se concretará en seis encuentros.
Ayer, EL DIARIO dialogó en el Palacio Municipal con la socióloga y presidenta de la ONG Grupos de Estudios Sociales, Irene Castillo, y el psicólogo y miembro de esa ONG, Claudio Azia, (facilitadores de este encuentro) sobre género, prejuicios y discriminación.
“Las leyes son muy necesarias, pero no son suficientes. Los cambios culturales llevan mucho tiempo y en general las personas vivimos pocos años para poder lograr los cambios culturales completos que se requieren. No cabe duda de que en Argentina hay un gran avance, que es el que permitió lograr un matrimonio igualitario -uno de los 10 ó 12 países que lo tiene- y una Ley de Identidad de Género, que da voz y reconocimiento a muchas personas que no podían reconocerse como eran. Pero esto no es suficiente si no se acompaña con un cambio que implique la comprensión de que la diferencia no es oposición ni es un tema que deba tratarse con, entre comillas, tolerancia”, sostuvo Castillo.
“Aceptar la diferencia es aceptar la esencia propia de la condición humana, porque no hay dos personas iguales en nada, ni en su historia, ni presente ni probablemente en su futuro”, agregó.
Claudio Azia llamó a “que lo diferente no sea sinónimo de desigualdad”. “La ley va por un lado y a veces los cambios culturales van más atrasados. La Ley de Identidad quizás fue mucho más avanzada que las instituciones, que quizás no están preparadas”, concordó el profesional.
Irene sostuvo que “la estructura patriarcal y discriminatoria es tan profunda (tiene más de cinco mil años de existencia) que desde que las personas nacen moldean una estructura de pensamiento que ve como peligroso lo que es diferente y pone su eje en la heteronormatividad, como si lo único que existiera fueran personas heterosexuales, como si en toda la historia de la humanidad no hubiese personas con otros tipos de deseos, elecciones e intereses”, cuestionó.
En este sentido, Azia consideró que “cuando trabajas con lo diferente y lo diverso, lo hegemónico pierde ese valor de protagonismo y peso político específico que tenía por sí mismo y deja de ser el ente regulador que administra los bienes materiales y simbólicos de todo el mundo”.
“Lo hegemónico tiene que aprender a consensuar con otras organizaciones esos roles que como sociedad tenemos que trabajar. Las leyes generan esto de tener que laburar el cambio que debe producirse”, remarcó el especialista.