La señora Elisa Mabel Díaz, DNI 17.591.071, acercó a la Redacción de EL DIARIO la carta de un interno de la cárcel de barrio Belgrano de Villa María, en la que se plantean problemas que padecen en ese lugar.
La misiva expresa textualmente lo siguiente:
“Queridos directivos y lectores de EL DIARIO:
Comienzo mi carta diciendo que soy un interno más de los 600 que ocupan el Establecimiento Penitenciario Nº 5… otra de las 600 almas atrapadas tras estos grises muros, lejos de nuestros afectos, pero sobre todo lejos de ‘nuestros derechos’, que son vulnerados día tras día por un sistema corrupto e insensible.
Un sistema que nos condena bajo el peso de la ley, una ley que también dice de ‘beneficios’ si uno estudia, trabaja y tiene buena conducta. Una ley que habla que habla de ‘salidas transitorias’ sin especificar ‘causa’. Una ley que dice en su artículo 13 sobre la libertad condicional, también sin especificar ‘causas’.
Una ley a la cual este sistema no tiene en cuenta y sólo considera que nuestro valor es ser ‘mano de obra barata’, haciéndonos trabajar ‘en negro’, pagando 220 pesos en las fajinas más altas y 130 pesos en la mayoría de los casos.
Le pregunto al doctor Arturo Ferreyra, juez de Ejecución Penal, ubicado en su cargo equivocadamente por los mismos internos a los cuales usted les niega sus beneficios. ¿Usted leyó los Códigos de vigencia? ¿Qué hará cuando se llene el pabellón de Atenuados? ¿También los amontonarán de a tres como en los otros pabellones?
También le pregunto, ¿en qué piensa cambiar la personalidad de un interno negándole la libertad asistida cuando a los seis meses lo tiene que largar sí o sí?
Señores de la Justicia: nuestro paso por aquí es transitorio y su trabajo es ‘reinsertarnos a la sociedad’. Lamentablemente están equivocando el camino.
No es ‘juntando basura’ (donde se llega si tenés suerte) o ‘cosiendo pelotas por 5 pesos’. Todo esto sólo crea resentimiento.
Señores lectores: nosotros pertenecemos a esa sociedad en la que ustedes se encuentran. Sólo fuimos ‘personas que nos equivocamos’. Ustedes también pueden ser visitantes de estas paredes. Nadie está exento. Ojalá la vida los premie y no lleguen aquí.
Yo, por mi parte, como ustedes, sólo exijo justicia”.