Hace 10 días, el huracán Odile azotó el estado mexicano de Baja California Sur con vientos de 250 kilómetros por hora abarcando un frente de 450 kilómetros, produciendo una catástrofe de la cual las paradisíacas ciudades que la integran aún no pueden reponerse.
En Cabo San Lucas, una urbe de casi 70 mil habitantes, viven Alejandro y Malvina del Valle Tealdi, dos villamarienses que soportaron los golpes de este fenómeno climático que pegó de lleno en ese lugar.
Carlos, su padre, contó a EL DIARIO cómo fue que resistieron sus hijos las ráfagas que produjeron esta tragedia y, notablemente compungido, reveló que “el sábado estaba anunciada la llegada del huracán Polo, y todavía no puedo saber qué es lo que pasó con ellos y cómo están”.
“Mi hijo vive a una cuadra de la playa y siempre decía “por allá va a entrar” bromeando al señalar el mar, y decía que el hotel de cuatro pisos que tiene en frente lo iba a cubrir un poco… y exactamente por ese lugar entró el huracán”, detalló.
Alejandro tiene 32 años y reside en el lugar hace 11 años, mientras que Malvina, de 21, hace apenas 5 meses pisó tierras mexicanas. “Mi hijo tiene imprenta en el piso de arriba de su casa, y en el de abajo viven. Cuando llegó el huracán se refugiaron con su esposa y los tres hijos en una de las piezas”, resaltó Carlos. El fenómeno climático golpeó las construcciones arrancando puertas, vidrios, y deteriorando todo lo que había a su paso.
Carlos aseguró que, luego del paso del huracán, pudo comunicarse con sus hijos porque “recorrieron 40 kilómetros en búsqueda de un teléfono”. Actualmente, el sector todavía está sin luz y ningún otro tipo de servicio. “En el lugar volteó 1.800 palos de luz”, contó, por lo que sólo se comunica cuando ellos lo llaman.
“La preocupación más grande es que no sabían si habían perdido su fuente de trabajo”, señaló el padre de los dos exalumnos del colegio Nacional. “Mi hijo tiene máquinas muy caras, por ejemplo, una de 35 mil dólares, que se mojaron todas y no ha podido probar todavía, no sabe si perdió todo o no”, remarcó. Sobre su hija, explicó que “es peluquera, estaba trabajando para abrir su propio negocio en octubre”.
Según pudo saber Carlos por las palabras de sus hijos, actualmente están en su casa, intentando reconstruirla, y “gracias a que el Gobierno les dio la comida”, ya que inmediatamente después del paso del huracán, se desataron en la ciudad una importante ola de saqueos. “Evacuaron a 30 mil turistas, sin aeropuerto, porque desapareció”, señaló.
Una ciudad de lujo
Carlos visitó Cabo San Lucas en 2012. “Entre los dos cabos, San Lucas y San José son casi 1 millón de habitantes y había apenas 60 policías, porque es un lugar en el que se vive totalmente en paz”. La ciudad tiene apenas 25 años y es un lujoso punto turístico en el que abundan los yates y los hoteles pomposos. “Hay una comunidad de 3 mil argentinos ahí, en zona de huracanes, pero hacía 15 años que no pasaba uno tan fuerte”, mencionó.
Imágenes:
F1: El huracán arrasó con todo lo que hubo a su paso, dejando una ciudad debastada.
F2: Alejandro Tealdi.
F3: Malvina Tealdi.