No hay problema para ingresar al patio de la Escuela Especial “Clotilde Sabattini”. En el portón, un hueco permite a cualquier chico entrar y disfrutar del lugar, lo que da cuenta de la confianza que aún tienen en la institución hacia los vecinos y personas que pasan por el lugar. “Nosotros sabemos que viene gente los fines de semana, pero sobre todo, son chicos que juegan al fútbol. Nunca tuvimos problemas graves... Hasta ahora”, dijo una de las docentes, Nora Schonhals.
Con decepción, relató a EL DIARIO lo que vieron el lunes cuando ingresaron a comenzar la actividad de la semana. “Estaba todo destrozado. Creemos que durante el fin de semana, se dedicaron a hacer daño, no a robar. Habían revoleado todos los plantines, pisotearon las remolachas y hasta sacaron de raíz las caléndulas que plantamos para que no haya bichos en las plantas”, indicó.
No podían creer lo que veían. Desde que está la institución en ese lugar, en el acceso al barrio Parque Norte, no habían sufrido un vandalismo de esa naturaleza.
“No es para hacer una denuncia lo que nos pasó, pero sí para contarle a la gente que esta pequeña huerta representa el trabajo de años de los docentes y de los chicos”, puntualizó la profesional.
Sembrar para aprender
La Escuela Especial tiene actividades programadas para el primario y el secundario. Con los del segundo nivel, tienen organizados los talleres que coordina Griselda Argüello.
Esos talleres están agrupados en tres áreas: habilidades sociales, cocina y huerta.
“En el de huerta también vienen los chicos del primario para colaborar, porque a todos les hace bien trabajar con la tierra, tener la experiencia de ir regando las plantas y ver su crecimiento”, indicó la docente.
“Para nosotros es muy importante, porque es una herramienta de aprendizaje y confiamos en que puede servirle a los chicos para que puedan tener una huerta en su casa y también para que hagan tareas de mantenimiento de espacios verdes, como una actividad laboral”, puntualizó.
Cercar
Apuradas por los incidentes del fin de semana, decidieron dejar todo cercado. “Es un proyecto que ya estaba en marcha, porque habíamos pedido la posibilidad a la Provincia para tener tejidos que protejan los vegetales de la huerta, para que nadie, incluso nuestros chicos, los pise cuando están jugando. Con esto, adelantamos la idea”, indicó la docente, mientras los trabajadores estaban comenzando las tareas para colocar los postes que servirán para sostener el tejido perimetral de la huerta.
“Soñamos con tener un invernadero, para trabajar con más especies. Pero esto, nos hace dar algunos pasos hacia atrás”, lamentó.
Pese a todo, no bajarán los brazos y seguirán trabajando en esa huerta que les permite vender, entre los mismos miembros de la comunidad educativa, lo producido en el lugar, que si bien no es mucho en cantidad representa mucho en saberes compartidos.