Ayer Palace Hotel, hoy Palacio Municipal
El Ferrocarril Central Argentino trajo, por este territorio, la radicación de una posible villa en los albores de 1867. La misma adoptó su nombre definitivo “Villa María” en homenaje a María Luisa, la hija mayor de Manuel Anselmo Ocampo.
En 1871, cuando la aldea estaba a punto de cumplir sus primeros cuatro años de existencia, el Congreso de la Nación sancionó el proyecto de ley declarándola capital de la República. Sin embargo, el entonces presidente de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento, vetó la ley por entender que esta localidad, expuesta a malones indígenas (personas), no era segura para las autoridades conservadoras, eurocentristas nacionales. En 1915, Villa María ya contaba con 10.248 habitantes y fue elevada a la categoría de ciudad a partir de la reforma de la Constitución Provincial.
Los rieles vibraron, junto a los pastos y las calles de tierra, cuando el monumental Palace Hotel nacía, erigiéndose potente, en calles Mendoza y la antigua Bolivia -hoy Antonio Sobral- el 18 de mayo de 1930, a pocos minutos de nacer el sol. El saludó a los vecinos que, impactados, contemplaban la obra final. Sólo unos pocos fueron invitados a entrar.
De estilo “plateresco español”, corriente artística, especialmente arquitectónica construida en base al último gótico y principios del renacimiento. Su abundante decoración estética con motivos heráldicos y elementos clásicos, como frontones y entablamentos, relucían su cutis elitista de aquellos tiempos.
Sus nuevas habitaciones y salones albergaron a distintas personalidades bajo el cobijo de tu techo. Referentes políticos y empresarios caminaron y usaron sus instalaciones. Gobernadores, senadores, diputados, ministros, artistas, emprendedores, viajantes, se alojaron en sus cuartos.
El tiempo siguió su curso, los años pasaron; los vecinos disfrutaron y relataron en su confitería historias y anécdotas de todo tipo. Las fiestas y bailes fueron acontecimientos sociales siempre muy esperados, aunque a veces algunas personas se sintieron frustradas por no poder participar.
Pero de pronto apareció una enorme sombra que intentó oscurecer tanta majestuosidad. La figura de la quiebra se presentó y quiso poner fin a tan hermosa creación hasta que un hombre joven, de 37 años, de raíz barrial, proyectó la utopía junto con su equipo de colaboradores.
Corría 1988 y los sueños excluidos palparon su sentir y visión. Su interior se recicló y se transformó en sede del Departamento Ejecutivo Municipal. Su aspecto exterior se reparó, pintó e iluminó, siendo cuidado como joya y patrimonio local.
El Gobierno, que asumió en 1987, nació desde la gente y para la gente, no contra ella ni a pesar de ella. Florecieron de esa matriz la idea proyectada de ciudad promotora y artífice de valores, fomentando la educación como herramienta transformadora, para afirmar: “Educarse es hacerse y hacer es educar”, basada en el fundamento de “trabajar, trabajar, trabajar...”.
Hoy los sueños también son pesadillas porque están hechos de los mismos ingredientes, pero la pesadilla dice ser nuestro único sueño permitido: el modelo de desarrollo que desprecia la vida, la ética y el respeto, aplaudiendo la ficción edilicia es una mercancía cara, vacía.
Cuando se aproxima un nuevo cumpleaños podemos hacer a un lado todo y rescatar lo bello que pinta a nuestra Villa María, permitiéndonos festejar. Al finalizar, espero la nube con lluvia transportadora de aquellos valores perdidos que llenan el corazón, que llega para poder pensar y pensarnos como una sociedad más solidaria, que incluye a los excluidos por portar cara.
Y seguro que un ángel, con el nombre de Miguel, volará revolucionando los cielos para alcanzar la felicidad en la vida, definiéndola: “La vida es algo que ocurre mientras uno está ocupado haciendo otras cosas”.
Guillermo Yáñez,
artista plástico,
DNI 31.807.718