El concepto “subasta” es una construcción que se originó en el propio escenario donde antiguamente se realizaron intercambios comerciales.
En las primeras comunidades, anteriores a la cristiana, los pueblos nómades convergían en un lugar, donde intercambiaban en trueque o vendían mercaderías y efectos.
Los lugares de venta se señalaban con un asta clavada en el suelo con un trapo a modo de bandera que indicaba esa ubicación y debajo colocaban en exhibición lo que ponían a la venta.
Es allí y por ello que surgió la expresión “subasta”, un término compuesto por dos palabras: “sub”, que quiere decir “bajo”, y “asta”, que significa “asta clavada”; o sea, “lo que está debajo del asta”.
Por consiguiente, el vocablo “subasta” hace referencia al lugar donde se realiza la compraventa y, por extensión, se equipara su significado a la acción del remate propiamente dicho, a tal punto que, en la actualidad, “rematar” y “subastar” quiere decir lo mismo.