El año pasado, como lo reseñó EL DIARIO en un suplemento especial, se cumplieron 70 años que dirigentes de distintas instituciones del país participaron en Buenos Aires de la primera asamblea nacional en la que se debatieron los intereses de los profesionales del sector y constituyeron la Federación Argentina de Entidades de Martilleros de la República Argentina, que poco después se denominó Federación Argentina de Entidades de Martilleros y Corredores Inmobiliarios (Faemci).
Al comienzo, la Federación estuvo integrada por la Corporación de Rematadores, el Centro de Martilleros de Hacienda, la Asociación de Balanceadores y Martilleros de la Capital Federal, y asociaciones de Rosario, Córdoba, La Plata, Mar del Plata, Departamento Judicial Centro (luego Departamento de Mercedes, provincia de Buenos Aires), Bahía Blanca y las adhesiones de colegas de Tucumán, Mendoza y La Pampa.
El primer directorio, en 1943, fue presidido por el martillero rosarino Martín de la Riestra, a quien acompañó como vicepresidente segundo el cordobés J. Tristán Paz Casas, según la historia escrita por el martillero-corredor y expresidente del Colegio Profesional de la Provincia de Córdoba, Roberto Dante Frola.
Exactamente dos años más tarde, el 11 de octubre de 1945 (el próximo año se cumplirán siete décadas) quedó instituida esa jornada como el Día Nacional del Martillero, en reconocimiento a la labor desarrollada por la nueva entidad federativa en procura de amalgamar un movimiento de martilleros y corredores.
Con el correr del tiempo el desarrollo profesional se redimensiona dentro de la amplia actividad que realiza el martillero y corredor público en la sociedad, nuestra actividad logra jerarquizarse por la Ley Nacional Nº 25.028 que equipara como “profesionales universitarios” a los colegiados activos de entonces y establece como requisito para la matriculación, en el futuro, la formación profesional en los claustros universitarios.
Se trata de una profesión en la que predomina la intermediación como factor interactuante entre dos o más partes, que persiguen un mismo objeto comercial transaccional sobre cualquier tipo de bienes inmuebles y semovientes.
Esta profesión se basa sobre los aspectos jurídicos, técnicos y económicos de los mismos y, al cerrar la operación de transacción, lo puede realizar en subasta pública o en la intermediación del corretaje en la venta directa.