Cuando la pelota no entra, suelen emerger miles de fantasmas y preguntas en el fútbol.
En el caso de Alumni, ayer, el 0 a 0 ante Jorge Newbery de Villa Mercedes dejó sensaciones ambivalentes: el equipo mejoró con respecto al lunes pasado (cuando sufrió una goleada) y tuvo pasajes con sobrados méritos para superar a un rival que se armó para ascender. Sin embargo, no logró volver a la media inglesa (tras perder como visitante, había que ganar de local) y demostró que todavía debe la materia “mantener la regularidad” en un juego más convincente, más confiable.
En el primer partido con Héctor Arzubialde en el banco de la “Placita”, el equipo villamariense salió decidido a quedarse con el triunfo, pero a medida que no aprovechó las situaciones se fue desinflando hasta terminar casi siempre en los pelotazos intrascendentes, de esos que exasperan.
Lo mejor del equipo estuvo en los primeros 25 minutos de juego, etapa en la que utilizó la banda derecha como prioridad para explotar con las corridas de Joel Manzanares, mientras los del fondo apuntalaban con presión y el rival no encontraba respuestas.
De todas maneras, el camino de Manzanares no tenía final porque el volante encaró sin poder definir o meter un centro decisivo. Primero se la sacó el arquero Fernando Presedo, en el arranque del partido, y luego, con otro centro, no encontró una buena definición en su compañero Sebastián Godoy, quien había armado una acción previa, a pura guapeza.
Por entonces, a los delanteros no les llegaba la pelota limpia, entonces se tuvieron que “fajar” permanentemente con la línea de tres defensores rival, buscando generar por peso propio.
Esto sucedió después de los 20 minutos, cuando Chiocarello sirvió dos veces a Cornado Besel, pero la tarde del experimentado entrerriano no fue la esperada.
Un tiro en el palo y un supuesto penal que no le cobraron cuando fue a empujarla frente al arquero, le demostraron a Besel que los goleadores gozan por las rachas positivas o sufren por las negativas.
Encima dio la impresión de que la jugada del penal hubiese sido muy diferente si sucedía en otra cancha y en el otro arco, situación que ya padeció Alumni en contadas oportunidades.
El caso es que, sin haber marcado en situaciones propicias, Alumni se fue desesperando y Jorge Newbery emparejó el partido con la lucha de Lucas Allosa en la mitad de la cancha y la búsqueda del colombiano Arleison Martínez en el ataque.
El moreno, de 20 años, tuvo potencia y velocidad, pero no eficacia, al tiempo que le costó superar a una última línea aguerrida, que para nada sintió la ausencia (por suspensión) de Germán Rivera.
Precisamente, el mal de ausencias pareció continuar en este inicio del tercer ciclo de Arzubialde. Y ayer el problema estuvo en Manzanares, uno de los mejores del primer tiempo, quien se quedó en los vestuarios en el complemento porque arrastraba una molestia en los isquiotibiales.
Para reemplazar al ex-Ticino, el técnico buscó con el ingreso del juvenil Patricio Peñaloza, de 17 años, quien se mostró tan entusiasmado que, por momentos, se pasó de revoluciones y no fue solución por el sector derecho. Encima, el pibe no tuvo compañía desde la zona media porque ni Sebastián Godoy ni Javier Liendo pudieron trabajar en la zona de gestación.
A pesar de todo, Alumni tuvo chances para abrir el marcador a los 14 minutos, con Besel dilapidando un mano a mano, y a los 17, con Villa ganando en velocidad para rematar mal por encima del arquero.
También Peñaloza se lo perdió en la puerta del área, al rematar una pelota que se desvió tras una serie de rebotes.
Claro que Newbery, en búsqueda de un partido parejo, también generó situaciones que pudieron cambiar la historia, guiado por el habilidoso José Méndez, de contragolpe.
A los 12’, el atacante envió un centro pasado que Orozco desaprovechó en soledad, por el segundo palo. Y a los 16’, el propio Méndez quedó solo y tiró sobre el cuerpo de Gerardo Godoy.
Los ingresos de Mikhail Colombo y, más tarde, de Emanuel Bolzicco fueron alternativas que Arzubialde buscó para encontrar mayor fluidez o lucidez en el ataque. Pero en el tramo final del encuentro, cuando también entró el lungo Bruno Fistore (2,05 metros) en la visita, pareció que todos se pusieron de acuerdo para ver quién tiraba más pelotazos a cualquier lado.
Precisamente, ese tramo fue lo peor de Alumni, que necesitó exhibir mayor presencia en su juego, pero careció de ideas y el partido se consumió hasta el 0 a 0 final, que dejó poco.