Un tecnicismo jurídico le permitió ayer al conocido dirigente político villanovense Osvaldo Rodolfo Soberbio (59) sortear con éxito su paso por la Cámara del Crimen local, donde compareció acusado de haber amenazado de muerte al exsubsecretario de Seguridad Ciudadana de Villa Nueva, Fabián Pastorak (48), luego de que le retuvieran el auto en un control vehicular por circular sin la documentación correspondiente.
En rigor de verdad, Soberbio fue absuelto porque los hechos de “amenazas” que se le atribuían prescribieron el pasado 14 de septiembre y por falta de pruebas en el caso de la “coacción”, que también le imputaron en este proceso.
Si bien, con este fallo, puede inferirse que para la Justicia el excandidato a intendente de la vecina ciudad es inocente, a lo largo de las audiencias que demandó el juicio quedó en claro que fue él quien generó el incidente que derivó en la denuncia y posterior querella criminal de Pastorak.
Para que se entienda mejor, si Soberbio no hubiera infringido las normas de tránsito que obligan a todos los conductores -sin excepción- a circular con la documentación en regla, jamás lo habrían multado y mucho menos quitado el vehículo.
Del mismo modo, si al momento de ser interceptado en el puesto de control tan sólo se hubiera llamado a silencio, aceptando sin cuestionamientos que había cometido una infracción de tránsito, otro habría sido el final de esta historia de insultos, agravios y amenazas.
Durante las audiencias de debate quedó en evidencia que aquel sábado 2 de abril de 2011 Soberbio intentó evitar la multa “chapeando” con su apellido delante de las inspectoras, a las que incluso les enrostró su trayectoria política en Villa Nueva. Y dos días más tarde, cuando fue a buscar su Renault Kangoo al Corralón Municipal, amenazó de muerte a Pastorak, tal como lo afirmaron varios testigos, cuyas declaraciones no fueron objetadas ni desacreditadas a lo largo del proceso.
“Mariquita de mierda, te voy a cagar a trompadas… puto reprimido, te voy a romper la cabeza”, fueron algunas de las amenazas agraviantes proferidas por el exedil contra Pastorak delante de los empleados municipales y otras personas que había en el Corralón aquel mediodía del lunes 4 de abril de 2011.
Según el denunciante, Soberbio también lo amedrentó diciéndole “te voy a matar si no me devolvés el auto”, expresión que le valió la acusación por “coacción”. No obstante, no se pudo acreditar que esas hayan sido exactamente las palabras del dirigente villanovense, por lo que dicho delito quedó sin efecto.
Si bien las amenazas fueron debidamente probadas con aquellos testimonios, como pasaron más de dos años desde el último acto procesal (el decreto de citación a juicio, dictado el 14 de septiembre de 2012), los hechos finalmente prescribieron.
En definitiva, gracias a un simple como lamentable tecnicismo jurídico, sumado a la falta de pruebas fehacientes que acreditaran la “coacción”, Osvaldo Soberbio alcanzó un veredicto absolutorio en el ámbito estrictamente judicial. Pero en el plano social, en cambio, quedó expuesta su responsabilidad en los hechos, incluso reconocida por él mismo durante el juicio.
En efecto, en la penúltima audiencia (el jueves pasado), el propio Soberbio se declaró “culpable” de no haber tenido en su poder la documentación de la Kangoo cuando lo pararon en el control vehicular y reconoció públicamente que había cometido una infracción de tránsito, aunque dijo que después de eso fue “víctima” de una suerte de “venganza política” que derivó en los incidentes ocurridos en el Corralón.
Osvaldo Soberbio fue concejal y tuvo serias aspiraciones de ser intendente de Villa Nueva. Pasó por la función pública y, como tal, sabe que todas las leyes -como las normas de tránsito- deben ser respetadas, principalmente por parte de quienes detentan el poder político.
Por eso, más allá de la sentencia favorable, Soberbio no tiene nada de qué jactarse. Por el contrario, debería agradecer que un “error” jurídico (¿error?) le evitó un dolor de cabeza mayor. Y él lo sabe.
Daniel Rocha