“El parque automotor se está incrementando y la mayor contaminación sonora viene por el lado vehicular”, expresó el ingeniero Hugo Monge, que junto al biólogo Fernando Gallego y la ingeniera química Paula Sicbaldi hicieron un estudio sobre la caracterización ambiental sonora en Villa María.
“Tenemos un estudio que es sólo una aproximación, pero sí podemos decir que los valores sonoros relevados están por encima de los permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por otras instituciones serias que legislan sobre el tema”, sostuvo Monge, basándose en el trabajo que fue presentado durante el Congreso de Ciencia y Tecnología (CYTAL) que se llevó a cabo días atrás, en la Universidad Tecnológica Facultad Regional Villa María.
Según pudo constatar el grupo de investigadores, en las arterias villamarienses el sonido está a 20 decibeles más arriba que los límites impuestos por la OMS.
“Nosotros pretendemos seguir viviendo en una ciudad agradable como la que tenemos, pero lo descubierto exige más intervención en cuanto a la polución urbana-sonora”, indicó el reporteado que advirtió que la iniciativa investigativa sólo sirve a modo de diagnóstico de la situación.
En cuanto a los sectores de la ciudad donde los niveles sonoros sobrepasan los límites tolerables, el consultado precisó que la zona céntrica y otros sectores aledaños al casco urbano delimitado por los cuatro bulevares son las zonas más críticas.
“También hay contaminación auditiva por obras que están en construcción, pero son más acotadas y se pueden controlar o mitigar”, sostuvo Monge.
“El tema del tránsito es un poco más difícil porque se deben tomar medidas preventivas a mediano y largo plazo”.
Entre las propuestas que podrían reducir el exceso de ruidos urbanos, Monge apuntó el acortar la circulación vehicular en distintos horarios y la determinación de estacionamientos fuera del área central (motivando que sólo haya desplazamientos de peatones).
Otra de las ideas que podrían promoverse para luchar contra la contaminación sonora es utilizar en obras públicas y privadas materiales fonorreductores. También se debería estimular el uso obligatorio de arbolado en las veredas, ya que la presencia de las grandes plantas también colaboran en atenuar el sonido callejero.
“Algunas cosas se están implementando, pero falta todavía para que el problema encuentre una solución enteramente viable para mejorar la calidad de vida de los habitantes”, remarcó el ingeniero que participó la investigación.
“Que hay 20 decibeles más de lo permitido hoy es altamente significativo. Sin embargo, y con la tasa de crecimiento que tenemos del parque automotor y la mejora en calidad de vida de los ciudadanos (que implica la adquisición de más vehículos), en los próximos años, de no mediar estrategias de solución oficiales, los niveles de ruido seguramente serán muy molestos”, concluyó.